JUAN 7:37-40
JUAN 7:37-40 La Palabra (versión española) (BLP)
El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, puesto en pie, proclamó en alta voz: —Si alguien tiene sed, que venga a mí y que beba el que cree en mí. La Escritura dice que de sus entrañas brotarán ríos de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. El Espíritu, en efecto, no se había hecho presente todavía, porque Jesús aún no había sido glorificado. Algunos de los que estaban escuchando estas palabras afirmaban: —Seguro que este es el profeta esperado.
JUAN 7:37-40 Reina Valera 2020 (RV2020)
El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, se puso en pie y alzó la voz diciendo: —Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir quienes creyeran en él. El Espíritu en efecto, no se había hecho presente todavía, porque Jesús aún no había sido glorificado. Al oír estas palabras, algunas personas de la multitud aseguraban: —Verdaderamente, este es el Profeta.
JUAN 7:37-40 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El último día de la fiesta, que era el más importante, Jesús, puesto en pie, dijo con voz fuerte: –¡El que tenga sed, venga a mí; el que cree en mi, que beba! Como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. Con esto quería decir Jesús que quienes creyesen en él recibirían el Espíritu. Y es que el Espíritu todavía no había venido, porque Jesús aún no había sido glorificado. Entre la gente se encontraban algunos que al oir estas palabras dijeron: –Seguro que este hombre es el profeta.
JUAN 7:37-40 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: ―¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía. Al oír sus palabras, algunos de entre la multitud decían: «Verdaderamente este es el profeta».