Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

LAMENTACIONES 3:1-24

LAMENTACIONES 3:1-24 Reina Valera 2020 (RV2020)

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo. Él me ha guiado, me ha llevado por tinieblas y no por la luz; ciertamente, contra mí vuelve sin cesar su mano todo el día. Él hizo envejecer mi carne y mi piel, y quebrantó mis huesos; levantó baluartes contra mí y me rodeó de amargura y trabajo. Me dejó en oscuridad, como los que murieron hace ya mucho tiempo. Me cercó por todos lados y no puedo salir; ha agravado mis cadenas. Aunque clamo y doy voces, él cierra los oídos a mi oración. Él cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos. Fue para mí como un oso en acecho, como un león que se agazapa. Torció mis caminos y me despedazó; me dejó desolado. Tensó su arco y me puso por blanco de la saeta. Ha clavado en mis entrañas las saetas de su aljaba. Soy el escarnio de todo mi pueblo, el objeto de su burla día tras día. Me ha llenado de amargura, me ha embriagado de ajenjo. Mis dientes quebró con guijarros y me cubrió de ceniza. Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien y dije: «Perecieron mis fuerzas y mi esperanza en el Señor». Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel. Aún lo tengo en la memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí. Pero esto consideraré en mi corazón, y por esto esperaré: Que por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad! «Mi porción es el Señor; por tanto, en él esperaré», dice mi alma.

LAMENTACIONES 3:1-24 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Yo soy el que ha experimentado el sufrimiento bajo los golpes de la furia del Señor. Me ha llevado a regiones oscuras, me ha hecho andar por caminos sin luz; una y otra vez, a todas horas, descarga su mano sobre mí. Ha hecho envejecer mi carne y mi piel, ha hecho pedazos mis huesos; ha levantado a mi alrededor un cerco de amargura y sufrimientos; me ha hecho vivir en las sombras, como los que murieron hace tiempo. Me encerró en un cerco sin salida; me oprimió con pesadas cadenas; aunque grité pidiendo ayuda, no hizo caso a mis ruegos; me cerró el paso con muros de piedra, ¡cambió el curso de mis senderos! Él ha sido para mí como un león escondido, como un oso a punto de atacarme. Me ha desviado del camino, me ha desgarrado, ¡me ha dejado lleno de terror! ¡Tensó el arco y me puso como blanco de sus flechas! Las flechas lanzadas por el Señor se me han clavado hasta lo más hondo. Toda mi gente se burla de mí; a todas horas soy el tema de sus burlas. El Señor me ha llenado de amargura; amarga es la bebida que me ha dado. Me estrelló los dientes contra el suelo; me hizo morder el polvo. De mí se ha alejado la paz y he olvidado ya lo que es la dicha. Hasta he llegado a pensar que ha muerto mi firme esperanza en el Señor. Recuerdo mi tristeza y soledad, mi amargura y sufrimiento; me pongo a pensar en ello y el ánimo se me viene abajo. Pero una cosa quiero tener presente y poner en ella mi esperanza: El amor del Señor no tiene fin ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad! Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí; por eso en él confío!

LAMENTACIONES 3:1-24 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción bajo la vara de su ira. Me ha hecho andar en las tinieblas; me ha apartado de la luz. Una y otra vez, y a todas horas, su mano se ha vuelto contra mí. Me ha marchitado la carne y la piel; me ha quebrantado los huesos. Me ha tendido un cerco de amargura y tribulaciones. Me obliga a vivir en las tinieblas, como a los que hace tiempo murieron. Me tiene encerrado, no puedo escapar; me ha puesto pesadas cadenas. Por más que grito y pido ayuda, él se niega a escuchar mi oración. Ha sembrado de piedras mi camino; ha torcido mis senderos. Me vigila como oso agazapado; me acecha como león. Me aparta del camino para despedazarme; ¡me deja del todo desvalido! Con el arco tenso, me ha hecho blanco de sus flechas. Me ha partido el corazón con las flechas de su aljaba. Soy el hazmerreír de todo mi pueblo; todo el día me parodian. Me ha llenado de amargura, me ha hecho beber hiel. Me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Y digo: «La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el SEÑOR». Recuerda que ando errante y afligido, que estoy saturado de hiel y amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: El gran amor del SEÑOR nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: «El SEÑOR es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!»