JEREMÍAS 31:10-40
JEREMÍAS 31:10-40 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Oíd palabra del Señor, naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos! Decid: «El que dispersó a Israel, lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño», porque el Señor redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte que él. Vendrán con gritos de gozo a lo alto de Sion y correrán a los bienes del Señor: al pan, al vino, al aceite y al ganado de ovejas y de vacas. Su vida será como un huerto de riego y nunca más tendrán dolor alguno. Entonces, la doncella danzará alegremente, junto con los jóvenes y los ancianos; cambiaré su llanto en gozo, los consolaré y los alegraré de su dolor. El alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mis bienes, dice el Señor. Así ha dicho el Señor: Voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo: es Raquel que llora por sus hijos, y no quiso ser consolada acerca de sus hijos, porque perecieron. Así ha dicho el Señor: Reprime del llanto tu voz y de las lágrimas tus ojos, porque salario hay para tu trabajo, dice el Señor. Volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice el Señor, y los hijos volverán a su propia tierra. Mientras escuchaba, he oído la lamentación de Efraín: «Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres el Señor, mi Dios. Después de que me aparté, me arrepentí, y después de que reconocí mi falta, me golpeé el muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud». ¿No es Efraín un hijo precioso para mí? ¿No es un niño en quien me deleito? Desde que hablé de él, lo he recordado constantemente. Por eso, mis entrañas se conmovieron por él, y ciertamente, tendré de él misericordia, dice el Señor. Levanta para ti indicadores, ponte señales altas, fíjate con atención en la calzada. ¡Vuélvete por el camino por donde fuiste, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades! ¿Hasta cuándo andarás errante, hija rebelde?, porque el Señor ha creado una cosa nueva sobre la tierra: ¡la mujer cortejará al hombre! Así ha dicho el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Aún dirán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver a sus cautivos: «¡El Señor te bendiga, morada de justicia, monte santo!». Allí volverá a vivir Judá, y en todas sus ciudades habitarán los labradores y los que van con los rebaños. Porque satisfaré al alma cansada y saciaré a toda alma entristecida. En esto, me desperté y miré, y mi sueño me fue agradable. Vienen días, dice el Señor, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, para trastornar, perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice el Señor. En aquellos días no dirán más: «Los padres comieron las uvas agrias y a los hijos les da dentera», sino que cada cual morirá por su propia maldad; a todo aquel que coma uvas agrias le dará dentera. Vienen días, dice el Señor, en los que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día en que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Señor. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no exhortará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, con las palabras: «Conoce al Señor», porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Señor. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado. Así ha dicho el Señor, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que agita el mar y braman sus olas; El Señor de los ejércitos es su nombre: Si llegaran a faltar estas leyes delante de mí, dice el Señor, también faltaría la descendencia de Israel, y dejaría de ser para siempre una nación delante de mí. Así ha dicho el Señor: Si se pudieran medir los cielos arriba y explorar abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharía toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice el Señor. Vienen días, dice el Señor, en que la ciudad será edificada al Señor, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Ángulo. El cordel de medir saldrá en línea recta hasta el collado de Gareb, y luego girará hacia Goa. Todo el valle de los cadáveres y de la ceniza, y todos los campos hasta el arroyo de Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos al oriente, serán santos al Señor. Nunca volverán a ser arrasados ni jamás serán destruidos.
JEREMÍAS 31:10-40 La Palabra (versión española) (BLP)
Escuchad, naciones, la palabra del Señor, contadlo luego en las costas lejanas; decid: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño». Pues el Señor ha redimido a Israel, lo rescató de una mano más fuerte. Subirán alborozados a Sion, acudirán a recibir los dones del Señor: el grano, el mosto y el aceite, las crías del rebaño y la vacada; quedarán saciados como un huerto regado, ya no volverán a desfallecer. Las muchachas gozarán bailando, junto con jóvenes y adultos; cambiaré su duelo en alegría, los consolaré, alegraré sus penas. Saciaré a los sacerdotes con la parte mejor de las ofrendas, mi pueblo se hartará de mis dones —oráculo del Señor—. Así dice el Señor: Se oyen gritos en Ramá, quejidos y un llanto amargo: Raquel llora por sus hijos y se niega a ser consolada, pues se ha quedado sin ellos. Así dice el Señor: Contén tus gemidos y tu llanto, reprime las lágrimas de tus ojos: tus penas serán recompensadas, volverán del país enemigo —oráculo del Señor—. Tu futuro rebosa esperanza, tus hijos volverán a su patria —oráculo del Señor—. He oído claramente el lamento de Efraín: «Me has tratado con dureza como a un novillo sin domar, y ya estoy escarmentado. Haz que vuelva y volveré, pues tú eres mi Dios, Señor. Tras volver, me he arrepentido; ahora que lo he comprendido me doy golpes en el muslo. Estoy abochornado y avergonzado, al tener que soportar la vergüenza de lo que hice en mis años mozos». ¿No es Efraín mi hijo querido? ¿No es mi niño encantador? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de ello, mis entrañas se conmueven, me apiado sin falta de él —oráculo del Señor—. Instala mojones, coloca postes, atención a la senda, al camino que recorres. Vuelve, doncella de Israel, vuelve a estas tus ciudades; ¿hasta cuándo andarás errante, muchacha rebelde? El Señor ha creado algo nuevo en el país: ¡La mujer cortejará al varón! Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Cuando yo cambie su suerte, volverán a decir esta letrilla en el territorio de Judá y en sus ciudades: «Que el Señor te bendiga, morada de justicia, montaña santa». En Judá y en sus ciudades vivirán juntos labradores y ganaderos trashumantes, pues regaré la garganta reseca y saciaré la garganta hambrienta. En esto me desperté y miré: ¡me resultó un dulce sueño! Ya llegan días —oráculo del Señor— en que sembraré a Israel y a Judá con simiente humana y simiente de animales. Y del mismo modo que los vigilé para arrancar y destruir, para arrasar, aniquilar y maltratar, también los vigilaré para reconstruir y plantar —oráculo del Señor—. En aquellos días ya no dirán: «los padres comieron los agraces y los hijos padecen dentera», sino: «cada cual morirá por su propia culpa: todas las personas que coman agraces, padecerán dentera». Ya llegan días —oráculo del Señor— en que pactaré una nueva alianza con Israel y con Judá, no como la alianza que pacté con sus antepasados el día que los tomé de la mano para sacarlos del país de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo los había desposado —oráculo del Señor—. Esta es la alianza que voy a pactar con Israel después de aquellos días —oráculo del Señor—: Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Nadie enseñará a nadie diciendo: «Conoced al Señor», porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande —oráculo del Señor—; perdonaré sus culpas y ya no me acordaré de sus pecados. Así dice el Señor, que ha puesto el sol para alumbrar de día, la luna y las estrellas para alumbrar la noche; el que agita el mar y hace que bramen sus olas: su nombre es Señor del universo. Solo cuando fallen estas leyes —oráculo del Señor—, dejará Israel de ser nación para mí. Así dice el Señor: Si pudieran medirse los cielos allá arriba y escrutarse abajo los cimientos de la tierra, también yo rechazaría a la estirpe de Israel en pago de todo lo que ha hecho —oráculo del Señor. Ya llegan días —oráculo del Señor— en que la ciudad del Señor será reconstruida, desde la Torre de Jananel hasta la Puerta del Ángulo. Una vez más la cuerda de medir irá derecha hasta la loma de Gareb y luego girará hacia Goá. Todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y los campos que llegan hasta el torrente Cedrón y hasta la esquina de la Puerta de los Caballos, a oriente, estarán consagrados al Señor. Ya no volverán a ser destruidos ni arrasados.
JEREMÍAS 31:10-40 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“Naciones, escuchad la palabra del Señor y anunciad en las costas lejanas: ‘El Señor dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.’ Porque el Señor rescató al pueblo de Jacob; lo libró de una nación más poderosa. “Vendrán y cantarán de alegría en lo alto de Sión, se deleitarán con los beneficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y las reses. Serán como una huerta bien regada y no volverán a perder las fuerzas. Las muchachas bailarán alegremente, lo mismo que los jóvenes y los viejos. Yo les daré consuelo: convertiré su llanto en alegría y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes coman los mejores alimentos y que mi pueblo disfrute en abundancia de mis bienes. Yo, el Señor, lo afirmo.” El Señor dice: “Se oye una voz en Ramá, de alguien que llora amargamente. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada porque ya están muertos.” Pero el Señor le dice: “Raquel, no llores más, no derrames tus lágrimas, pues tus penas tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo. Yo, el Señor, lo afirmo. Hay una esperanza para tu futuro: tus hijos volverán a su patria. Yo, el Señor, lo afirmo. He oído al pueblo de Efraín quejarse amargamente: ‘Yo era como un novillo sin domar, pero tú me has domado; hazme volver a ti, pues tú eres el Señor, mi Dios. Yo me aparté de ti, pero estoy arrepentido; he reconocido mi pecado y me doy golpes en el muslo; me siento avergonzado y humillado por los pecados de mi juventud.’ “El pueblo de Efraín es para mí un hijo amado; es el hijo que más quiero. Aun cuando lo reprendo, no dejo de acordarme de él; mi corazón se conmueve y siento por él gran compasión. Yo, el Señor, lo afirmo. “Israel, marca con señales el camino, para que vuelvas a encontrarlo fácilmente; fíjate bien en el camino que anduviste. ¡Vuelve, pueblo de Israel, vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo vas a ir de un lado a otro como una hija descarriada? Yo, el Señor, he creado algo nuevo en este mundo: una mujer que corteja a un hombre.” El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: “Cuando yo cambie la suerte de la gente de Judá, y ellos estén de nuevo en su tierra y en sus ciudades, dirán otra vez: ‘¡Que el Señor bendiga este monte santo donde habita la justicia!’ La gente de Judá y de sus ciudades, los labradores y los pastores de rebaños vivirán allí. Pues daré de comer y de beber en abundancia a los que estén cansados y sin fuerzas.” En esto me desperté y abrí los ojos. Mi sueño me agradó. El Señor afirma: “Vendrá un día en que haré que hombres y animales abunden en Israel y en Judá. Y así como estuve atento para arrancar, derribar, echar abajo, destruir y causar daños, así también estaré vigilante para construir y plantar. Yo, el Señor, lo afirmo. “En aquel tiempo no volverá a decirse: ‘Los padres comen uvas agrias y los hijos tienen la dentera.’ Porque será que quien coma uvas agrias, ese tendrá la dentera. Cada cual morirá por su propio pecado.” El Señor afirma: “Vendrá un día en que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. Este pacto no será como el que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto; porque ellos quebrantaron mi pacto, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo afirmo. Este será el pacto que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Ya no será necesario que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos me conocerán, desde el más grande hasta el más pequeño. Yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Yo, el Señor, lo afirmo.” El Señor, que puso el sol para alumbrar de día, y la luna y las estrellas para alumbrar de noche, que hace que el mar se agite y rujan sus olas, que tiene por nombre el Señor todopoderoso, dice: “Si un día llegaran a fallar estas leyes que he establecido, ese día Israel dejaría de ser mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Si un día se llegara a medir el cielo y a explorar la tierra hasta sus cimientos, ese día yo rechazaría a Israel por todo lo que ha hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.” El Señor afirma: “Vendrá un día en que mi ciudad será reconstruida, desde la torre de Hananel hasta la puerta del Ángulo. Los límites irán en línea recta desde allí hasta la colina de Gareb, y luego torcerán hacia Goa. Todo el valle donde se entierra a los muertos y se tira la ceniza, y todos los campos que están por encima del arroyo de Cedrón hasta el ángulo de la puerta de los Caballos, al oriente, me estarán consagrados, y todo esto no volverá jamás a ser derribado ni destruido.”
JEREMÍAS 31:10-40 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Naciones, escuchad la palabra del SEÑOR, y anunciad en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”. Porque el SEÑOR rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa. Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del SEÑOR: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desmayar. Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el SEÑOR. Así dice el SEÑOR: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!» Así dice el SEÑOR: «Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo —afirma el SEÑOR—. Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria —afirma el SEÑOR—. »Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has escarmentado como a un ternero sin domar, y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, mi Dios, eres el SEÑOR. Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho. Me siento avergonzado y humillado porque cargo con el oprobio de mi juventud”. »¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es mi niño preferido? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión —afirma el SEÑOR—. »Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El SEÑOR creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo». Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: «Cuando yo cambie su suerte, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: »“Monte santo, morada de justicia: ¡que el SEÑOR te bendiga!” Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños. Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados». En ese momento me desperté, y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable. «Vienen días —afirma el SEÑOR— en que con la simiente de hombres y de animales sembraré el pueblo de Israel y la tribu de Judá. Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar —afirma el SEÑOR—. En aquellos días no volverá a decirse: »“Los padres comieron uvas agrias, y a los hijos les dio dentera”. Al contrario, al que coma uvas agrias le dará dentera, es decir, que cada uno morirá por su propia iniquidad. »Vienen días —afirma el SEÑOR— en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con la tribu de Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y los saqué de Egipto, ya que ellos lo quebrantaron a pesar de que yo era su esposo —afirma el SEÑOR—. »Este es el pacto que después de aquel tiempo haré con el pueblo de Israel —afirma el SEÑOR—: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: “¡Conoce al SEÑOR!”, porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán —afirma el SEÑOR—. Yo les perdonaré su iniquidad, y nunca más me acordaré de sus pecados». Así dice el SEÑOR, cuyo nombre es el SEÑOR Todopoderoso, quien estableció el sol para alumbrar el día, y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar para que rujan sus olas: «Si alguna vez fallaran estas leyes —afirma el SEÑOR—, entonces la descendencia de Israel ya nunca más sería mi nación especial». Así dice el SEÑOR: «Si se pudieran medir los cielos en lo alto, y en lo bajo explorar los cimientos de la tierra, entonces yo rechazaría a la descendencia de Israel por todo lo que ha hecho —afirma el SEÑOR—. »Vienen días —afirma el SEÑOR—, en que la ciudad del SEÑOR será reconstruida, desde la torre de Jananel hasta la puerta de la Esquina. El cordel para medir se extenderá en línea recta, desde allí hasta la colina de Gareb, y luego girará hacia Goa. Y todo el valle donde se arrojan los cadáveres y las cenizas, y todos los campos, hasta el arroyo de Cedrón y hasta la puerta de los Caballos, en la esquina oriental, estarán consagrados al SEÑOR. ¡Nunca más la ciudad será arrancada ni derribada!»