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JEREMÍAS 2:1-37

JEREMÍAS 2:1-37 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Ve y habla a la ciudad de Jerusalén; grita para que lo oiga bien: ‘¡Así dice el Señor! Recuerdo que cuando eras joven, me eras fiel; que cuando te hice mi esposa, me amabas y me seguiste a través del desierto, tierra donde nada se cultiva.’ Israel estaba consagrada a mí, era lo mejor de mi cosecha. Si alguien le hacía daño, yo le castigaba enviándole calamidades. Yo, el Señor, lo afirmo.” Descendientes de Jacob, familias todas de Israel, escuchad la palabra del Señor. El Señor os dice: “¿Qué de malo encontraron en mí vuestros antepasados, que se alejaron de mí? Se fueron tras dioses que no son nada, y en nada se convirtieron ellos mismos. No se preocuparon de buscarme a mí, que los saqué de Egipto, que los guié por el desierto, tierra seca y llena de barrancos, tierra sin agua, llena de peligros, tierra donde nadie vive, por donde nadie pasa. Yo os traje a esta tierra fértil, para que comierais sus frutos y sus mejores productos. Pero vosotros vinisteis y profanasteis mi tierra, me hicisteis sentir asco de este país, de mi propiedad. Los sacerdotes no me buscaron, los instructores de mi pueblo no me reconocieron, los jefes se rebelaron contra mí y los profetas hablaron en nombre de Baal y siguieron a ídolos que no sirven para nada. “Por eso yo, el Señor, afirmo: Voy a entablar un pleito contra vosotros y contra vuestros nietos. Id a las islas de occidente y observad; enviad a alguien a Quedar para que se fije bien, a ver si se ha dado el caso de que una nación pagana haya cambiado a sus dioses. ¡Y eso que son dioses falsos! Pero mi pueblo me ha dejado a mí, que soy su gloria, por ídolos que no sirven para nada. ¡Espántate, cielo, ante esto! ¡Échate a temblar de horror! Yo, el Señor, lo afirmo. “Mi pueblo ha cometido un doble pecado: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron sus propias cisternas, pozos agrietados que no conservan el agua. “Israel no es un esclavo; no nació en la esclavitud. ¿Por qué, pues, lo saquean? ¿Por qué lo atacan como leones, lanzando fuertes rugidos? Han dejado en ruinas su país; sus ciudades fueron incendiadas y nadie quedó en ellas. La gente de Menfis y de Tafnes te rompió la cabeza. Esto te pasó por haberme abandonado a mí, que soy el Señor tu Dios y que te guiaba por el camino. Y ahora, ¿qué ganas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué ganas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu infidelidad te condenará. Piensa y verás cuán malo y amargo ha sido que me abandones y que no me hayas honrado, a mí, que soy el Señor tu Dios. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo. “Desde hace mucho te rebelaste contra mí, te negaste a obedecerme. Dijiste: ‘No quiero servir.’ Sobre cualquier loma alta y bajo cualquier árbol frondoso te diste a la prostitución. Yo te planté como vid de la mejor calidad, como vid de la simiente más fina. ¡Pero te has degenerado tanto, que ya ni te reconozco! Por más que te laves con lejía y uses cuanto jabón quieras, ante mí sigue presente la mancha de tu pecado. Yo, el Señor, lo afirmo. ¿Cómo puedes decir: ‘No me he manchado ni he dado culto a dioses falsos’? Mira cuál fue tu conducta en el valle; fíjate en todo lo que has hecho tú, camella ligera de cascos que corre en todas direcciones; asna salvaje que tira al monte y resopla jadeante de deseos. Cuando se encela, nadie puede controlarla: y no tiene que cansarse el macho que la busca, pues siempre la encuentra en tiempo de celo. “¡Israel, no lastimes tus pies corriendo descalza; no dejes que se te seque la garganta! Pero tú dijiste: ‘No, imposible; amo a los extraños y me voy con ellos.’ “Como el ladrón se avergüenza cuando lo descubren, así quedará avergonzado Israel, el pueblo, los reyes, los jefes, los sacerdotes y los profetas; pues a un árbol le dicen: ‘Tú eres mi padre’, y a una piedra: ‘Tú eres mi madre.’ A mí, en cambio, me dan la espalda y no la cara. Sin embargo, apenas se ven en peligro, me dicen: ‘¡Ven a salvarnos!’ Judá, ¿dónde están los dioses que te hiciste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Pues que vengan ellos, a ver si pueden salvarte cuando te llegue la desgracia! ¿Qué alegáis vosotros contra mí, si todos me habéis sido rebeldes? Yo, el Señor, lo afirmo. En vano castigué a vuestros hijos, pues no quisieron aprender la lección. Vosotros mismos, como leones feroces, asesinasteis a vuestros profetas. (También vosotros, los de la generación actual, prestad atención al mensaje del Señor). Israel, ¿acaso he sido un desierto para ti?, ¿una tierra llena de sombras? Pueblo mío, ¿por qué dices: ‘Somos libres; nunca más volveremos a ti’? ¿Puede olvidarse una mujer de sus joyas y sus adornos de novia? Mi pueblo, sin embargo, hace mucho que se olvidó de mí. “¡Qué bien conoces el camino cuando de buscar amantes se trata! ¡Eres maestra en la escuela del mal! Tienes la ropa toda manchada de sangre de pobres e inocentes, de gente que no sorprendiste en ningún delito. Pero a pesar de todo dices: ‘Soy inocente. Dios ya no está enojado conmigo.’ Pues bien, como dices que no has pecado, voy a entablar un juicio contra ti. ¿Por qué tienes tanta prisa por cambiar de aliados? También Egipto te fallará, como te ha fallado Asiria. Y tendrás que regresar de Egipto llena de vergüenza, porque yo he rechazado a los que te inspiran confianza, y nada vas a ganar con su amistad.”

JEREMÍAS 2:1-37 Reina Valera 2020 (RV2020)

Vino a mí palabra del Señor: Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, porque así dice el Señor: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel al Señor, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice el Señor. ¡Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel! Así dice el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos? No dijeron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no había pasado nadie ni había habitado en ella hombre alguno?». Os introduje en tierra de abundancia, para que comierais su fruto y sus bienes; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: «¿Dónde está el Señor?», y los que tenían la ley no me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por tanto, pleitearé aún con vosotros, dice el Señor. Con los hijos de vuestros hijos pleitearé. Pasad, pues, a las costas de Quitim y mirad; enviad a Cedar y considerad cuidadosamente. Ved si se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque estos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. ¡Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos! ¡Temblad aterrados!, dice el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han dejado a mí, fuente de agua viva, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua. ¿Es Israel un siervo? ¿Es un esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, y ya nadie vive en ellas. Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebraron el cráneo. ¿No te acarreó esto el haber dejado al Señor, tu Dios, cuando te conducía por el camino? Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria para que bebas agua del Éufrates? Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Señor, tu Dios, y no tener temor de mí, dice el Señor de los ejércitos. Porque desde hace mucho tiempo rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: «No serviré». Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te acostabas como una prostituta. Te planté de vid escogida, toda ella de buena simiente; ¿cómo es que te has convertido en un sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dice el Señor. ¿Cómo puedes decir: «No soy impura, nunca anduve tras los baales»? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que corre de un lado a otro, asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Ninguno que la busque se fatigará, porque en el tiempo de su celo la hallará. Guarda tus pies de andar descalzos y tu garganta de la sed. Mas dijiste: «No, eso es imposible, porque a extraños he amado y me iré tras ellos». Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: «Mi padre eres tú», y a una piedra: «Tú me has engendrado». Me volvieron la espalda y no el rostro, pero en el tiempo de su calamidad dicen: «¡Levántate y líbranos!». ¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? ¡Levántense ellos, a ver si pueden librarte en el tiempo de tu aflicción!, porque según el número de tus ciudades, Judá, han sido tus dioses. ¿Por qué pleiteas conmigo? Todos vosotros os rebelasteis contra mí, dice el Señor. En vano he azotado a vuestros hijos: no han admitido la corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león que todo lo destroza. ¡Oh generación!, atended vosotros a la palabra del Señor. ¿He sido yo un desierto para Israel o una tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: «Somos libres; nunca más vendremos a ti»? ¿Acaso se olvida una doncella de sus adornos, o una novia de su vestido de bodas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días. ¡Cómo adornas tu camino para buscar amor! ¡Cómo aprendiste los caminos de maldad! Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los sorprendiste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: «Soy inocente, su ira se apartó de mí». Yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: «No he pecado». ¿Por qué eres tan ligera para cambiar tus caminos? También serás avergonzada por Egipto, como fuiste avergonzada por Asiria. También de allí saldrás con tus manos sobre la cabeza, porque el Señor desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás con ellos.

JEREMÍAS 2:1-37 Reina Valera 2020 (RV2020)

Vino a mí palabra del Señor: Anda y proclama a los oídos de Jerusalén, porque así dice el Señor: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, de tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel al Señor, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que lo devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice el Señor. ¡Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel! Así dice el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se volvieron vanos? No dijeron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no había pasado nadie ni había habitado en ella hombre alguno?». Os introduje en tierra de abundancia, para que comierais su fruto y sus bienes; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: «¿Dónde está el Señor?», y los que tenían la ley no me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas profetizaron en nombre de Baal y anduvieron tras lo que no aprovecha. Por tanto, pleitearé aún con vosotros, dice el Señor. Con los hijos de vuestros hijos pleitearé. Pasad, pues, a las costas de Quitim y mirad; enviad a Cedar y considerad cuidadosamente. Ved si se ha hecho cosa semejante a esta. ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses, aunque estos no son dioses? Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha. ¡Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos! ¡Temblad aterrados!, dice el Señor. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han dejado a mí, fuente de agua viva, y han cavado para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua. ¿Es Israel un siervo? ¿Es un esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, y ya nadie vive en ellas. Aun los hijos de Menfis y de Tafnes te quebraron el cráneo. ¿No te acarreó esto el haber dejado al Señor, tu Dios, cuando te conducía por el camino? Ahora, pues, ¿qué tienes tú en el camino de Egipto para que bebas agua del Nilo? ¿Y qué tienes tú en el camino de Asiria para que bebas agua del Éufrates? Tu maldad te castigará y tus rebeldías te condenarán; reconoce, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú al Señor, tu Dios, y no tener temor de mí, dice el Señor de los ejércitos. Porque desde hace mucho tiempo rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: «No serviré». Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te acostabas como una prostituta. Te planté de vid escogida, toda ella de buena simiente; ¿cómo es que te has convertido en un sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dice el Señor. ¿Cómo puedes decir: «No soy impura, nunca anduve tras los baales»? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que corre de un lado a otro, asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Ninguno que la busque se fatigará, porque en el tiempo de su celo la hallará. Guarda tus pies de andar descalzos y tu garganta de la sed. Mas dijiste: «No, eso es imposible, porque a extraños he amado y me iré tras ellos». Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se avergonzará la casa de Israel, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, que dicen a un leño: «Mi padre eres tú», y a una piedra: «Tú me has engendrado». Me volvieron la espalda y no el rostro, pero en el tiempo de su calamidad dicen: «¡Levántate y líbranos!». ¿Y dónde están tus dioses que hiciste para ti? ¡Levántense ellos, a ver si pueden librarte en el tiempo de tu aflicción!, porque según el número de tus ciudades, Judá, han sido tus dioses. ¿Por qué pleiteas conmigo? Todos vosotros os rebelasteis contra mí, dice el Señor. En vano he azotado a vuestros hijos: no han admitido la corrección. Vuestra espada devoró a vuestros profetas como león que todo lo destroza. ¡Oh generación!, atended vosotros a la palabra del Señor. ¿He sido yo un desierto para Israel o una tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: «Somos libres; nunca más vendremos a ti»? ¿Acaso se olvida una doncella de sus adornos, o una novia de su vestido de bodas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días. ¡Cómo adornas tu camino para buscar amor! ¡Cómo aprendiste los caminos de maldad! Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los sorprendiste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: «Soy inocente, su ira se apartó de mí». Yo entraré en juicio contigo, porque dijiste: «No he pecado». ¿Por qué eres tan ligera para cambiar tus caminos? También serás avergonzada por Egipto, como fuiste avergonzada por Asiria. También de allí saldrás con tus manos sobre la cabeza, porque el Señor desechó a aquellos en quienes tú confiabas, y no prosperarás con ellos.

JEREMÍAS 2:1-37 La Palabra (versión española) (BLP)

Me llegó la palabra del Señor en estos términos: Vete y proclama lo siguiente a oídos de Jerusalén: Esto dice el Señor: Recuerdo el cariño de tu juventud, el amor que me tenías de prometida: seguías mis pasos por el desierto, por tierra donde nadie siembra. Israel estaba consagrado al Señor, era el fruto primero de su cosecha; quienes comían de él, sufrían las consecuencias, el castigo se cernía sobre ellos —oráculo del Señor. Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, familias todas de la casa de Israel. Así dice el Señor: ¿Qué culpa encontraron en mí vuestros antepasados, qué maldad para alejarse de mí? Se fueron detrás de naderías y acabaron siendo una nada. No preguntaron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de Egipto, que nos fue guiando por la estepa, por terrenos desérticos y quebrados, por terrenos áridos y tenebrosos, por terrenos que nadie atraviesa, por terrenos donde nadie reside?». Os guié a una tierra de huertos, para comer sus frutos deliciosos, pero al entrar contaminasteis mi tierra, hicisteis mi heredad abominable. Los sacerdotes no preguntaban: «¿Dónde está el Señor?». No me conocían los expertos en la ley, los pastores se rebelaban contra mí. Los profetas profetizaban por Baal, caminaban detrás de los inútiles. Por eso vuelvo a pleitear con vosotros —oráculo del Señor—, con los hijos de vuestros hijos pleiteo. Cruzad hasta las costas de Chipre y mirad, recorred Quedar y observad con atención, y ved si sucedió algo parecido. ¿Cambia una nación de dioses? (¡Y eso que no son dioses!) Pues mi pueblo cambió su Gloria por algo totalmente inútil. ¡Espántate, cielo, de esto; pásmate y tiembla aterrado! —Oráculo del Señor—, porque un doble crimen cometió mi pueblo: abandonarme a mí, fuente de agua viva, y excavarse pozos, pozos agrietados, que no retienen agua. ¿Era acaso un siervo Israel, alguien nacido en esclavitud? Pues, ¿cómo se ha vuelto presa de leones que rugen en torno, que le lanzan gruñidos? Dejaron su tierra desolada, sus ciudades incendiadas, deshabitadas. Incluso los de Menfis y Tafne vendrán a raparte el cogote. ¿No ves que a esto te conduce el abandono del Señor, tu Dios? ¿Qué buscas ahora camino de Egipto? ¿Beber el agua del Nilo? ¿Qué buscas camino de Asiria? ¿Beber el agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu apostasía te va a escarmentar; recuerda bien que es malo y amargo abandonar al Señor, tu Dios, y no sentir respeto por mí —oráculo de Dios, Señor del universo. Hace mucho que te has sacudido el yugo y has hecho trizas tus correas diciendo: «No volveré a ser esclavo». Y en toda colina elevada, bajo cualquier árbol frondoso te tumbas como una prostituta. ¡Y pensar que yo te planté vid selecta, de cepa noble! ¿Cómo te me has hecho extraña, degenerando en viña bastarda? Aunque te laves con sosa y uses cantidad de jabón, tu culpa sigue presente ante mí —oráculo del Señor Dios—. ¿Cómo dices: «No estoy contaminada, no he andado detrás de los baales»? ¡Mira tu conducta en el valle, reconoce todo lo que has hecho!, camella alocada, sin rumbo, asna habituada al desierto, que en pleno celo ventea. ¿Quién controlará su pasión? No se fatiga quien la ansía, siempre la encuentra dispuesta. No dejes tus pies descalzos, no permitas que se seque tu garganta. Pero dices: «Eso sí que no. Estoy enamorada de extranjeros y pienso caminar tras ellos». Como siente vergüenza el ladrón sorprendido, avergonzado quedará Israel: ellos, sus reyes y sus príncipes, también sus sacerdotes y profetas; los que dicen a un leño: «Tú eres mi padre», y a un trozo de piedra: «Tú me has parido». Me vuelven la espalda, sin mirarme; mas llega el desastre y me dicen: «Venga, sálvanos». ¿Dónde están los dioses que te fabricaste? ¡Que vengan a salvarte cuando llega el desastre! ¡Pues son tantos tus dioses cuantas son tus ciudades, Judá! ¿Por qué pleiteáis conmigo cuando sois vosotros los rebeldes? En vano castigué a vuestros hijos, pues no han aprendido la lección. Vuestra espada devoró a los profetas, lo mismo que un león depredador. Los de esta generación, prestad atención a la palabra del Señor. ¿Soy un desierto para Israel, quizá una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: «Nos vamos, no pensamos volver ya a ti»? ¿Se olvida una joven de sus joyas? ¿Una novia, de sus atavíos? Pues hace infinidad de tiempo que mi pueblo se ha olvidado de mí. ¡Qué bien te preparaste el camino para ir en busca de tus amores! ¡Qué bien te has acostumbrado a los caminos del mal! Pues también en tus manos hay sangre de gente inocente y desvalida que no habías sorprendido cometiendo un acto delictivo. Y, encima de todo esto, dices: «Soy inocente, su ira se apartará de mí». Pues ahora te voy a juzgar, por decir que no has pecado. ¿Por qué tomas a la ligera tu cambio de estilo de vida? Acabarás decepcionada de Egipto, lo mismo que de Asiria. También de allí saldrás con las manos cubriendo tu cabeza, pues ha rechazado el Señor a aquellos en quienes confiabas, y no tendrá éxito su ayuda.

JEREMÍAS 2:1-37 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Ve y habla a la ciudad de Jerusalén; grita para que lo oiga bien: ‘¡Así dice el Señor! Recuerdo que cuando eras joven, me eras fiel; que cuando te hice mi esposa, me amabas y me seguiste a través del desierto, tierra donde nada se cultiva.’ Israel estaba consagrada a mí, era lo mejor de mi cosecha. Si alguien le hacía daño, yo le castigaba enviándole calamidades. Yo, el Señor, lo afirmo.” Descendientes de Jacob, familias todas de Israel, escuchad la palabra del Señor. El Señor os dice: “¿Qué de malo encontraron en mí vuestros antepasados, que se alejaron de mí? Se fueron tras dioses que no son nada, y en nada se convirtieron ellos mismos. No se preocuparon de buscarme a mí, que los saqué de Egipto, que los guié por el desierto, tierra seca y llena de barrancos, tierra sin agua, llena de peligros, tierra donde nadie vive, por donde nadie pasa. Yo os traje a esta tierra fértil, para que comierais sus frutos y sus mejores productos. Pero vosotros vinisteis y profanasteis mi tierra, me hicisteis sentir asco de este país, de mi propiedad. Los sacerdotes no me buscaron, los instructores de mi pueblo no me reconocieron, los jefes se rebelaron contra mí y los profetas hablaron en nombre de Baal y siguieron a ídolos que no sirven para nada. “Por eso yo, el Señor, afirmo: Voy a entablar un pleito contra vosotros y contra vuestros nietos. Id a las islas de occidente y observad; enviad a alguien a Quedar para que se fije bien, a ver si se ha dado el caso de que una nación pagana haya cambiado a sus dioses. ¡Y eso que son dioses falsos! Pero mi pueblo me ha dejado a mí, que soy su gloria, por ídolos que no sirven para nada. ¡Espántate, cielo, ante esto! ¡Échate a temblar de horror! Yo, el Señor, lo afirmo. “Mi pueblo ha cometido un doble pecado: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron sus propias cisternas, pozos agrietados que no conservan el agua. “Israel no es un esclavo; no nació en la esclavitud. ¿Por qué, pues, lo saquean? ¿Por qué lo atacan como leones, lanzando fuertes rugidos? Han dejado en ruinas su país; sus ciudades fueron incendiadas y nadie quedó en ellas. La gente de Menfis y de Tafnes te rompió la cabeza. Esto te pasó por haberme abandonado a mí, que soy el Señor tu Dios y que te guiaba por el camino. Y ahora, ¿qué ganas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué ganas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu infidelidad te condenará. Piensa y verás cuán malo y amargo ha sido que me abandones y que no me hayas honrado, a mí, que soy el Señor tu Dios. Yo, el Señor todopoderoso, lo afirmo. “Desde hace mucho te rebelaste contra mí, te negaste a obedecerme. Dijiste: ‘No quiero servir.’ Sobre cualquier loma alta y bajo cualquier árbol frondoso te diste a la prostitución. Yo te planté como vid de la mejor calidad, como vid de la simiente más fina. ¡Pero te has degenerado tanto, que ya ni te reconozco! Por más que te laves con lejía y uses cuanto jabón quieras, ante mí sigue presente la mancha de tu pecado. Yo, el Señor, lo afirmo. ¿Cómo puedes decir: ‘No me he manchado ni he dado culto a dioses falsos’? Mira cuál fue tu conducta en el valle; fíjate en todo lo que has hecho tú, camella ligera de cascos que corre en todas direcciones; asna salvaje que tira al monte y resopla jadeante de deseos. Cuando se encela, nadie puede controlarla: y no tiene que cansarse el macho que la busca, pues siempre la encuentra en tiempo de celo. “¡Israel, no lastimes tus pies corriendo descalza; no dejes que se te seque la garganta! Pero tú dijiste: ‘No, imposible; amo a los extraños y me voy con ellos.’ “Como el ladrón se avergüenza cuando lo descubren, así quedará avergonzado Israel, el pueblo, los reyes, los jefes, los sacerdotes y los profetas; pues a un árbol le dicen: ‘Tú eres mi padre’, y a una piedra: ‘Tú eres mi madre.’ A mí, en cambio, me dan la espalda y no la cara. Sin embargo, apenas se ven en peligro, me dicen: ‘¡Ven a salvarnos!’ Judá, ¿dónde están los dioses que te hiciste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Pues que vengan ellos, a ver si pueden salvarte cuando te llegue la desgracia! ¿Qué alegáis vosotros contra mí, si todos me habéis sido rebeldes? Yo, el Señor, lo afirmo. En vano castigué a vuestros hijos, pues no quisieron aprender la lección. Vosotros mismos, como leones feroces, asesinasteis a vuestros profetas. (También vosotros, los de la generación actual, prestad atención al mensaje del Señor). Israel, ¿acaso he sido un desierto para ti?, ¿una tierra llena de sombras? Pueblo mío, ¿por qué dices: ‘Somos libres; nunca más volveremos a ti’? ¿Puede olvidarse una mujer de sus joyas y sus adornos de novia? Mi pueblo, sin embargo, hace mucho que se olvidó de mí. “¡Qué bien conoces el camino cuando de buscar amantes se trata! ¡Eres maestra en la escuela del mal! Tienes la ropa toda manchada de sangre de pobres e inocentes, de gente que no sorprendiste en ningún delito. Pero a pesar de todo dices: ‘Soy inocente. Dios ya no está enojado conmigo.’ Pues bien, como dices que no has pecado, voy a entablar un juicio contra ti. ¿Por qué tienes tanta prisa por cambiar de aliados? También Egipto te fallará, como te ha fallado Asiria. Y tendrás que regresar de Egipto llena de vergüenza, porque yo he rechazado a los que te inspiran confianza, y nada vas a ganar con su amistad.”

JEREMÍAS 2:1-37 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

La palabra del SEÑOR vino a mí: «Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el SEÑOR: »“Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas. Israel estaba consagrada al SEÑOR, era las primicias de su cosecha; todo el que comía de ella sufría las consecuencias, les sobrevenía la calamidad”», afirma el SEÑOR. ¡Escuchad la palabra del SEÑOR, descendientes de Jacob, tribus todas del pueblo de Israel! Así dice el SEÑOR: «¿Qué injusticia vieron en mí vuestros antepasados, que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras lo que nada vale, y en nada se convirtieron. Nunca preguntaron: “¿Dónde está el SEÑOR que nos hizo subir de Egipto, que nos guio por el desierto, por tierra árida y accidentada, por tierra reseca y tenebrosa, por tierra que nadie transita y en la que nadie vive?” Yo os traje a una tierra fértil, para que comierais de sus frutos y de su abundancia. Pero vinisteis y contaminasteis mi tierra; hicisteis de mi heredad algo abominable. Nunca preguntaron los sacerdotes: “¿Dónde está el SEÑOR?” Los expertos en la ley jamás me conocieron; los pastores se rebelaron contra mí, los profetas hablaron en nombre de Baal y se fueron tras dioses que para nada sirven. Por eso, aún voy a litigar contra vosotros, y también litigaré contra los hijos de vuestros hijos —afirma el SEÑOR—. »Cruzad a las costas de Chipre, y mirad; enviad mensajeros a Cedar, e informaos bien; fijaos si ha sucedido algo semejante: ¿Hay alguna nación que haya cambiado de dioses, a pesar de que no son dioses? ¡Pues mi pueblo ha cambiado al que es su gloria, por lo que no sirve para nada! ¡Espantaos, cielos, ante esto! ¡Temblad y quedad horrorizados! —afirma el SEÑOR—. »Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Acaso es Israel un esclavo? ¿Nació en la esclavitud? ¿Por qué entonces lo saquean? Los leones rugieron contra él, lanzaron fuertes gruñidos. Dejaron desolado su país, sus ciudades fueron incendiadas, y ya nadie las habita. »Para colmo de males, los de Menfis y los de Tafnes te raparon la cabeza. ¿No te ha pasado todo esto por haber abandonado al SEÑOR tu Dios, mientras él te guiaba por el camino? Y ahora, ¿qué sacas con ir a Egipto a beber agua del Nilo? ¿Qué sacas con ir a Asiria a beber agua del Éufrates? Tu maldad te castigará, tu infidelidad te recriminará. Ponte a pensar cuán malo y amargo es abandonar al SEÑOR tu Dios y no sentir temor de mí —afirma el Señor, el SEÑOR Todopoderoso—. »Desde hace mucho quebraste el yugo; te quitaste las ataduras y dijiste: “¡No quiero servirte!” Sobre toda colina alta, y bajo todo árbol frondoso, te entregaste a la prostitución. Yo te planté, como vid selecta, con semilla genuina. ¿Cómo es que te has convertido en una vid degenerada y extraña? Aunque te laves con lejía, y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad —afirma el SEÑOR omnipotente—. »¿Cómo puedes decir: “No me he contaminado, ni me he ido tras los baales”? ¡Considera tu conducta en el valle! ¡Reconoce lo que has hecho! ¡Camella ligera de cascos, que no puedes quedarte quieta! ¡Asna salvaje que tiras al monte! Cuando ardes en deseos, olfateas el viento; cuando estás en celo, no hay quien te detenga. Ningún macho que te busque tiene que fatigarse: cuando estás en celo, fácilmente te encuentra. »No andes con pies descalzos, que te lastimas, ni dejes que la garganta se te reseque. Pero tú insistes: “¡No tengo remedio! Amo a dioses extraños, y tras ellos me iré”. »El pueblo de Israel se avergonzará, junto con sus reyes y autoridades, sacerdotes y profetas, como se avergüenza el ladrón cuando lo descubren. A un trozo de madera le dicen: “Tú eres mi padre”, y a una piedra le repiten: “Tú me has dado a luz”. Me han vuelto la espalda; no quieren darme la cara. Pero les llega la desgracia y me dicen: “¡Levántate y sálvanos!” ¿Dónde están, Judá, los dioses que te fabricaste? ¡Tienes tantos dioses como ciudades! ¡Diles que se levanten! ¡A ver si te salvan cuando caigas en desgracia! »¿Por qué litigáis conmigo? Todos vosotros os habéis rebelado contra mí —afirma el SEÑOR—. »En vano castigo a mi pueblo, pues rechaza mi corrección. Cual si fuera un león feroz, vuestra espada devoró a vuestros profetas. »Pero vosotros, los de esta generación, prestad atención a la palabra del SEÑOR: ¿Acaso he sido para Israel un desierto o una tierra tenebrosa? ¿Por qué dice mi pueblo: “Somos libres, nunca más volveremos a ti”? ¿Acaso una joven se olvida de sus joyas, o una novia de su atavío? ¡Pues hace muchísimo tiempo que mi pueblo se olvidó de mí! ¡Qué mañosa eres para conseguir amantes! ¡Hasta las malas mujeres han aprendido de ti! Tienes la ropa manchada de sangre, de sangre de gente pobre e inocente, a los que nunca sorprendiste robando. Por todo esto te voy a juzgar: por alegar que no has pecado, por insistir en tu inocencia, por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!” ¡Con qué ligereza cambias de parecer! Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria. Saldrás de allí con las manos en la nuca, porque el SEÑOR ha rechazado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.