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JOSUÉ 2:1-14

JOSUÉ 2:1-14 Reina Valera 2020 (RV2020)

Desde Sitim, Josué, hijo de Nun, envió en secreto dos espías y les dijo: —Id a explorar la tierra y a Jericó. Ellos fueron, entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab y durmieron allí. Entonces le fue dado este aviso al rey de Jericó: —Unos hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. El rey de Jericó mandó a decir a Rahab: —Saca a los hombres que han venido a verte y han entrado a tu casa, porque han llegado para espiar toda la tierra. Pero la mujer, que había tomado a los dos hombres y los había escondido, respondió: —Es verdad que unos hombres vinieron a mi casa, pero no supe de dónde eran. Cuando se iba a cerrar la puerta de la ciudad, pues era ya oscuro, esos hombres salieron y no sé a dónde han ido. Seguidlos aprisa y los alcanzaréis. Pero ella los había hecho subir a la azotea, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos allí. Los hombres salieron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados, y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores. Antes de que los espías se durmieran, ella subió a la azotea y les dijo: —Sé que el Señor os ha dado esta tierra. Os tenemos miedo y todos los habitantes del país tiemblan ante vosotros. Porque hemos oído que el Señor hizo secar las aguas del mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y también lo que habéis hecho con los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, con Sehón y Og, a quienes habéis destruido. Al oír esto, ha desfallecido nuestro corazón, y no ha quedado hombre alguno con ánimo para resistiros, porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego pues, ahora, que me juréis por el Señor, que como yo he tenido misericordia de vosotros, así la tendréis vosotros de la casa de mi padre. Dadme una señal segura de que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo cuanto les pertenece, y que libraréis nuestras vidas de la muerte. Ellos le respondieron: —Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denuncias este asunto que nos concierne; y cuando el Señor nos haya dado la tierra, te trataremos con bondad y lealtad.

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JOSUÉ 2:1-14 La Palabra (versión española) (BLP)

Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles: —Id y reconoced la región y la ciudad de Jericó. Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí. Entonces alguien avisó al rey de Jericó: —Mira, unos israelitas han entrado aquí esta tarde para reconocer el país. El rey de Jericó mandó este recado a Rajab: —Haz salir a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la región. Pero la mujer había escondido a los dos hombres y respondió: —Es cierto que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde procedían; cuando, al anochecer, estaba a punto de cerrarse la puerta de la ciudad, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Si os dais prisa en perseguirlos, los alcanzaréis. Pero ella los había hecho subir a la terraza y los había escondido entre unos manojos de lino que tenía amontonados allí. Salieron unos hombres en su persecución hacia los vados del Jordán, y la puerta de la ciudad se volvió a cerrar en cuanto los perseguidores salieron tras ellos. Todavía no se habían acostado los espías, cuando Rajab subió a la terraza, donde ellos estaban, y les dijo: —Ya sé que el Señor os ha entregado esta tierra, que nos ha invadido el pánico y que todos los habitantes de esta región tiemblan ante vosotros. Nos hemos enterado de cómo el Señor secó las aguas del mar de las Cañas delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y de lo que habéis hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, con Sijón y con Og, a quienes consagrasteis al exterminio. Al enterarnos, ha desfallecido nuestro corazón y vuestra llegada nos ha dejado a todos sin aliento, porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Juradme, pues, ahora por el Señor que así como yo os he tratado con benevolencia, vosotros también trataréis con benevolencia a la casa de mi padre. Dadme una señal segura de que respetaréis la vida de mi padre y de mi madre, de mis hermanos y hermanas, y de todos los suyos, y de que nos libraréis de la muerte. Aquellos hombres le respondieron: —Nuestra vida a cambio de la vuestra, siempre que no nos denunciéis. Cuando el Señor nos haya entregado la tierra, te trataremos a ti con benevolencia y lealtad.

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JOSUÉ 2:1-14 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Desde Sitim, Josué mandó en secreto a dos espías y les dijo: “Id a explorar la región y la ciudad de Jericó.” Ellos fueron, y llegaron a la casa de una prostituta de Jericó que se llamaba Rahab, y allí se quedaron a pasar la noche. Pero alguien dio aviso al rey de Jericó, diciéndole: –Unos israelitas han venido esta noche a explorar la región. Entonces el rey mandó a decir a Rahab: –Saca a los hombres que vinieron a verte y que están en tu casa, porque son espías. Pero ella los escondió y dijo: –Es verdad que unos hombres me visitaron, pero yo no sé de dónde eran. Se fueron al caer la noche, porque a esa hora se cierra la puerta de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Pero si salís en seguida a perseguirlos, los podréis alcanzar. En realidad, ella los había hecho subir a la azotea, y estaban allí, escondidos entre unos manojos de lino puestos a secar. Los hombres del rey los persiguieron en dirección del río Jordán, hasta los vados. Tan pronto como los soldados salieron, fue cerrada la puerta de la ciudad. Entonces, antes que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea y les dijo: –Yo sé que el Señor os ha dado esta tierra, porque él ha hecho que nosotros os tengamos mucho miedo. Todos los que viven aquí están aterrados por causa vuestra. Sabemos que cuando salisteis de Egipto, Dios secó el agua del mar Rojo para que vosotros lo pasarais. También sabemos que aniquilasteis por completo a Sihón y a Og, los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del río Jordán. Es tanto el miedo que nos entró al saberlo, que nadie se atreve a enfrentarse con vosotros. Porque el Señor, el Dios vuestro, es Dios lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra. Por eso yo os pido que me juréis aquí mismo, por el Señor, que trataréis bien a mi familia, de la misma manera que yo os he tratado bien a vosotros. Dadme una prueba de vuestra sinceridad y perdonad la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo. ¡Salvadnos de la muerte! Ellos le contestaron: –Con nuestra propia vida responderemos de la vuestra, con tal de que tú no digas nada de este asunto. Cuando el Señor nos haya dado esta tierra, nosotros te trataremos bien y con lealtad.

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JOSUÉ 2:1-14 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Luego Josué hijo de Nun envió secretamente, desde Sitín, a dos espías con la siguiente orden: «Id a explorar la tierra, especialmente Jericó». Cuando los espías llegaron a Jericó, se hospedaron en la casa de una prostituta llamada Rajab. Pero el rey de Jericó se enteró de que dos espías israelitas habían entrado esa noche en la ciudad para reconocer el país. Así que le envió a Rajab el siguiente mensaje: «Echa fuera a los hombres que han entrado en tu casa, pues vinieron a espiar nuestro país». Pero la mujer, que ya había escondido a los espías, le respondió al rey: «Es cierto que unos hombres vinieron a mi casa, pero no sé quiénes eran ni de dónde venían. Salieron cuando empezó a oscurecer, a la hora de cerrar las puertas de la ciudad, y no sé a dónde se fueron. Id tras ellos; tal vez los alcancéis». (En realidad, la mujer había llevado a los hombres al techo de la casa y los había escondido entre los manojos de lino que allí secaba). Los hombres del rey fueron tras los espías, por el camino que lleva a los vados del río Jordán. En cuanto salieron, las puertas de Jericó se cerraron. Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió al techo y les dijo: ―Yo sé que el SEÑOR os ha dado esta tierra, y por eso estamos aterrorizados; todos los habitantes del país están muertos de miedo ante vosotros. Tenemos noticias de cómo el SEÑOR secó las aguas del Mar Rojo para que vosotros pasarais, después de haber salido de Egipto. También hemos oído cómo destruisteis completamente a los reyes amorreos, Sijón y Og, al este del Jordán. Por eso estamos todos tan amedrentados y descorazonados frente a vosotros. Yo sé que el SEÑOR y Dios es Dios de dioses tanto en el cielo como en la tierra. Por lo tanto, os pido ahora mismo que juréis en el nombre del SEÑOR que seréis bondadosos con mi familia, como yo lo he sido con vosotros. Quiero que me deis como garantía una señal de que perdonaréis la vida de mis padres, de mis hermanos y de todos los que viven con ellos. ¡Jurad que nos salvaréis de la muerte! ―¡Juramos por nuestra vida que la vuestra no correrá peligro! —contestaron ellos—. Si no nos delatas, seremos bondadosos contigo y cumpliremos nuestra promesa cuando el SEÑOR nos entregue este país.

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