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JUAN 7:1-31

JUAN 7:1-31 Reina Valera 2020 (RV2020)

Después de estas cosas, andaba Jesús por Galilea. No quería ir a Judea porque los judíos intentaban matarle. Estaba cerca la fiesta judía de los Tabernáculos, y le dijeron sus hermanos: —Sal de aquí y vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces porque nadie que procure darse a conocer actúa en secreto. Si realizas estas cosas, date a conocer al mundo. Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Entonces Jesús les dijo: —Mi tiempo aún no ha llegado. En cambio, para vosotros todo momento es oportuno. A vosotros el mundo no puede odiaros, pero a mí me odia porque yo doy testimonio de que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo todavía, porque mi tiempo aún no ha llegado. Y dicho esto, se quedó en Galilea. Después de que los hermanos de Jesús subieron a la fiesta, entonces también él subió, pero no públicamente, sino como en secreto. Los judíos le buscaban en la fiesta y decían: —¿Dónde estará aquel? Y entre la gente había muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es bueno»; otros: «No, engaña a la gente». Sin embargo, nadie se atrevía a hablar abiertamente por miedo a los judíos. Pero a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo y comenzó a enseñar. Los judíos sorprendidos, se preguntaban: —¿Cómo sabe este de letras sin haber estudiado? Jesús les respondió: —Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. Si alguien quiere hacer la voluntad del que me envió, comprobará si mi enseñanza es de Dios o si hablo yo por mi propia cuenta. Quien habla por su propia cuenta lo que anda buscando es su propia gloria. Sin embargo quien busca la gloria de aquel que lo envió, ese es alguien verdadero y en él no hay injusticia. ¿No os dio Moisés la ley y ninguno de vosotros la cumple? ¿Por qué queréis matarme? Respondió la multitud: —¡Tienes un demonio! ¿Quién quiere matarte? Jesús replicó: —He hecho una obra y todos os habéis asombrado. Por cierto, Moisés os impuso el rito de la circuncisión (aunque en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas) y, para cumplirlo, circuncidáis a un hombre aunque sea en sábado. Si estáis dispuestos a circuncidar a un hombre incluso en sábado para no quebrantar una ley impuesta por Moisés, ¿por qué os indignáis tanto contra mí que he curado por completo a un hombre en sábado? No juzguéis según las apariencias. Juzgad con justo juicio. Entonces, algunos ciudadanos de Jerusalén comentaban: —¿No es a este a quien buscan para matarle? Fijaos, está hablando con toda libertad y nadie le dice nada. ¿Será que nuestras autoridades han reconocido que verdaderamente este es el Cristo? Sabemos de dónde es este; sin embargo, cuando venga el Cristo nadie sabrá de dónde es. Jesús, que estaba enseñando en el templo, alzó entonces la voz y dijo: —A mí me conocéis y sabéis de dónde soy. Sin embargo, no he venido por mí mismo. Me ha enviado el que es verdadero y a quien vosotros no conocéis. Mas yo lo conozco, porque de él procedo y él me ha enviado. Entonces intentaban apresarle, pero nadie le echó mano porque aún no había llegado su hora. Y muchas personas de la multitud creyeron en él y decían: —Cuando venga el Cristo, ¿hará acaso, más señales que las que este hace?

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JUAN 7:1-31 La Palabra (versión española) (BLP)

Pasó algún tiempo, y Jesús seguía recorriendo Galilea. Evitaba andar por Judea, porque los judíos buscaban una ocasión para matarlo. Cuando ya estaba cerca la fiesta judía de las Cabañas, sus hermanos le dijeron: —Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus seguidores puedan ver también allí las obras que haces. Nadie que pretenda darse a conocer actúa secretamente. Si en realidad haces cosas tan extraordinarias, date a conocer al mundo. Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Jesús les dijo: —Todavía no ha llegado mi hora; para vosotros, en cambio, cualquier tiempo es apropiado. El mundo no tiene motivos para odiaros; a mí, en cambio, me odia porque pongo de manifiesto la malicia de sus obras. Subid vosotros a la fiesta. Yo no voy a esta fiesta pues aún no ha llegado mi hora. Dicho esto, se quedó en Galilea. Más tarde, cuando sus hermanos habían subido a la fiesta, acudió también Jesús; pero no públicamente, sino de incógnito. Los judíos lo buscaban entre los asistentes a la fiesta y se preguntaban: —¿Dónde estará ese hombre? Y también entre la gente todo eran comentarios en torno a él. Unos decían: —Es un hombre bueno. Otros replicaban: —De bueno, nada; lo que hace es engañar a la gente. Nadie, sin embargo, se atrevía a hablar de él públicamente por miedo a los judíos. Mediada ya la fiesta, Jesús se presentó en el Templo y se puso a enseñar. Los judíos, sorprendidos, se preguntaban: —¿Cómo es posible que este hombre sepa tantas cosas sin haber estudiado? Jesús les contestó: —La doctrina que yo enseño no es mía; es de aquel que me ha enviado. El que está dispuesto a hacer la voluntad del que me ha enviado, podrá comprobar si lo que yo enseño es cosa de Dios o si hablo por cuenta propia. El que habla por su cuenta, lo que va buscando es su propio honor. En cambio, quien solamente busca el honor de aquel que lo envió, es un hombre sincero y no hay falsedad en él. ¿No fue Moisés quien os dio la ley? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué queréis matarme? La gente le contestó: —¡Tú tienes un demonio dentro! ¿Quién intenta matarte? Jesús replicó: —He realizado una obra y todos os habéis quedado sorprendidos. Pues bien, Moisés os impuso el rito de la circuncisión (aunque en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas) y, para cumplirlo, circuncidáis aunque sea en sábado. Si, pues, circuncidáis incluso en sábado para no quebrantar una ley impuesta por Moisés, ¿por qué os indignáis tanto contra mí que he curado por completo a una persona en sábado? No debéis juzgar según las apariencias; debéis juzgar con rectitud. Así que algunos habitantes de Jerusalén comentaban: —¿No es este al que desean matar? Resulta que está hablando en público y nadie le dice ni una palabra. ¿Será que nuestros jefes han reconocido que verdaderamente se trata del Mesías? Pero cuando aparezca el Mesías, nadie sabrá de dónde viene; en cambio, sí sabemos de dónde viene este. A lo que Jesús, que estaba enseñando en el Templo, replicó: —¿De manera que me conocéis y sabéis de dónde soy? Sin embargo, yo no he venido por mi propia cuenta, sino que he sido enviado por aquel que es veraz y a quien vosotros no conocéis. Yo sí lo conozco, porque de él vengo y es él quien me ha enviado. Intentaron entonces prenderlo, pero nadie se atrevió a ponerle la mano encima, porque todavía no había llegado su hora. Mucha gente creyó en él y comentaba: —Cuando venga el Mesías, ¿hará acaso, más milagros que los que este hace?

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JUAN 7:1-31 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Algún tiempo después andaba Jesús por la región de Galilea, pues no quería seguir en Judea porque los judíos lo buscaban para matarlo. Pero como se acercaba la fiesta de las Enramadas, una de las fiestas de los judíos, sus hermanos le dijeron: –No te quedes aquí. Vete a Judea, para que también los seguidores que allí tienes vean lo que haces. Pues cuando uno quiere ser conocido no hace las cosas en secreto. Y ya que haces estas cosas, hazlas delante de todo el mundo. Y es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Jesús les dijo: –Todavía no ha venido mi hora, aunque para vosotros cualquier hora es buena. Los que son del mundo no pueden odiaros a vosotros; en cambio a mí me odian, porque pongo en evidencia la maldad de sus acciones. Id vosotros a la fiesta. Yo no voy, porque mi hora todavía no ha llegado. Después de decirles esto, se quedó en Galilea. Sin embargo, cuando ya se habían ido sus hermanos, también Jesús fue a la fiesta, aunque no lo hizo públicamente sino casi en secreto. Los judíos le buscaban durante la fiesta, y decían: –¿Dónde estará ese hombre? Entre la gente se hacían muchos comentarios acerca de él. Decían unos: “Es un hombre de bien”, y otros decían: “No es bueno: engaña a la gente.” Sin embargo, nadie hablaba de él públicamente por miedo a los judíos. Hacia la mitad de la fiesta entró Jesús en el templo y comenzó a enseñar. Los judíos, admirados, decían: –¿Cómo sabe este tantas cosas sin haber estudiado? Jesús les contestó: –Mi enseñanza no es mía, sino de aquel que me envió. El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá reconocer si mi enseñanza viene de Dios o si hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta lo hace para que la gente le honre; pero quien procura el honor del que le envió, ese dice la verdad y en él no hay nada reprochable. “¿No es cierto que Moisés os dio la ley? Sin embargo, ninguno de vosotros la obedece. ¿Por qué queréis matarme?” La gente le contestó: –¡Estás endemoniado! ¿Quién quiere matarte? Jesús les dijo: –Todos os extrañáis por un sola cosa que hice en sábado. Sin embargo, Moisés os mandó practicar el rito de la circuncisión (aunque no procede de Moisés, sino de vuestros antepasados), y vosotros circuncidáis a un niño aunque sea en sábado. Ahora bien, si por no faltar a la ley de Moisés circuncidáis a un niño aunque sea en sábado, ¿por qué os enojáis conmigo por haber devuelto la salud en sábado al cuerpo entero de un hombre? ¡No juzguéis por las apariencias! Cuando juzguéis, hacedlo con rectitud. Algunos de los que vivían en Jerusalén empezaron entonces a preguntar: –¿No es a este a quien andan buscando para matarle? Pues ahí está, hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que verdaderamente las autoridades creen que este hombre es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene. Al oir esto, Jesús, que estaba enseñando en el templo, dijo con voz fuerte: –¡Así que vosotros me conocéis y sabéis de dónde vengo! Pues yo no he venido por mi propia cuenta, sino enviado por aquel que es digno de confianza y a quien vosotros no conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él me ha enviado. Entonces quisieron apresarle, pero nadie le echó mano porque todavía no había llegado su hora. Muchos creyeron en él, y decían: –Cuando venga el Mesías, ¿hará acaso más señales milagrosas que este hombre?

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JUAN 7:1-31 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Algún tiempo después, Jesús andaba por Galilea. No tenía ningún interés en ir a Judea, porque allí los judíos buscaban la oportunidad para matarlo. Faltaba poco tiempo para la fiesta judía de los Tabernáculos, así que los hermanos de Jesús le dijeron: ―Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que realizas, porque nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca. Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Por eso Jesús les dijo: ―Para vosotros cualquier tiempo es bueno, pero mi tiempo aún no ha llegado. El mundo no tiene motivos para aborreceros; a mí, sin embargo, me aborrece porque yo testifico que sus obras son malas. Subid vosotros a la fiesta. Yo no voy todavía a esta fiesta porque mi tiempo aún no ha llegado. Dicho esto, se quedó en Galilea. Sin embargo, cuando sus hermanos hubieron subido a la fiesta, fue también él, no públicamente, sino en secreto. Por eso las autoridades judías lo buscaban durante la fiesta, y decían: «¿Dónde se habrá metido?» Entre la multitud corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros alegaban: «No, lo que pasa es que engaña a la gente». Sin embargo, por temor a los judíos, nadie hablaba de él abiertamente. Jesús esperó hasta la mitad de la fiesta para subir al templo y comenzar a enseñar. Los judíos se admiraban y decían: «¿De dónde sacó este tantos conocimientos sin haber estudiado?» ―Mi enseñanza no es mía —replicó Jesús—, sino del que me envió. El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por cuenta propia busca su vanagloria; en cambio, el que busca glorificar al que lo envió es una persona íntegra y sin doblez. ¿No os ha dado Moisés la ley a vosotros? Sin embargo, ninguno de vosotros la cumple. ¿Por qué tratáis entonces de matarme? ―Estás endemoniado —contestó la multitud—. ¿Quién quiere matarte? ―Hice un milagro y todos vosotros os asombrasteis. Por eso Moisés os dio la circuncisión, que en realidad no proviene de Moisés, sino de los patriarcas, y aun en sábado la practicáis. Ahora bien, si para cumplir la ley de Moisés circuncidáis a un varón incluso en sábado, ¿por qué os enfurecéis conmigo si en sábado lo sano por completo? No juzguéis por las apariencias; juzgad con justicia. Algunos de los que vivían en Jerusalén comentaban: «¿No es este al que quieren matar? Ahí está, hablando abiertamente, y nadie le dice nada. ¿Será que las autoridades se han convencido de que es el Cristo? Nosotros sabemos de dónde viene este hombre, pero cuando venga el Cristo nadie sabrá su procedencia». Por eso Jesús, que seguía enseñando en el templo, exclamó: ―¡Con que me conocéis y sabéis de dónde vengo! No he venido por mi propia cuenta, sino que me envió uno que es digno de confianza. Vosotros no lo conocéis, pero yo sí lo conozco porque vengo de parte suya, y él mismo me ha enviado. Entonces quisieron arrestarlo, pero nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?»

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