JOB 39:1-17
JOB 39:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)
¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿Has mirado tú cuando las ciervas están pariendo? ¿Has contado tú los meses de su preñez y sabes el tiempo cuando han de parir? Se encorvan, hacen salir a sus hijos y pasan sus dolores. Sus hijos se robustecen y crecen con el pasto; luego se van y ya no regresan. ¿Quién dio libertad al asno salvaje? ¿Quién soltó sus ataduras? Yo le di por casa el desierto, puse su morada en lugares estériles. Él se burla del bullicio de la ciudad y no oye las voces del arriero. En lo escondido de los montes está su pasto y anda en busca de toda cosa verde. ¿Querrá el búfalo servirte a ti o quedarse en tu pesebre? ¿Podrás ponerle al búfalo un arado para abrir el surco? ¿Irá detrás de ti para labrar los valles? ¿Confiarás en él porque tiene una fuerza descomunal? ¿Le encomendarías tu labor? ¿Lo dejarías recoger el grano y juntarlo en tu era? ¿Le has dado tú sus hermosas alas al pavo real, o sus alas y plumas al avestruz? Este desampara en la tierra sus huevos, los calienta sobre el polvo y olvida que el pie los puede pisar y que una fiera del campo puede aplastarlos. Es duro para con sus crías, como si no fueran suyas, y no teme que su trabajo haya sido en vano, porque Dios lo privó de sabiduría y no le dio inteligencia.
JOB 39:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)
¿Sabes cuándo paren las rebecas o has asistido alguna vez al parto de las ciervas? ¿Has contado sus meses de gestación y conoces el tiempo en que paren, cuando, acurrucadas, echan a sus crías, y expulsan fuera a sus hijos? Sus cachorros crecen sanos, se hacen adultos en el campo, se van y ya no regresan. ¿Quién deja en libertad al onagro o desata al asno salvaje, al que di la estepa por morada, la tierra reseca por hogar? Se ríe del bullicio del pueblo, no escucha la voz del arriero. Busca su pasto en los montes, rastrea cualquier hierba tierna. ¿Crees que el búfalo te prestará un servicio y pasará la noche en tu establo? ¿Lo atarías al arado en la besana y rastrillaría el campo labrado tras de ti? ¿Te fiarías de su fuerza descomunal, hasta cederle el peso de tus tareas? ¿Le confiarías la cosecha del cereal y su acarreo después de la trilla? El avestruz aletea con arrogancia, como si tuviese alas de cigüeña. Pero pone sus huevos en el suelo y deja que se incuben en la arena sin pensar que pueden ser pisados o aplastados por una fiera salvaje. Se muestra cruel con sus pollos, igual que si no fuesen suyos; no le importa fatigarse en vano. Es que Dios le negó sabiduría, no le dio su porción de inteligencia.
JOB 39:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¿Sabes tú cuándo paren las cabras monteses? ¿Has visto parir a las hembras del venado? ¿Sabes cuántos meses necesitan para que den a luz? Al parir se encorvan, y entonces nacen sus crías. Luego estas se hacen fuertes, crecen en el campo y al fin se van y no regresan. ¿Quién dio libertad al asno salvaje? ¿Quién lo dejó andar suelto? Yo le señalé, como lugar donde vivir, el desierto y las llanuras salitrosas. No le gusta el ruido de la ciudad ni obedece a los gritos del arriero. Recorre las lomas en busca de pasto, buscando cualquier hierba verde para comer. ¿Crees que el toro salvaje querrá servirte y pasar la noche en tu establo? ¿Podrás atarlo al yugo y obligarlo a arar o a ir detrás de ti rastrillando el campo? ¿Podrás confiar en él porque es tan fuerte, y dejar que te haga tus trabajos? ¿Crees que te servirá para recoger tu cosecha y para juntar el grano en tu era? Ahí tienes al avestruz: aletea alegremente, como si tuviera alas de cigüeña, y abandona los huevos en la arena para que se incuben al calor del sol. No piensa que alguien puede aplastarlos, que algún animal puede pisotearlos. Es cruel con sus crías, como si no fueran suyas, y no le importa que resulte inútil su trabajo. Es que yo no le di inteligencia; le negué el buen sentido.
JOB 39:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»¿Sabes cuándo los íbices tienen sus crías? ¿Has visto el parto de las gacelas? ¿Has contado los meses de su gestación? ¿Sabes cuándo paren? Al tener sus crías se encorvan, y allí terminan sus dolores de parto. Crecen sus crías, y en el bosque se hacen fuertes; luego se van y ya no vuelven. »¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes? ¿Quién les desata las cuerdas? Yo les di el páramo por morada, el yermo por hábitat. Se burlan del ajetreo de la ciudad; no prestan atención a los gritos del arriero. Recorren los cerros en busca de pastos, en busca de verdes prados. »¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte? ¿Pasará la noche en tus establos? ¿Puedes mantenerlo en el surco con la soga? ¿Irá en pos de ti labrando los valles? ¿Pondrás tu confianza en su tremenda fuerza? ¿Echarás sobre sus lomos tu pesado trabajo? ¿Puedes confiar en él para que acarree tu grano y lo junte en el lugar donde lo trillas? »El avestruz bate alegremente sus alas, pero su plumaje no es como el de la cigüeña. Pone sus huevos en la tierra, los deja empollar en la arena, sin que le importe aplastarlos con sus patas, o que las bestias salvajes los pisoteen. Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos, y no le importa haber trabajado en vano, pues Dios no le dio sabiduría ni le impartió su porción de buen juicio.