JUAN 4:42-54
JUAN 4:42-54 Reina Valera 2020 (RV2020)
así que le decían a la mujer: —Ya no creemos en él solamente por lo que tú has dicho. Nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo. Dos días después salió de Samaria y fue a Galilea, pues Jesús mismo había declarado que el profeta no goza de reconocimiento en su propia tierra. Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, porque habían estado en Jerusalén, durante la fiesta, y habían visto entonces todas las cosas que Jesús hizo allí. Jesús fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Allí se encontraba un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaún. Cuando supo que Jesús había llegado desde Judea el oficial acudió a él para rogarle que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le dijo: —Si no veis señales y prodigios no creéis. El oficial del rey insistió: —Señor, desciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo: —Vuelve a tu casa; tu hijo vive. El hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue. Cuando regresaba, sus siervos salieron a recibirle y le dieron la noticia: —Tu hijo vive. Él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Respondieron los criados: —Ayer, hacia la una de la tarde, se le pasó la fiebre. El padre recordó que aquella era la hora en que Jesús le había dicho «Tu hijo vive». Y creyó él y toda su familia. Jesús hizo esta segunda señal cuando fue de Judea a Galilea.
JUAN 4:42-54 La Palabra (versión española) (BLP)
Así que decían a la mujer: —Ya no creemos en él por lo que tú nos has dicho, sino porque nosotros mismos hemos escuchado sus palabras, y estamos convencidos de que él es verdaderamente el salvador del mundo. Pasados dos días, Jesús partió de Samaría camino de Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús había hecho en aquella ocasión. Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un oficial de la corte que tenía el hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando se enteró de que Jesús había llegado a Galilea procedente de Judea, acudió a él y le suplicó que bajara a su casa para curar a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús lo regañó: —Solo creéis si veis milagros y prodigios. Pero el oficial insistía: —Señor, ven pronto, antes que muera mi niño. Jesús le dijo: —Vuelve a tu casa; tu hijo está ya bien. Aquel hombre creyó lo que Jesús le había dicho y se fue. Cuando regresaba a casa, le salieron al encuentro sus criados para comunicarle que su niño estaba curado. Él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron: —Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre. El padre comprobó que esa fue precisamente la hora en que Jesús le dijo: «Tu hijo está bien», y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo milagro lo hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
JUAN 4:42-54 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Por eso dijeron a la mujer: –Ahora ya no creemos solo por lo que tú nos contaste, sino porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo. Dos días más tarde salió Jesús de Samaria y continuó su viaje a Galilea. Porque, como él mismo afirmaba, a ningún profeta lo honran en su propia tierra. Al llegar a Galilea fue bien recibido por los galileos, porque también ellos habían estado en Jerusalén en la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que él hizo entonces. Jesús regresó a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un alto oficial del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando este oficial supo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle y le rogó que bajase a su casa a sanar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le contestó: –No creeréis, si no veis señales y milagros. Pero el oficial insistió: –Señor, ven pronto, antes que mi hijo muera. Jesús le dijo entonces: –Vuelve a casa. Tu hijo vive. El hombre creyó lo que Jesús le había dicho, y se fue. Mientras regresaba a casa, sus criados salieron a su encuentro y le dijeron: –¡Tu hijo vive! Les preguntó a qué hora había comenzado a sentirse mejor su hijo, y le contestaron: –Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre. El padre se dio cuenta entonces de que a esa misma hora le había dicho Jesús: “Tu hijo vive”. Y él y toda su familia creyeron en Jesús. Esta fue la segunda señal milagrosa hecha por Jesús al volver de Judea a Galilea.
JUAN 4:42-54 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
―Ya no creemos solo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—; ahora lo hemos oído nosotros mismos, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo. Después de esos dos días, Jesús salió de allí rumbo a Galilea (pues, como él mismo había dicho, a ningún profeta se le honra en su propia tierra). Cuando llegó a Galilea, fue bien recibido por los galileos, pues estos habían visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, ya que ellos habían estado también allí. Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaún. Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir. ―Nunca vais a creer a menos que veáis señales y prodigios —le dijo Jesús. ―Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo. ―Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús. El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue. Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo. Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron: ―Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre. Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Así que creyó él con toda su familia. Esta fue la segunda señal que hizo Jesús tras volver de Judea a Galilea.