JONÁS 2:5-10
JONÁS 2:5-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Las aguas me envolvieron hasta el alma, me cercó el abismo, el alga se enredó en mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes. La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, Señor, Dios mío. Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé del Señor, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, abandonan tu misericordia. Mas yo, con voz de alabanza, te ofreceré sacrificios; Cumpliré lo que te prometí. ¡La salvación viene del Señor! Entonces el Señor dio orden al pez, el cual vomitó a Jonás en tierra.
JONÁS 2:5-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Las aguas me rodeaban por completo, me cubría el mar profundo y las algas se enredaban en mi cabeza. Me hundí hasta el fondo del abismo: ¡Ya me sentía su eterno prisionero! Pero tú, Señor, mi Dios, me salvaste de la muerte. Al ver que la vida se me iba, me acordé de ti, Señor; mi oración llegó a ti en tu santo templo. Los que siguen a los ídolos dejan de serte leales; pero yo, con voz de gratitud, te ofreceré sacrificios; cumpliré las promesas que te hice. ¡Tan sólo tú, Señor, puedes salvar!” Entonces el Señor dispuso que el pez vomitara a Jonás en tierra firme.
JONÁS 2:5-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Me dije: «He sido expulsado lejos de tu presencia, pero aún volveré a ver tu Templo santo». Las aguas me anegaron hasta el cuello, el abismo me envolvía, las algas se enredaban en mi cabeza. Me hundí hasta el cimiento de los montes; la tierra se cerraba tras de mí para siempre. Sin embargo tú, Señor Dios mío, me hiciste salir vivo de la tumba. Estando ya sin aliento, me acordé del Señor y elevé hacia ti mi oración, hacia tu santo Templo. Los que adoran a ídolos vanos, es que han olvidado tu amor. Mas yo, con un canto agradecido, te he de presentar sacrificios: ¡cumpliré lo que he prometido! ¡La salvación se halla en el Señor!
JONÁS 2:5-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Las aguas me llegaban hasta el cuello, lo profundo del océano me envolvía; las algas se me enredaban en la cabeza, arrastrándome a los cimientos de las montañas. Me tragó la tierra, y para siempre sus cerrojos se cerraron sobre mí. Pero tú, SEÑOR, Dios mío, me rescataste de la fosa. »Al sentir que se me iba la vida, me acordé del SEÑOR, y mi oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. »Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de Dios. Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del SEÑOR!» Entonces el SEÑOR dio una orden y el pez vomitó a Jonás en tierra firme.