JUAN 9:1-12
JUAN 9:1-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
Iba caminando Jesús y vio a un hombre ciego de nacimiento. Entonces le preguntaron sus discípulos: —Rabí, ¿quién pecó para que este haya nacido ciego, él o sus padres? Respondió Jesús: —Ni pecó él ni pecaron sus padres. Ha ocurrido así para que las obras de Dios se manifiesten en él. Mientras sea de día, nos es necesario hacer las obras del que me envió, porque cuando viene la noche, ya nadie puede trabajar. Mientras que estoy en el mundo, soy la luz del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva, untó con él los ojos del ciego y le dijo: —Ve a lavarte en el estanque de Siloé —que traducido significa «enviado»—. El ciego fue, se lavó y regresó viendo. Los vecinos y quienes antes habían visto que era ciego decían: —¿No es este el que sentado, pide limosna? Unos decían: —Sí, es él. Otros: —Se le parece. Y él mismo afirmaba: —Yo soy. Entonces le preguntaron: —¿Cómo has recobrado la vista? Y respondió: —Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: «Ve a Siloé y lávate». Y yo fui, me lavé y recobré la vista. Le dijeron: —¿Dónde está él? Él respondió: —No sé.
JUAN 9:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Iba Jesús de camino cuando vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: —Maestro, ¿quién tiene la culpa de que haya nacido ciego este hombre? ¿Sus pecados o los de sus padres? Jesús respondió: —Ni sus propios pecados ni los de sus padres tienen la culpa; nació así para que el poder de Dios resplandezca en él. Mientras es de día debemos realizar lo que nos ha encomendado el que me envió; cuando llega la noche, nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo un poco de lodo y lo extendió sobre los ojos del ciego. Después le dijo: —Ahora vete y lávate en el estanque de Siloé (palabra que significa «enviado»). El ciego fue, se lavó y, cuando regresó, ya veía. Sus vecinos y todos cuantos lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban: —¿No es este el que se sentaba por aquí y pedía limosna? Unos decían: —Sí, es el mismo. Otros, en cambio, opinaban: —No es él, sino uno que se le parece. Pero el propio interesado aseguraba: —Soy yo mismo. Ellos le preguntaron: —¿Y cómo has conseguido ver? Él les contestó: —Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de lodo con su saliva, me lo extendió sobre los ojos y me dijo: «Vete y lávate en el estanque de Siloé». Fui, me lavé y comencé a ver. Le preguntaron: —¿Y dónde está ahora ese hombre? Respondió: —No lo sé.
JUAN 9:1-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Yendo de camino vio Jesús a un hombre que había nacido ciego. Los discípulos le preguntaron: –Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres o por su propio pecado? Jesús les contestó: –Ni por su propio pecado ni por el de sus padres, sino para que en él se demuestre el poder de Dios. Mientras es de día tenemos que hacer el trabajo que nos ha encargado el que me envió; luego viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo. Dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y untó con él los ojos del ciego. Luego le dijo: –Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: “Enviado”). El ciego fue y se lavó, y al regresar ya veía. Los vecinos y los que otras veces le habían visto pedir limosna se preguntaban: –¿No es este el que se sentaba a pedir limosna? Unos decían: –Sí, es él. Y otros: –No, no es él, aunque se le parece. Pero él decía: –Sí, soy yo. Le preguntaron: –¿Y cómo es que ahora puedes ver? Él contestó: –Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: ‘Ve al estanque de Siloé y lávate.’ Yo fui, me lavé y comencé a ver. Unos le preguntaron: –¿Dónde está ese hombre? Él respondió: –No lo sé.
JUAN 9:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
A su paso, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ―Rabí, para que este hombre haya nacido ciego, ¿quién pecó, él o sus padres? ―Ni él pecó, ni sus padres —respondió Jesús—, sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida. Mientras sea de día, tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió. Viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en el suelo, hizo barro con la saliva y lo untó en los ojos del ciego, diciéndole: ―Ve y lávate en el estanque de Siloé (que significa: Enviado). El ciego fue y se lavó, y al volver ya veía. Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?» Unos aseguraban: «Sí, es él». Otros decían: «No es él, sino que se le parece». Pero él insistía: «Soy yo». ―¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron. ―Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver. ―¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron. ―No lo sé —respondió.