JEREMÍAS 42:1-22
JEREMÍAS 42:1-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vinieron todos los capitanes de la gente de guerra, junto con Johanán hijo de Carea, Jezanías hijo de Osaías y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y dijeron al profeta Jeremías: —Acepta ahora nuestra súplica delante de ti y ruega por nosotros al Señor, tu Dios, por todo este resto (pues de muchos que éramos hemos quedado unos pocos, como ves con tus propios ojos), para que el Señor, tu Dios, nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer. El profeta Jeremías les dijo: —Os he oído. Y voy a rogar al Señor, vuestro Dios, como habéis dicho, y todo lo que el Señor os responda, os lo haré saber. No os ocultaré palabra alguna. Ellos dijeron a Jeremías: —El Señor sea entre nosotros testigo de la verdad y de la lealtad, si no hacemos conforme a todo aquello que el Señor, tu Dios, nos ordene por medio de ti. Sea bueno, sea malo, a la voz del Señor, nuestro Dios, al cual te enviamos, obedeceremos, para que, al someternos a la voz del Señor, nuestro Dios, nos vaya bien. Aconteció que al cabo de diez días vino palabra del Señor a Jeremías. Y llamó a Johanán hijo de Carea y a todos los capitanes de la gente de guerra que con él estaban, y a todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, y les dijo: —Así ha dicho el Señor, Dios de Israel, ante quien me enviasteis para presentar vuestros ruegos en su presencia: Si permanecéis en esta tierra, os edificaré y no os destruiré; os plantaré y no os arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que os he hecho. No temáis de la presencia del rey de Babilonia, al cual tenéis miedo; no temáis de su presencia, ha dicho el Señor, porque con vosotros estoy yo para salvaros y libraros de su mano. Tendré compasión de vosotros, y él se compadecerá de vosotros y os hará regresar a vuestra tierra. Pero si decís: «No habitaremos en esta tierra», y desobedecéis así la voz del Señor, vuestro Dios, y afirmáis: «No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre, y allá habitaremos», pues, por eso, oíd la palabra del Señor, resto de Judá, porque así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Si vosotros volvéis vuestros rostros para entrar en Egipto, y entráis para habitar allá, sucederá que la espada que teméis os alcanzará allí, en la tierra de Egipto, y el hambre que os asusta os perseguirá allá en Egipto, y allí moriréis. Todos los hombres que vuelvan su rostro para entrar en Egipto y habitar allí, morirán a espada, de hambre y de peste; no habrá de ellos quien quede vivo ni quien escape del mal que yo traeré sobre ellos. Así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Como se derramó mi enojo y mi ira sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi ira sobre vosotros cuando entréis en Egipto; y seréis objeto de aversión, de espanto, de maldición y de afrenta; y no veréis más este lugar. El Señor os dice a vosotros, resto de Judá: No vayáis a Egipto. Sabed ciertamente que os lo advierto hoy. ¿Por qué habéis hecho errar vuestras almas? Pues vosotros me habéis enviado ante el Señor, vuestro Dios, con este encargo: «Ruega por nosotros al Señor, nuestro Dios, y haznos saber todas las cosas que diga el Señor, nuestro Dios, y lo haremos». Esto os lo he declarado hoy, pero no habéis obedecido a la voz del Señor, vuestro Dios, ni a ninguna de las cosas por las que me envió a vosotros. Ahora, pues, sabed que moriréis a espada, de hambre y de peste en el lugar donde deseasteis entrar para habitar allí.
JEREMÍAS 42:1-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Entonces los oficiales, acompañados de Yojanán, hijo de Caréaj, de Jezanías, hijo de Osaías, y de toda la gente, pequeños y adultos, acudieron al profeta Jeremías y le dijeron: —Acepta, por favor, nuestra súplica y consulta al Señor, tu Dios, por nosotros y por todo este resto, pues quedamos muy pocos de tantos que éramos, como tú mismo puedes comprobar. Que el Señor, tu Dios, nos indique el camino que hemos de seguir y lo que tenemos que hacer. El profeta Jeremías les respondió: —De acuerdo. Voy a consultar al Señor, vuestro Dios, conforme a vuestra petición; y todo lo que responda el Señor sobre vosotros, os lo transmitiré. No os ocultaré nada. Ellos dijeron a Jeremías: —Que el Señor sea testigo veraz y firme contra nosotros si no hacemos todo lo que el Señor, tu Dios, te mande decirnos. Sea favorable o desfavorable lo que responda, haremos caso al Señor, nuestro Dios, a quien te enviamos, para que nos vaya bien. Haremos caso al Señor, nuestro Dios. Al cabo de diez días, Jeremías recibió la palabra del Señor. Llamó a Yojanán, hijo de Caréaj, a todos los oficiales que lo acompañaban y al resto de la gente, pequeños y adultos y les dijo: —Así dice el Señor, Dios de Israel, a quien me enviasteis para hacerle llegar vuestra súplica: Si os instaláis en esta tierra, os construiré y no os destruiré, os plantaré y no os arrancaré, pues me arrepiento del daño que os he hecho. No tengáis miedo del rey de Babilonia, a quien ahora teméis; no le tengáis miedo —oráculo del Señor—, pues yo estoy con vosotros para auxiliaros y para libraros de su mano. Le daré entrañas para que se compadezca de vosotros y os deje volver a vuestra tierra. Pero si decidís no instalaros en esta tierra, haciendo caso omiso al Señor, vuestro Dios; si decís: «No; vamos a ir al país de Egipto, donde no veremos guerras ni oiremos el toque de trompeta ni pasaremos hambre; allí nos instalaremos», entonces escuchad la palabra del Señor, resto de Judá: Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Si os empeñáis en ir a Egipto a instalaros allí como forasteros, la espada que tanto teméis os alcanzará en el país de Egipto, y el hambre que tanto os asusta no os dejará tranquilos en Egipto. Allí moriréis. Todos los que se empeñen en ir a Egipto a residir allí como forasteros morirán víctimas de la espada, del hambre y de la peste. No quedará superviviente que pueda ponerse a salvo de la calamidad que pienso traer sobre ellos. Pues así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Del mismo modo que se derramaron mi ira y mi cólera sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi cólera sobre vosotros cuando vayáis a Egipto. Os convertiréis en maldición y espanto, en objeto de execración e ignominia; y no volveréis a ver este lugar. Esto os dice el Señor, resto de Judá: No vayáis a Egipto; tenedlo bien en cuenta, pues yo os lo atestiguo hoy. Os engañasteis a vosotros mismos cuando me enviasteis al Señor, vuestro Dios, pidiéndome que consultara por vosotros y diciendo que os comunicara lo que decía el Señor, para ponerlo en práctica. Os lo acabo de comunicar hoy, pero no habéis hecho caso al Señor, vuestro Dios, en nada de lo que me ha enviado a deciros. Pues ahora, tenedlo bien presente: moriréis víctimas de la espada, del hambre y de la peste en el lugar que habéis elegido para residir como forasteros.
JEREMÍAS 42:1-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Todos los jefes militares, incluyendo a Johanán, hijo de Caréah, y a Azarías, hijo de Hosaías, y toda la gente, chicos y grandes, se acercaron al profeta Jeremías y le dijeron: –Vamos a pedirte una cosa; no nos la niegues: Ruega al Señor tu Dios por nosotros, los pocos que quedamos. Antes éramos muchos, pero ahora quedamos solo unos pocos, como puedes ver. Ruega al Señor tu Dios que nos enseñe el camino que debemos seguir y lo que debemos hacer. Jeremías les respondió: –Está bien. Voy a rogar al Señor vuestro Dios por vosotros, como me lo habéis pedido, y os daré a conocer todo lo que él me responda, sin ocultaros nada. Entonces ellos dijeron a Jeremías: –Que el Señor tu Dios sea testigo fiel y verdadero en contra nuestra, si no hacemos lo que él te encargue que nos digas. Nos guste o no nos guste su respuesta, obedeceremos al Señor nuestro Dios, a quien te hemos pedido que recurras para que así nos vaya bien. Diez días más tarde, el Señor habló a Jeremías, y este llamó a Johanán, hijo de Caréah, y a los jefes militares que le acompañaban, y a toda la gente, desde el más chico hasta el más grande, y les dijo: “El Señor, el Dios de Israel, a quien me encargasteis que fuera a presentar vuestra petición, dice: ‘Si estáis dispuestos a quedaros en esta tierra, yo os haré prosperar; no os destruiré, sino que os plantaré y no os arrancaré, pues me pesa haberos enviado esa calamidad. No tengáis miedo del rey de Babilonia, al que tanto teméis. No le tengáis miedo, porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su poder. Yo, el Señor, lo afirmo. Tendré compasión de vosotros, y haré que también él os tenga compasión y os deje volver a vuestra tierra.’ “Pero si no queréis quedaros en este país, sino que desobedecéis al Señor vuestro Dios y decís: ‘Preferimos ir a vivir a Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni nos moriremos de hambre’, entonces vosotros, los que quedáis de Judá, escuchad lo que os dice el Señor todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Si os empeñáis en ir a vivir a Egipto, la guerra y el hambre que tanto teméis os alcanzarán allí mismo, y allí moriréis. Todos los que están empeñados en irse a vivir a Egipto, morirán allá por la guerra, el hambre o la peste. Nadie quedará con vida; nadie escapará a la calamidad que les voy a enviar.’ “El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: ‘Así como mi ira y mi furor se encendieron contra los habitantes de Jerusalén, así se encenderán también contra vosotros, si os vais a Egipto. Os convertiréis en ejemplo de maldición, en algo que causará terror, y no volveréis a ver este lugar.’ A vosotros, los que aún quedáis de Judá, el Señor os ordena que no vayáis a Egipto. Sabedlo bien, yo os lo advierto ahora. Habéis cometido un error fatal, pues vosotros mismos me encargasteis que acudiera al Señor vuestro Dios, y me dijisteis: ‘Ruega al Señor nuestro Dios por nosotros y haznos saber todo lo que él ordene, para que lo hagamos.’ Yo os he dado a conocer hoy lo que el Señor vuestro Dios me encargó que os dijera, pero no queréis obedecer. Por lo tanto, sabed que por causa de la guerra, el hambre y la peste, moriréis en el país a donde queréis ir a vivir.”
JEREMÍAS 42:1-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Entonces se acercaron Johanán hijo de Carea y Azarías hijo de Osaías, junto con los jefes militares y todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande, y le dijeron al profeta Jeremías: ―Por favor, atiende nuestra súplica y ruega al SEÑOR tu Dios por todos nosotros los que quedamos. Como podrás darte cuenta, antes éramos muchos, pero ahora quedamos solo unos cuantos. Ruega para que el SEÑOR tu Dios nos indique el camino que debemos seguir, y lo que debemos hacer. Jeremías les respondió: ―Ya os he oído. Voy a rogar al SEÑOR, a vuestro Dios, tal como me habéis pedido. Os comunicaré todo lo que el SEÑOR me diga, y no os ocultaré absolutamente nada. Ellos le dijeron a Jeremías: ―Que el SEÑOR tu Dios sea un testigo fiel y verdadero contra nosotros si no actuamos conforme a todo lo que él nos ordene por medio de ti. Sea o no de nuestro agrado, obedeceremos la voz del SEÑOR nuestro Dios, a quien te enviamos a consultar. Así, al obedecer la voz del SEÑOR nuestro Dios, nos irá bien. Diez días después, la palabra del SEÑOR vino a Jeremías. Este llamó a Johanán hijo de Carea, a todos los jefes militares que lo acompañaban, y a todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el más grande, y les dijo: «Así dice el SEÑOR, Dios de Israel, a quien me enviasteis para interceder por vosotros: “Si os quedáis en este país, yo os edificaré y no os derribaré, os plantaré y no os arrancaré, porque me duele haberos causado esa calamidad. No temáis al rey de Babilonia, al que ahora teméis —afirma el SEÑOR—; no le temáis, porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su poder. Tendré compasión de vosotros, y de esa manera él también tendrá compasión de vosotros y os permitirá volver a vuestra tierra”. »Pero, si desobedecéis la voz del SEÑOR, vuestro Dios, y decís: “No nos quedaremos en esta tierra, sino que nos iremos a Egipto, donde no veremos guerra, ni escucharemos el sonido de la trompeta, ni pasaremos hambre, y allí nos quedaremos a vivir”, entonces prestad atención a la palabra del SEÑOR, vosotros los que quedáis en Judá: Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Si insistís en trasladaros a Egipto para vivir allá, la guerra que tanto teméis os alcanzará, y el hambre que os aterra os seguirá de cerca hasta Egipto, y en ese lugar moriréis. Todos los que están empeñados en trasladarse a Egipto para vivir allá morirán por la guerra, el hambre y la peste. Ninguno sobrevivirá ni escapará a la calamidad que haré caer sobre ellos”. Porque así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Así como se ha derramado mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre vosotros si os vais a Egipto. Os convertiréis en objeto de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio, y nunca más volveréis a ver este lugar”. »¡Remanente de Judá! El SEÑOR os ha dicho que no vayáis a Egipto. Sabed bien que hoy os hago una advertencia seria. Cometisteis un error fatal cuando me enviasteis al SEÑOR, vuestro Dios, y me dijisteis: “Ruega al SEÑOR, nuestro Dios, por nosotros, y comunícanos todo lo que él te diga, para que lo cumplamos”. Hoy os lo he hecho saber, pero no habéis querido obedecer la voz del SEÑOR vuestro Dios en nada de lo que él me encargó que os comunicara. Por lo tanto, sabed bien que en el lugar donde queréis residir moriréis por la guerra, el hambre y la peste».