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LUCAS 14:1-15

LUCAS 14:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)

Aconteció que un sábado Jesús entró a comer en casa de un jefe de los fariseos. Estos estaban al acecho. Delante de él había un hombre hidrópico y entonces Jesús preguntó a los intérpretes de la ley y a los fariseos: —¿Está permitido sanar en sábado? Pero ellos no respondieron y Jesús, tomando al enfermo, le sanó y le despidió. Luego les preguntó: —¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo saca inmediatamente, aunque sea sábado? Ellos no pudieron replicar. Jesús, al observar cómo los convidados escogían los primeros asientos en la mesa, les contó una parábola: —Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, porque quizá otro más distinguido que tú haya sido invitado también y el anfitrión se acerque y te diga: «Cede el lugar a este». Entonces tendrás que ocupar avergonzado el último lugar. Así que, cuando te inviten, siéntate en el último lugar para que cuando venga el anfitrión te diga: «Amigo, sube más arriba, a un lugar más importante». Entonces aumentará tu prestigio delante de los otros invitados. Porque cualquiera que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: —Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a tus vecinos ricos, porque quizás ellos te vuelvan a invitar y de ese modo quedarías recompensado. Más bien, cuando ofrezcas un banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos, a los ciegos, y serás feliz, porque ellos no te pueden recompensar. Tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos. Habiendo oído esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: —¡Dichoso aquel que sea invitado a comer pan en el reino de Dios!

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LUCAS 14:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)

Sucedió que un sábado Jesús fue a comer a casa de uno de los jefes de los fariseos. Ellos, que lo estaban espiando, le colocaron delante un hombre enfermo de hidropesía. Jesús, entonces, preguntó a los doctores de la ley y a los fariseos: —¿Está o no está permitido curar en sábado? Pero ellos no contestaron. Así que Jesús tomó de la mano al enfermo, lo curó y lo despidió. Luego les dijo: —Si a uno de vosotros se le cae el hijo o un buey en un pozo, ¿no correrá a sacarlo aunque sea en sábado? A esto no pudieron contestar nada. Al ver Jesús que los invitados escogían para sí los puestos de honor en la mesa, les dijo a modo de ejemplo: —Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que entre los invitados haya otro más importante que tú y, cuando llegue el que os invitó a ambos, te diga: «Tienes que dejarle el sitio a este», y entonces tengas que ir avergonzado a sentarte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar; así, al llegar el que te invitó, te dirá: «Amigo, sube hasta este lugar de más categoría». Entonces aumentará tu prestigio delante de los otros invitados. Porque a todo el que se ensalce a sí mismo, Dios lo humillará; pero al que se humille a sí mismo, Dios lo ensalzará. Dirigiéndose luego al que lo había invitado, le dijo: —Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, a tus hermanos, a tus parientes o a tus vecinos ricos, porque después ellos te invitarán a ti y quedarás así recompensado. Por el contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Ellos no pueden corresponderte; y precisamente por eso serás feliz, porque tendrás tu recompensa cuando los justos resuciten. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús: —¡Feliz aquel que sea invitado a comer en el reino de Dios!

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LUCAS 14:1-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Sucedió que un sábado fue Jesús a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos le estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los maestros de la ley y a los fariseos: –¿Está permitido sanar a un enfermo en sábado, o no? Pero ellos se quedaron callados. Entonces Jesús tomó al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y dijo a los fariseos: –¿Quién de vosotros, si su hijo o su buey cae a un pozo, no lo saca en seguida aunque sea sábado? Y no pudieron contestarle nada. Al ver Jesús que los invitados escogían los asientos de honor en la mesa, les dio este consejo: –Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que llegue otro invitado más importante que tú, y el que os invitó a los dos venga a decirte: ‘Deja tu sitio a este otro.’ Entonces tendrás que ir con vergüenza a ocupar el último asiento. Al contrario, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó te diga: ‘Amigo, pásate a este sitio de más categoría.’ Así quedarás muy bien delante de los que están sentados contigo a la mesa. Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido. Dijo también al hombre que le había invitado: –Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, a tus hermanos, a tus parientes o a tus vecinos ricos; porque ellos a su vez te invitarán, y quedarás así recompensado. Al contrario, cuando des una fiesta, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos; así serás feliz, porque ellos no te pueden pagar, pero tú recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten. Al oir esto, uno de los que estaban sentados a la mesa dijo a Jesús: –¡Dichoso el que tenga parte en el banquete del reino de Dios!

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LUCAS 14:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que estos estaban acechando a Jesús. Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los expertos en la ley y a los fariseos: ―¿Está permitido o no sanar en sábado? Pero ellos se quedaron callados. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió. También les dijo: ―Si uno de vosotros tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado? Y no pudieron contestarle nada. Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola: ―Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre”. Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento. Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor”. Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. También dijo Jesús al que lo había invitado: ―Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado. Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos. Al oír esto, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: ―¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!

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