JOB 30:1-15
JOB 30:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero ahora se burlan de mí muchachos más jóvenes que yo, a cuyos padres no habría puesto al frente de los perros de mi rebaño. La fuerza de sus brazos no servía, pues estaban carentes de vigor. Agotados por la hambruna y la miseria, andaban royendo por la estepa, de noche, en desolada soledad; buscaban armuelle entre las matas, comían raíces de retama. Aislados de la vida en sociedad, ahuyentados lo mismo que ladrones, vivían en taludes de barrancas, en grutas y en grietas de la roca; aullaban metidos en la maleza, refugiados debajo de espinos. ¡Gente villana y sin nombre, expulsada a golpes del país! Pero ahora me sacan coplas, convertido en tema de sus burlas; se alejan de mí, me aborrecen, e incluso me escupen al pasar. Dios me ha debilitado y afligido, por eso me humillan desenfrenados. A mi derecha se alza una chusma que hace que mis pasos flaqueen, que piensa el modo de exterminarme. Deshacen mi sendero, traman con afán mi ruina, nadie les pone freno; irrumpen como por ancha brecha, al asalto, en medio del estruendo. Se desatan contra mí los terrores, se llevan como viento mi dignidad, como nube se disipa mi prestigio.
JOB 30:1-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero ahora se ríen de mí muchachos más jóvenes que yo, a cuyos padres no hubiera yo aceptado ni siquiera entre los perros que cuidaban mis rebaños. ¿De qué me habría servido la fuerza de sus brazos? Ellos eran gentes debilitadas por el hambre terrible y la necesidad. De noche, en el desierto solitario, andaban royendo raíces secas, arrancaban hierbas amargas de los matorrales y hasta comían raíces de retama. Eran gentes rechazadas por la sociedad, perseguidas a gritos como los ladrones; tenían que vivir en cuevas, en los barrancos y entre los peñascos; aullaban en la maleza, amontonados bajo los matorrales. Gentes inútiles, hijos de nadie, indignos de vivir en el país. Pero ahora ellos se burlan y hacen chistes a costa mía. Con repugnancia se alejan de mí y hasta me escupen en la cara. Ahora que estoy desarmado y humillado, no me tienen ningún respeto. A mi lado se presentan en tropel, me hacen caer, me atacan y procuran darme muerte. Me cierran el camino, para destruirme, y nadie los detiene. Como por un boquete abierto en la muralla, se lanzan sobre mí con gran estruendo. El terror cayó sobre mí; mi dignidad huyó como el viento; mi prosperidad, como una nube.
JOB 30:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»¡Y ahora resulta que de mí se burlan muchachos a cuyos padres no habría puesto ni con mis perros ovejeros! ¿De qué me habría servido la fuerza de sus manos, si no tenían ya fuerza para nada? Retorciéndose de hambre y de necesidad, rondaban en la noche por tierras desoladas, por páramos deshabitados. En las breñas recogían hierbas amargas y comían raíces de retama. Habían sido excluidos de la comunidad, acusados a gritos como ladrones. Se vieron obligados a vivir en el lecho de los arroyos secos, entre las grietas y en las cuevas. Bramaban entre los matorrales, se amontonaban entre la maleza. Gente vil, generación infame, fueron expulsados de la tierra. »¡Y ahora resulta que soy tema de sus parodias! ¡Me he vuelto su hazmerreír! Les doy asco, y se alejan de mí; no vacilan en escupirme en la cara. Ahora que Dios me ha humillado por completo, no se refrenan en mi presencia. A mi derecha, me ataca el populacho; tienden trampas a mis pies y levantan rampas de asalto para atacarme. Han irrumpido en mi camino; sin ayuda de nadie han logrado destruirme. Avanzan como a través de una ancha brecha; irrumpen entre las ruinas. El terror me ha sobrecogido; mi dignidad se esfuma como el viento, ¡mi salvación se desvanece como las nubes!
JOB 30:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo, a cuyos padres no consideraba dignos de estar junto a los perros de mi ganado, pues ¿de qué me hubiera servido la fuerza de sus manos, si no tenían ya ningún vigor? A causa de la pobreza y del hambre andaban solitarios, huían a la soledad, a lugares tenebrosos, desolados y desiertos. Recogían malvas entre los arbustos y raíces de enebro para calentarse. Los echaban de en medio de la gente y todos les gritaban como a ladrones. Vivían en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra y entre las rocas. Bramaban entre las matas y se reunían debajo de los espinos. Hijos de gente vil, hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra. ¡Y ahora yo soy objeto de su burla y les sirvo de refrán! Me abominan, se alejan de mí y no dejan de escupirme en el rostro. Porque Dios ha desatado la cuerda y me ha afligido, por eso ya no me tienen ningún respeto. A mi derecha se levanta el populacho, empujan mis pies y preparan caminos para mi ruina. Desbaratan mi senda, se aprovechan de mi quebrantamiento, y no tengo quien me auxilie contra ellos. Avanzan como por una brecha ancha, se precipitan sobre los escombros. Se desatan contra mí los terrores, se llevan como viento mi dignidad, y como una nube se ha esfumado mi prosperidad.