LAMENTACIONES 3:16-24
LAMENTACIONES 3:16-24 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Me estrelló los dientes contra el suelo; me hizo morder el polvo. De mí se ha alejado la paz y he olvidado ya lo que es la dicha. Hasta he llegado a pensar que ha muerto mi firme esperanza en el Señor. Recuerdo mi tristeza y soledad, mi amargura y sufrimiento; me pongo a pensar en ello y el ánimo se me viene abajo. Pero una cosa quiero tener presente y poner en ella mi esperanza: El amor del Señor no tiene fin ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad! Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí; por eso en él confío!
LAMENTACIONES 3:16-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Y digo: «La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el SEÑOR». Recuerda que ando errante y afligido, que estoy saturado de hiel y amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»
LAMENTACIONES 3:16-24 Reina Valera 2020 (RV2020)
Mis dientes quebró con guijarros y me cubrió de ceniza. Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien y dije: «Perecieron mis fuerzas y mi esperanza en el Señor». Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel. Aún lo tengo en la memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí. Pero esto consideraré en mi corazón, y por esto esperaré: Que por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! «Mi porción es el Señor; por tanto, en él esperaré», dice mi alma.
LAMENTACIONES 3:16-24 La Palabra (versión española) (BLP)
Me ha machacado los dientes, me ha revolcado en el polvo. Me han secuestrado la paz y hasta he olvidado la dicha. Pienso que estoy sin fuerza, que se ha agotado del todo mi esperanza en el Señor. Recuerda mi pena amarga que es ajenjo envenenado. Me acuerdo constantemente y se me derrumba el ánimo. Pero algo viene a mi mente que me llena de esperanza: que tu amor, Señor, no cesa, ni tu compasión se agota; ¡se renuevan cada día por tu gran fidelidad! Tú eres mi herencia, Señor, por eso confío en ti.