JOB 15:1-16
JOB 15:1-16 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El sabio no responde con palabras huecas ni se hincha con razones que sólo son viento; no habla por hablar ni usa argumentos sin valor. Pero tú acabas con la reverencia a Dios: ¡destruyes la devoción sincera! Tu mala conciencia hace que hables así y que uses palabras engañosas. No hace falta que yo te acuse, pues tu propia boca te condena. ¿Piensas que antes de ti no había nadie o que ni siquiera existían las montañas? ¿Acaso te crees el consejero privado de Dios o el único sabio del mundo? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué conoces tú que nosotros ignoremos? ¡Nosotros somos gente ya madura, con más experiencia que tu propio padre! ¿No te basta con que Dios mismo te consuele y con que te hablemos suavemente? ¿Por qué te dejas llevar de la pasión y echas chispas por los ojos? ¿Por qué te enfureces contra Dios y das rienda suelta a tus protestas? No hay hombre que sea puro ni que esté libre de culpa. Si ni aun los ángeles merecen toda su confianza, si ni siquiera el cielo es puro a sus ojos, ¡mucho menos el hombre, corrompido y despreciable, que hace el mal como quien bebe agua!
JOB 15:1-16 Reina Valera 2020 (RV2020)
Replicó Elifaz el temanita: ¿Responderá el sabio con vana sabiduría, y llenará su vientre de viento del este? ¿Disputará con palabras inútiles y con razones sin provecho? Tú también destruyes el temor a Dios, y menoscabas la oración delante de él. Por cuanto tu boca ha revelado tu iniquidad, pues has escogido el hablar con astucia, tu propia boca te condenará, no yo; y tus labios testificarán contra ti. ¿Acaso naciste tú antes que Adán? ¿Fuiste formado antes que los collados? ¿Oíste tú acaso el secreto de Dios? ¿Está limitada a ti la sabiduría? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú que nosotros no entendamos? Cabezas canas y hombres muy ancianos hay entre nosotros, mucho más avanzados en días que tu padre. ¿En tan poco tienes el consuelo que viene de Dios y las amables palabras que se te dicen? ¿Por qué permites que el enojo te domine y que tus ojos brillen de rabia? ¿Por qué contra Dios vuelves tu espíritu, y lanzas tales palabras por tu boca? ¿Qué es el ser humano para que sea puro, para que se justifique el nacido de mujer? Dios en sus santos no confía, y ni aun los cielos son puros delante de sus ojos; ¿cuánto menos el hombre, este ser abominable y vil que bebe la iniquidad como agua?
JOB 15:1-16 La Palabra (versión española) (BLP)
Elifaz de Temán respondió así: ¿Da un sabio respuestas vanas? ¿Llena su vientre de viento del este? ¿Propone argumentos inútiles, palabras que no valen nada? Peor tú, que te muestras impío y anulas así los coloquios con Dios. Tu pecado inspira tus palabras, usas el lenguaje de la astucia. Tu boca te condena, no yo; tus labios testifican contra ti. ¿Eres el primogénito de la humanidad y te engendraron antes que a las colinas? ¿Has asistido al consejo divino? ¿Solo tú posees sabiduría? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos, qué entiendes tú que nosotros no entendamos? Entre nosotros hay ancianos venerables, más repletos de días que tu padre. ¿Te sabe a poco el consuelo de Dios, las amables palabras que escuchas? ¿Por qué dejas que te domine la pasión y miras con ojos desorbitados, haciendo a Dios objeto de tu cólera y lanzando esas palabras por tu boca? ¿Qué es el ser humano para sentirse puro, el nacido de mujer para creerse inocente? Si Dios no confía en sus santos ni le parecen puros los cielos, ¿qué decir del infame y corrompido, del ser humano que se sacia de maldad?
JOB 15:1-16 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Replicó entonces Elifaz de Temán: «El sabio no responde con vana sabiduría ni explota en violenta verborrea. Tampoco discute con argumentos vanos ni con palabras huecas. Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios y tomas a la ligera la devoción que él merece. Tu maldad pone en acción tu boca; hablas igual que los pícaros. Tu propia boca te condena, no la mía; tus propios labios testifican contra ti. »¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido? ¿Naciste acaso antes que los montes? ¿Tienes parte en el consejo de Dios? ¿Acaso eres tú el único sabio? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué has percibido que nosotros ignoremos? Las canas y la edad están de nuestra parte, tenemos más experiencia que tu padre. ¿No te basta que Dios mismo te consuele y que se te hable con cariño? ¿Por qué te dejas llevar por el enojo? ¿Por qué te relampaguean los ojos? ¿Por qué desatas tu enojo contra Dios y das rienda suelta a tu lengua? »¿Qué es el hombre para creerse puro, y el nacido de mujer para alegar inocencia? Si Dios no confía ni en sus santos siervos, y ni siquiera considera puros a los cielos, ¡cuánto menos confiará en el hombre, que es vil y corrupto y tiene sed del mal!