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JOB 6:1-30

JOB 6:1-30 Reina Valera 2020 (RV2020)

Respondió entonces Job: ¡Ojalá pudieran pesarse mi queja y mi tormento, y fueran puestos igualmente en la balanza! Pesarían ahora más que la arena del mar. Por eso, mis palabras han sido precipitadas, porque las flechas del Todopoderoso se me han clavado, su veneno lo ha bebido mi espíritu, y los terrores de Dios combaten contra mí. ¿Acaso gime el asno salvaje junto a la hierba? ¿Acaso muge el buey junto a su pasto? ¿Acaso se come sin sal lo desabrido o tiene sabor la clara del huevo? Las cosas que yo ni siquiera quería tocar son ahora mi alimento. ¡Quién diera que se cumpliese mi petición, que Dios me otorgara lo que anhelo: que agradara a Dios destruirme, que soltara su mano y acabara conmigo! Sería entonces mi consuelo, cuando el dolor me asaltara sin tregua, no haber renegado de las palabras del Santo. ¿Cuál es mi fuerza para mantener la esperanza? ¿Cuál es mi fin para proseguir con paciencia? ¿Soy acaso tan fuerte como las piedras? ¿Es mi carne como el bronce? ¿No es cierto que ni aun a mí mismo me puedo valer, y que carezco de todo auxilio? El que sufre es consolado por su compañero, incluso aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me han traicionado como un torrente; han pasado como las corrientes impetuosas que bajan turbias por el deshielo y mezcladas con la nieve, que al llegar el verano se secan, y con el calor desaparece su cauce. Los caminantes se apartan de su rumbo y se pierden en el desierto. Las caravanas de Temán buscan esas aguas, y los caminantes de Sabá suspiran por ellas; pero se frustra su esperanza al venir hasta ellas y ver que ya no existen. Ahora, ciertamente como ellas sois vosotros, pues habéis visto el horror y tenéis miedo. ¿Acaso os he pedido algo o me he aprovechado de vuestros bienes para que me librarais de manos del opresor, o me rescataseis del poder de los violentos? Instruidme, y yo callaré; hacedme entender en qué he errado. ¡Cuán provechosas son las palabras rectas! Pero ¿qué reprocha vuestra censura? ¿Pretendéis censurar las palabras y los discursos de un desesperado, que son como el viento? Vosotros os arrojáis sobre el huérfano y caváis una fosa para vuestro amigo. Ahora, pues, si queréis, miradme, y ved si estoy mintiendo ante vosotros. Consideradlo ahora de nuevo, pero no seáis injustos; reconsiderad mi causa y ved si es justa. ¿Es que hay iniquidad en mi lengua, o acaso no puede mi paladar discernir lo malo?

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JOB 6:1-30 La Palabra (versión española) (BLP)

Job respondió así: Si se pudiera calcular mi dolor junto con mis males en una balanza, pesarían más que la arena del mar; por eso desatino al hablar. Llevo clavadas en mí las flechas del Todopoderoso; mi garganta absorbe su veneno, los terrores de Dios me acechan. ¿Rebuzna el onagro al ver la hierba?, ¿muge el buey a la vista del forraje? ¿Come alguien lo soso sin sal o saca gusto al jugo de malva? Lo que mi boca se negaba a comer es ahora mi alimento de enfermo. Ojalá se cumpliese mi petición y Dios respondiese a mi esperanza: que tuviese a bien triturarme y arrancase mi trama con su mano. Me serviría por lo menos de consuelo, aun torturado sin piedad me alegraría pues nunca he rechazado las palabras del Santo. ¿Me quedan fuerzas para esperar o tengo una meta que me impulsa a seguir? ¿Soy acaso fuerte como las rocas o es acaso mi cuerpo de bronce? Ya no puedo valerme por mí mismo y no espero que alguien me auxilie. El enfermo cuenta con la piedad de su amigo, aunque no tema al Todopoderoso; pero mis hermanos me engañan como un torrente, como una rambla cuando ha pasado la riada. Cuando se funde el hielo [los torrentes] bajan turbios, crecidos con la nieve derretida; pero llega el estiaje y se secan, el calor reseca su cauce; las huellas de su curso se difuminan, desaparecen cuando penetran en el desierto. Los divisan las caravanas de Temá, los buscan los comerciantes de Sabá; mas su esperanza acaba frustrada: al llegar se sienten defraudados. También vosotros sois nada, veis un desastre y tembláis. ¿Acaso os he pedido algo o me he aprovechado de vuestros bienes para que me librarais de manos enemigas o me rescataseis de manos violentas? Si me explicáis las cosas, callaré; hacedme ver en qué me he equivocado; los argumentos razonados persuaden, ¿pero qué demuestran vuestras razones? ¡Creéis que un discurso zanja una cuestión y que solo es viento la voz desesperada! Seríais capaces de rifaros un huérfano, de poner precio a vuestro propio amigo. Miradme ahora frente a frente, que no he de mentiros a la cara. Volved, y que no haya trampas; volved, que sigue intacta mi honradez. ¿Percibís malicia en mi lengua? ¿No distingo lo que es falso cuando hablo?

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JOB 6:1-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Si todas mis penas y desgracias pudieran pesarse en una balanza, pesarían más que la arena del mar. Por eso he hablado con pasión. El Todopoderoso ha clavado en mí sus flechas y el veneno de ellas me corre por el cuerpo. Dios me ha llenado de terror con sus ataques. ¿Acaso rebuzna el asno, si tiene hierba? ¿O brama el toro, si tiene pasto? ¿Quién come sin sal una cosa desabrida? ¿Qué gusto tiene una cosa sin sabor? Pues lo que jamás quise comer es ahora mi alimento. ¡Ojalá Dios me conceda lo que le pido; ojalá me cumpla lo que deseo! ¡Ojalá Dios se decida por fin a aplastarme y acabar con mi vida! A pesar de la violencia del dolor, eso sería un gran consuelo para mí, pues siempre he respetado las leyes del Dios santo. Ya no me quedan fuerzas para resistir ni razón alguna para seguir viviendo. No tengo la dureza de la roca ni la consistencia del bronce. No puedo valerme por mí mismo ni cuento con ningún apoyo. Al amigo que sufre se le ama, aun cuando no haya sido fiel al Todopoderoso. Pero vosotros, mis amigos, me habéis fallado como arroyos que se quedan secos. El agua baja turbia, revuelta con el hielo y la nieve; pero pasa el deshielo y se secan los arroyos, viene el calor y se acaba el agua. Hacen que las caravanas se desvíen de su camino, y que avancen por el desierto y mueran. Las caravanas de Temá y de Sabá buscan llenas de esperanza esos arroyos, pero al llegar se ven decepcionadas, queda frustrada su esperanza. Así sois vosotros para mí: veis mi horrible situación, y sentís miedo. Pero yo no os he pedido nada: ni que deis dinero por salvarme, ni que me libréis de un enemigo o me rescatéis de manos de los bandidos. Dadme lecciones, y guardaré silencio: mostradme el error que he cometido. Nadie puede rechazar un argumento correcto, pero vosotros me habéis acusado sin razón. Me criticáis por mis palabras, palabras locas que se lleva el viento. ¡Capaces sois de jugaros la vida de un huérfano y aun de vender a vuestro propio amigo! Miradme ahora cara a cara; decidme si miento. Retirad lo dicho, no seáis injustos; reconoced que tengo razón. ¿Acaso creéis que soy un mentiroso que no se da cuenta de lo que dice?

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JOB 6:1-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

A esto Job respondió: «¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia! ¡Sin duda pesarían más que la arena de los mares! ¡Por algo mis palabras son tan impetuosas! Las saetas del Todopoderoso me han herido, y mi espíritu absorbe su veneno. ¡Dios ha enviado sus terrores contra mí! ¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba? ¿Muge el buey si tiene forraje? ¿Puede comerse sin sal la comida desabrida? ¿Tiene algún sabor la clara de huevo? Mi paladar se niega a probarla; ¡esa comida me enferma! »¡Ah, si Dios me concediera lo que pido! ¡Si Dios me otorgara lo que anhelo! ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo, a descargar su mano sobre mí y aniquilarme! Aun así me quedaría este consuelo, esta alegría en medio de mi implacable dolor: ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo! »¿Qué fuerzas me quedan para seguir esperando? ¿Qué fin me espera para querer vivir? ¿Tengo acaso la fuerza de la roca? ¿Acaso tengo piel de bronce? ¿Cómo puedo valerme por mí mismo, si me han quitado todos mis recursos? »Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad. Pero mis hermanos son arroyos inconstantes; son corrientes desbordadas: se enturbian cuando el hielo se derrite, se ensanchan al derretirse la nieve, pero dejan de fluir durante las sequías, ¡en pleno calor desaparecen de sus lechos! Las caravanas se apartan de sus rutas; se encaminan al desierto, y allí mueren. Las caravanas de Temá van en busca de agua, los mercaderes de Sabá abrigan esperanzas. Se desaniman, a pesar de su confianza; llegan allí y se quedan frustrados. Lo mismo pasa con vosotros: ¡veis algo espantoso, y os asustáis! ¿Quién os ha pedido que me deis algo, o que paguéis con vuestro dinero mi rescate? ¿Quién os ha pedido que me libréis de mi enemigo, o que me rescatéis de las garras de los tiranos? »Instruidme, y me quedaré callado; mostradme en qué estoy equivocado. Las palabras justas no ofenden, ¡pero vuestros argumentos no prueban nada! ¿Me vais a juzgar por mis palabras, sin ver que provienen de un desesperado? ¡Vosotros echaríais suertes hasta por un huérfano, y venderíais a vuestro amigo por cualquier cosa! »Tened la bondad de mirarme a los ojos. ¿Creéis que os mentiría en vuestra propia cara? Reflexionad, no seáis injustos; reflexionad, que en esto radica mi integridad. ¿Acaso hay maldad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir la maldad?

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