Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

JOSUÉ 8:18-29

JOSUÉ 8:18-29 Reina Valera 2020 (RV2020)

Entonces el Señor dijo a Josué: —Extiende hacia Hai la lanza que tienes en tu mano, porque yo la entregaré en tu poder. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que tenía en su mano. Se levantaron prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, entraron en la ciudad, la tomaron y se apresuraron a prenderle fuego. Cuando los hombres de Hai volvieron el rostro y vieron el humo de la ciudad que subía al cielo, no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo que huía hacia el desierto se volvió contra quienes los perseguían. Josué y todo Israel, al ver que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai. Los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así quedaron encerrados los de Hai en medio de Israel, los unos por un lado y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapara. Pero tomaron vivo al rey de Hai y lo llevaron ante Josué. Cuando los israelitas acabaron de matar a todos los habitantes de Hai en el campo y en el desierto, hasta donde los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada de modo que ni uno solo quedó, todos los israelitas volvieron a Hai, y allí mataron a filo de espada a toda la población. El número de los que cayeron aquel día, entre hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai. Porque Josué no retiró la mano que había extendido con la lanza hasta que hubo destruido por completo a todos los habitantes de Hai. Los israelitas tomaron para sí las bestias y el botín de la ciudad, conforme a la palabra que el Señor había mandado a Josué. Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, desolada para siempre hasta hoy. Al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche, y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitaran del madero su cuerpo y lo echaran a la puerta de la ciudad. Luego levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 La Palabra (versión española) (BLP)

El Señor dijo entonces a Josué: —Apunta hacia Ay con el dardo que tienes en tu mano, porque te la voy a entregar. Josué apuntó hacia la ciudad con el dardo que tenía en la mano. Tan pronto como extendió la mano, los emboscados salieron rápidamente de su escondite, y entraron a la carrera en la ciudad, se apoderaron de ella e inmediatamente la incendiaron. Los hombres de Ay miraron hacia atrás y vieron la humareda que desde la ciudad subía hacia el cielo; pero ya no tuvieron posibilidad de escapar ni por un lado ni por otro, pues los israelitas que iban huyendo hacia el desierto se volvieron contra los perseguidores. Josué y todo Israel, viendo que los emboscados habían conquistado la ciudad, de la que subía una gran humareda, dieron media vuelta y atacaron a los hombres de Ay. A su vez, los israelitas que habían conquistado la ciudad salieron de la ciudad a su encuentro, de modo que los hombres de Ay se encontraron entre dos fuegos, copados por los israelitas que los derrotaron hasta no dejar con vida a un solo fugitivo. Al rey de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué. Una vez que Israel acabó de matar, en el campo y en el desierto, a todos los habitantes de Ay que habían salido en su persecución —ni uno solo quedó que no cayera a filo de espada—, todo Israel se volvió sobre Ay pasando también a cuchillo a su población. Perecieron aquel día todos los habitantes de Ay: un total de doce mil, entre hombres y mujeres. Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta que fueron consagrados al exterminio todos los habitantes de Ay. Y conforme el Señor había indicado a Josué, los israelitas se quedaron como botín el ganado y otros enseres de la ciudad. Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en un montón de ruinas, en una desolación que todavía hoy permanece. Hizo colgar de un árbol al rey de Ay y lo mantuvo así hasta la puesta del sol en que ordenó bajar el cadáver del árbol; luego lo dejaron tirado junto a la puerta de la ciudad y lo cubrieron con un gran montón de piedras, que existe todavía hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces el Señor dijo a Josué: “Da ya la señal de atacar la ciudad de Ai, que yo te la voy a entregar.” Josué dio la señal, ordenando el ataque. Entonces los que estaban escondidos salieron rápidamente de su escondite, se lanzaron contra la ciudad y la tomaron, y en seguida le prendieron fuego. Cuando los hombres de Ai volvieron atrás la mirada, vieron que el humo de su ciudad subía hasta el cielo. No tenían escapatoria por ningún lado, porque los israelitas que antes huían hacia el desierto, ahora se lanzaban al ataque. En efecto, al ver Josué y todos los israelitas que los que permanecían escondidos habían tomado ya la ciudad y le habían prendido fuego, se volvieron y atacaron a los de Ai. Luego, los que habían tomado la ciudad salieron de ella, de modo que los de Ai quedaron atrapados entre las dos fuerzas israelitas, las cuales atacaron a los de Ai hasta matarlos a todos. Solo dejaron con vida al rey de Ai, al que capturaron y llevaron ante Josué. Después de matar a filo de espada a todos los de Ai que habían salido a perseguirlos, los israelitas regresaron a Ai y mataron a los que quedaban. Aquel día murieron los doce mil habitantes de Ai, hombres y mujeres, pues Josué mantuvo la orden de continuar el ataque a la ciudad hasta destruirlos a todos por completo. Los israelitas se quedaron con los animales y las cosas que había en la ciudad, como el Señor había dicho a Josué, y Josué quemó Ai y la dejó en ruinas para siempre, tal como se ve todavía. Al rey de Ai lo colgó Josué de un árbol, hasta el atardecer; y cuando el sol se puso, mandó que lo bajaran y arrojaran su cadáver a la entrada de la ciudad, y que amontonaran piedras encima de él. El montón de piedras todavía sigue allí.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces el SEÑOR le ordenó a Josué: «Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad». Y así lo hizo Josué. Al ver esto, los que estaban en la emboscada salieron de inmediato de donde estaban y, entrando en la ciudad, la tomaron y la incendiaron. Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que subía de la ciudad una nube de humo. Entonces se dieron cuenta de que no podían huir en ninguna dirección, porque la gente de Josué que antes huía hacia el desierto ahora se lanzaba contra sus perseguidores. En efecto, tan pronto como Josué y todos los israelitas vieron que los que tendieron la emboscada habían tomado la ciudad y la habían incendiado, se volvieron y atacaron a los de Hai. Los de la emboscada salieron de la ciudad y persiguieron a los guerreros de Hai, y así estos quedaron atrapados por todos lados. Los israelitas atacaron a sus enemigos hasta no dejar ni fugitivos ni sobrevivientes. Al rey de Hai lo capturaron vivo y se lo entregaron a Josué. Después de que los israelitas terminaron de matar a filo de espada, en el campo y el desierto, a todos los guerreros de Hai que habían salido a perseguirlos, regresaron a la ciudad y del mismo modo mataron a todos los que quedaban. Ese día murieron todos los habitantes de Hai, como doce mil hombres y mujeres. Josué mantuvo extendido el brazo con el que sostenía su jabalina, hasta que el ejército israelita exterminó a todos los habitantes de Hai. Y tal como el SEÑOR había mandado, el pueblo se quedó con el botín de guerra y todo el ganado. Luego Josué incendió la ciudad, reduciéndola a escombros, como permanece hasta el día de hoy. También mandó ahorcar en un árbol al rey de Hai, y ordenó que dejaran su cuerpo colgando hasta la tarde. Al ponerse el sol, Josué mandó que bajaran el cuerpo del rey y lo arrojaran a la entrada de la ciudad. Así mismo, pidió que se amontonaran piedras encima del cadáver. Y ese montón de piedras permanece hasta el día de hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 Reina Valera 2020 (RV2020)

Entonces el Señor dijo a Josué: —Extiende hacia Hai la lanza que tienes en tu mano, porque yo la entregaré en tu poder. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que tenía en su mano. Se levantaron prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, entraron en la ciudad, la tomaron y se apresuraron a prenderle fuego. Cuando los hombres de Hai volvieron el rostro y vieron el humo de la ciudad que subía al cielo, no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo que huía hacia el desierto se volvió contra quienes los perseguían. Josué y todo Israel, al ver que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai. Los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así quedaron encerrados los de Hai en medio de Israel, los unos por un lado y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapara. Pero tomaron vivo al rey de Hai y lo llevaron ante Josué. Cuando los israelitas acabaron de matar a todos los habitantes de Hai en el campo y en el desierto, hasta donde los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada de modo que ni uno solo quedó, todos los israelitas volvieron a Hai, y allí mataron a filo de espada a toda la población. El número de los que cayeron aquel día, entre hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai. Porque Josué no retiró la mano que había extendido con la lanza hasta que hubo destruido por completo a todos los habitantes de Hai. Los israelitas tomaron para sí las bestias y el botín de la ciudad, conforme a la palabra que el Señor había mandado a Josué. Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, desolada para siempre hasta hoy. Al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche, y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitaran del madero su cuerpo y lo echaran a la puerta de la ciudad. Luego levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 La Palabra (versión española) (BLP)

El Señor dijo entonces a Josué: —Apunta hacia Ay con el dardo que tienes en tu mano, porque te la voy a entregar. Josué apuntó hacia la ciudad con el dardo que tenía en la mano. Tan pronto como extendió la mano, los emboscados salieron rápidamente de su escondite, y entraron a la carrera en la ciudad, se apoderaron de ella e inmediatamente la incendiaron. Los hombres de Ay miraron hacia atrás y vieron la humareda que desde la ciudad subía hacia el cielo; pero ya no tuvieron posibilidad de escapar ni por un lado ni por otro, pues los israelitas que iban huyendo hacia el desierto se volvieron contra los perseguidores. Josué y todo Israel, viendo que los emboscados habían conquistado la ciudad, de la que subía una gran humareda, dieron media vuelta y atacaron a los hombres de Ay. A su vez, los israelitas que habían conquistado la ciudad salieron de la ciudad a su encuentro, de modo que los hombres de Ay se encontraron entre dos fuegos, copados por los israelitas que los derrotaron hasta no dejar con vida a un solo fugitivo. Al rey de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué. Una vez que Israel acabó de matar, en el campo y en el desierto, a todos los habitantes de Ay que habían salido en su persecución —ni uno solo quedó que no cayera a filo de espada—, todo Israel se volvió sobre Ay pasando también a cuchillo a su población. Perecieron aquel día todos los habitantes de Ay: un total de doce mil, entre hombres y mujeres. Josué no retiró la mano que tenía extendida con el dardo hasta que fueron consagrados al exterminio todos los habitantes de Ay. Y conforme el Señor había indicado a Josué, los israelitas se quedaron como botín el ganado y otros enseres de la ciudad. Josué incendió Ay y la convirtió para siempre en un montón de ruinas, en una desolación que todavía hoy permanece. Hizo colgar de un árbol al rey de Ay y lo mantuvo así hasta la puesta del sol en que ordenó bajar el cadáver del árbol; luego lo dejaron tirado junto a la puerta de la ciudad y lo cubrieron con un gran montón de piedras, que existe todavía hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces el Señor dijo a Josué: “Da ya la señal de atacar la ciudad de Ai, que yo te la voy a entregar.” Josué dio la señal, ordenando el ataque. Entonces los que estaban escondidos salieron rápidamente de su escondite, se lanzaron contra la ciudad y la tomaron, y en seguida le prendieron fuego. Cuando los hombres de Ai volvieron atrás la mirada, vieron que el humo de su ciudad subía hasta el cielo. No tenían escapatoria por ningún lado, porque los israelitas que antes huían hacia el desierto, ahora se lanzaban al ataque. En efecto, al ver Josué y todos los israelitas que los que permanecían escondidos habían tomado ya la ciudad y le habían prendido fuego, se volvieron y atacaron a los de Ai. Luego, los que habían tomado la ciudad salieron de ella, de modo que los de Ai quedaron atrapados entre las dos fuerzas israelitas, las cuales atacaron a los de Ai hasta matarlos a todos. Solo dejaron con vida al rey de Ai, al que capturaron y llevaron ante Josué. Después de matar a filo de espada a todos los de Ai que habían salido a perseguirlos, los israelitas regresaron a Ai y mataron a los que quedaban. Aquel día murieron los doce mil habitantes de Ai, hombres y mujeres, pues Josué mantuvo la orden de continuar el ataque a la ciudad hasta destruirlos a todos por completo. Los israelitas se quedaron con los animales y las cosas que había en la ciudad, como el Señor había dicho a Josué, y Josué quemó Ai y la dejó en ruinas para siempre, tal como se ve todavía. Al rey de Ai lo colgó Josué de un árbol, hasta el atardecer; y cuando el sol se puso, mandó que lo bajaran y arrojaran su cadáver a la entrada de la ciudad, y que amontonaran piedras encima de él. El montón de piedras todavía sigue allí.

Compartir
Lee JOSUÉ 8

JOSUÉ 8:18-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Entonces el SEÑOR le ordenó a Josué: «Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad». Y así lo hizo Josué. Al ver esto, los que estaban en la emboscada salieron de inmediato de donde estaban y, entrando en la ciudad, la tomaron y la incendiaron. Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que subía de la ciudad una nube de humo. Entonces se dieron cuenta de que no podían huir en ninguna dirección, porque la gente de Josué que antes huía hacia el desierto ahora se lanzaba contra sus perseguidores. En efecto, tan pronto como Josué y todos los israelitas vieron que los que tendieron la emboscada habían tomado la ciudad y la habían incendiado, se volvieron y atacaron a los de Hai. Los de la emboscada salieron de la ciudad y persiguieron a los guerreros de Hai, y así estos quedaron atrapados por todos lados. Los israelitas atacaron a sus enemigos hasta no dejar ni fugitivos ni sobrevivientes. Al rey de Hai lo capturaron vivo y se lo entregaron a Josué. Después de que los israelitas terminaron de matar a filo de espada, en el campo y el desierto, a todos los guerreros de Hai que habían salido a perseguirlos, regresaron a la ciudad y del mismo modo mataron a todos los que quedaban. Ese día murieron todos los habitantes de Hai, como doce mil hombres y mujeres. Josué mantuvo extendido el brazo con el que sostenía su jabalina, hasta que el ejército israelita exterminó a todos los habitantes de Hai. Y tal como el SEÑOR había mandado, el pueblo se quedó con el botín de guerra y todo el ganado. Luego Josué incendió la ciudad, reduciéndola a escombros, como permanece hasta el día de hoy. También mandó ahorcar en un árbol al rey de Hai, y ordenó que dejaran su cuerpo colgando hasta la tarde. Al ponerse el sol, Josué mandó que bajaran el cuerpo del rey y lo arrojaran a la entrada de la ciudad. Así mismo, pidió que se amontonaran piedras encima del cadáver. Y ese montón de piedras permanece hasta el día de hoy.

Compartir
Lee JOSUÉ 8