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JUAN 2:12-25

JUAN 2:12-25 La Palabra (versión española) (BLP)

Después de esto, bajó a Cafarnaún acompañado por su madre, sus hermanos y sus discípulos. Y permanecieron allí unos cuantos días. Estaba ya próxima la fiesta judía de la Pascua, y Jesús subió a Jerusalén. Encontró el Templo lleno de gente que vendía bueyes, ovejas y palomas, y de cambistas de monedas sentados detrás de sus mesas. Hizo entonces un látigo con cuerdas y echó fuera del Templo a todos, junto con sus ovejas y sus bueyes. Tiró también al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. Y a los vendedores de palomas les dijo: —Quitad eso de ahí. No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Al verlo, sus discípulos se acordaron de aquellas palabras de la Escritura: El celo por tu casa me consumirá. Los judíos, por su parte, lo increparon diciendo: —¿Con qué señal nos demuestras que puedes hacer esto? Jesús les contestó: —Destruid este Templo, y en tres días yo lo levantaré de nuevo. Los judíos le replicaron: —Cuarenta y seis años costó construir este Templo, ¿y tú piensas reconstruirlo en tres días? Pero el templo de que hablaba Jesús era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos recordaron esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había pronunciado. Mientras Jesús permaneció en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, fueron muchos los que vieron los milagros que hacía, y creyeron en él. Pero Jesús no se confiaba a ellos, pues los conocía a todos perfectamente. Como tampoco necesitaba que nadie le informara sobre nadie, conocía, qué hay en el corazón del ser humano.

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JUAN 2:12-25 Reina Valera 2020 (RV2020)

Después de esto, Jesús bajó a Capernaún acompañado de su madre, sus hermanos y sus discípulos, pero no estuvieron allí mucho tiempo. La Pascua de los judíos estaba cerca y Jesús subió a Jerusalén. En el templo encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas. Sentados a sus mesas estaban también los cambistas de moneda. Jesús hizo un azote de cuerdas y los echó fuera a todos, con las ovejas y los bueyes. También desparramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas, y a quienes vendían palomas les dijo: —Quitad esto de aquí. No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre. Entonces sus discípulos se acordaron de aquellas palabras de la Escritura: El celo de tu casa me consume . Los judíos le preguntaron: —Ya que haces esto, ¿qué señal nos das? Respondió Jesús: —Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: —Cuarenta y seis años llevó la edificación de este templo. ¿Y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto y creyeron en la Escritura y en las palabras pronunciadas por Jesús. Estando en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. Mas no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos. Jesús no necesitaba que nadie le explicara nada: sabía lo que hay en el interior de cada persona.

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JUAN 2:12-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Después de esto se fue a Cafarnaún en compañía de su madre, sus hermanos y sus discípulos. Allí se quedaron algunos días. Como se acercaba la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén; y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que tenían puestos donde cambiar el dinero. Al ver aquello, Jesús hizo un látigo con unas cuerdas y los echó a todos del templo, junto con las ovejas y los bueyes. Arrojó al suelo las monedas de los cambistas y les volcó las mesas. A los vendedores de palomas les dijo: –¡Sacad eso de aquí! ¡No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre! Sus discípulos recordaron entonces la Escritura que dice: “Me consumirá el celo por tu casa.” Los judíos le preguntaron: –¿Qué prueba nos das de que tienes autoridad para actuar así? Jesús les contestó: –Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Le dijeron los judíos: –Cuarenta y seis años tardaron en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días? Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús. Mientras Jesús estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos. No necesitaba ser informado acerca de nadie, pues él mismo conocía el corazón de cada uno.

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JUAN 2:12-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Después de esto, Jesús bajó a Capernaún con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí unos días. Cuando se aproximaba la Pascua de los judíos, subió Jesús a Jerusalén. Y en el templo halló a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, e instalados en sus mesas a los que cambiaban dinero. Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas. A los que vendían las palomas les dijo: ―¡Sacad esto de aquí! ¿Cómo os atrevéis a convertir la casa de mi Padre en un mercado? Sus discípulos se acordaron de que está escrito: «El celo por tu casa me consumirá». Entonces los judíos reaccionaron, preguntándole: ―¿Qué señal puedes mostrarnos para actuar de esta manera? ―Destruid este templo —respondió Jesús—, y lo levantaré de nuevo en tres días. ―Tardaron cuarenta y seis años en construir este templo, ¿y tú vas a levantarlo en tres días? Pero el templo al que se refería era su propio cuerpo. Así pues, cuando se levantó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de lo que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús. Mientras estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía. En cambio, Jesús no les creía, porque los conocía a todos; no necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía el interior del ser humano.

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