JEREMÍAS 1:4-19
JEREMÍAS 1:4-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vino, pues, palabra del Señor a mí: —Antes de que te formara en el vientre, te conocí, antes de que nacieras, te santifiqué y te di por profeta a las naciones. Yo dije: —¡Ah, ah, Señor mi Dios! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho! Me dijo el Señor: —No digas: «Soy un muchacho», porque a todo lo que te envíe irás, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice el Señor. Extendió el Señor su mano, tocó mi boca y me dijo: —He puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar. La palabra del Señor vino a mí: —¿Qué ves tú, Jeremías? Yo respondí: —Veo una vara de almendro. Me dijo el Señor: —Bien has visto, porque yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra. Vino a mí la palabra del Señor por segunda vez: —¿Qué ves tú? Yo dije: —Veo una olla hirviendo, que se derrama desde el norte. Me dijo el Señor: —Del norte se soltará el mal sobre todos los habitantes de esta tierra. Porque yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice el Señor; vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, alrededor de todas sus murallas y contra todas las ciudades de Judá. A causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me abandonaron e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron. Tú, pues, ciñe tu cintura, levántate y háblales todo cuanto te mande. No te amedrentes delante de ellos, para que yo no te amedrente en su presencia. Porque yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra. Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo, dice el Señor, para librarte.
JEREMÍAS 1:4-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes que nacieras, ya te había apartado y te había destinado a ser profeta de las naciones.” Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!” Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.” Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.” El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Jeremías, ¿qué ves?” “Veo una rama de almendro”, contesté. “Tienes razón –me dijo el Señor–. En efecto, voy a estar atento a que mis palabras se cumplan.” El Señor se dirigió a mí por segunda vez: “¿Qué ves?”, me preguntó. “Veo una olla hirviendo, a punto de derramarse desde el norte”, contesté. Entonces el Señor me dijo: “Desde el norte va a derramarse la calamidad sobre todos los habitantes de este país. Yo, el Señor, aseguro que voy a llamar a todos los reinos del norte. Vendrán sus reyes y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén, frente a todas las murallas que la rodean y frente a todas las ciudades de Judá. Este es el castigo que voy a decretar contra esos pecadores que me abandonaron, que quemaron incienso y adoraron a dioses extranjeros que ellos mismos se hicieron. Y tú, ármate de valor; ve y diles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque de otra manera te haré temblar delante de ellos. Yo te pongo hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro, como muralla de bronce, para que te enfrentes a todo el país de Judá: a sus reyes, a sus jefes y sacerdotes y al pueblo en general. Ellos te harán la guerra, pero no te vencerán, porque yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.”
JEREMÍAS 1:4-19 Reina Valera 2020 (RV2020)
Vino, pues, palabra del Señor a mí: —Antes de que te formara en el vientre, te conocí, antes de que nacieras, te santifiqué y te di por profeta a las naciones. Yo dije: —¡Ah, ah, Señor mi Dios! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho! Me dijo el Señor: —No digas: «Soy un muchacho», porque a todo lo que te envíe irás, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice el Señor. Extendió el Señor su mano, tocó mi boca y me dijo: —He puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar. La palabra del Señor vino a mí: —¿Qué ves tú, Jeremías? Yo respondí: —Veo una vara de almendro. Me dijo el Señor: —Bien has visto, porque yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra. Vino a mí la palabra del Señor por segunda vez: —¿Qué ves tú? Yo dije: —Veo una olla hirviendo, que se derrama desde el norte. Me dijo el Señor: —Del norte se soltará el mal sobre todos los habitantes de esta tierra. Porque yo convoco a todas las familias de los reinos del norte, dice el Señor; vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la entrada de las puertas de Jerusalén, alrededor de todas sus murallas y contra todas las ciudades de Judá. A causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me abandonaron e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron. Tú, pues, ciñe tu cintura, levántate y háblales todo cuanto te mande. No te amedrentes delante de ellos, para que yo no te amedrente en su presencia. Porque yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra. Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo, dice el Señor, para librarte.
JEREMÍAS 1:4-19 La Palabra (versión española) (BLP)
Me llegó la palabra del Señor en estos términos: —Antes de formarte yo en el vientre, ya te conocía; antes de que salieras de las entrañas maternas, te consagré profeta y te destiné a las naciones. Respondí: —Ay, Señor mi Dios. ¡Pero si no sé ni hablar; soy muy joven! Me contestó el Señor: —No digas que eres joven. Irás a todos los sitios adonde yo te envíe y dirás todo lo que te ordene. No les tengas miedo, pues estoy contigo para defenderte —oráculo del Señor. El Señor alargó su brazo, me tocó en la boca y me dijo: —He puesto mis palabras en tu boca. Mira, hoy mismo te doy poder sobre naciones y reinos, para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para construir y plantar. El Señor me dirigió la palabra en estos términos: —¿Qué ves, Jeremías? Respondí: —Veo una rama de almendro. Añadió el Señor: —Has visto bien. Pues yo también vigilo para que se cumpla mi palabra. Por segunda vez me dirigió el Señor su palabra en estos términos: —¿Qué ves? Respondí: —Veo un caldero hirviendo, con sus bordes inclinados del lado del norte. El Señor me dijo: —El desastre se precipitará desde el norte sobre todos los habitantes del país, pues pienso citar a todos los clanes y reinos del norte —oráculo del Señor. Vendrán y pondrán su sitial a la entrada de las puertas de Jerusalén, en torno a todas sus murallas y en todas las ciudades de Judá. Expondré mis cargos contra ellos, por el mal que hicieron olvidándome, quemando incienso a otros dioses, adorando a las obras de sus manos. Y tú, disponte a pelear, puesto en pie les dirás todo lo que yo te ordene. Y no les tengas miedo, o seré yo el que te intimide. Mira, te he convertido desde hoy en plaza fuerte, serás columna de hierro, igual que muro de bronce, enfrentado a todo el país: a los reyes y príncipes de Judá, sacerdotes y pueblo de la tierra. Te atacarán, pero no te vencerán, pues estoy contigo para ayudarte —oráculo del Señor.
JEREMÍAS 1:4-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes que nacieras, ya te había apartado y te había destinado a ser profeta de las naciones.” Yo contesté: “¡Ay, Señor! ¡Yo soy muy joven y no sé hablar!” Pero el Señor me dijo: “No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.” Entonces el Señor extendió la mano, me tocó los labios y me dijo: “Yo pongo mis palabras en tus labios. Hoy te doy plena autoridad sobre reinos y naciones, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y también para construir y plantar.” El Señor se dirigió a mí y me dijo: “Jeremías, ¿qué ves?” “Veo una rama de almendro”, contesté. “Tienes razón –me dijo el Señor–. En efecto, voy a estar atento a que mis palabras se cumplan.” El Señor se dirigió a mí por segunda vez: “¿Qué ves?”, me preguntó. “Veo una olla hirviendo, a punto de derramarse desde el norte”, contesté. Entonces el Señor me dijo: “Desde el norte va a derramarse la calamidad sobre todos los habitantes de este país. Yo, el Señor, aseguro que voy a llamar a todos los reinos del norte. Vendrán sus reyes y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén, frente a todas las murallas que la rodean y frente a todas las ciudades de Judá. Este es el castigo que voy a decretar contra esos pecadores que me abandonaron, que quemaron incienso y adoraron a dioses extranjeros que ellos mismos se hicieron. Y tú, ármate de valor; ve y diles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque de otra manera te haré temblar delante de ellos. Yo te pongo hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro, como muralla de bronce, para que te enfrentes a todo el país de Judá: a sus reyes, a sus jefes y sacerdotes y al pueblo en general. Ellos te harán la guerra, pero no te vencerán, porque yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.”
JEREMÍAS 1:4-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La palabra del SEÑOR vino a mí: «Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones». Yo le respondí: «¡Ah, SEÑOR mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!» Pero el SEÑOR me dijo: «No digas: “Soy muy joven”, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene. No temas a nadie, que yo estoy contigo para librarte». Lo afirma el SEÑOR. Luego extendió el SEÑOR la mano y, tocándome la boca, me dijo: «He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, »para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar». La palabra del SEÑOR vino a mí, y me dijo: «¿Qué es lo que ves, Jeremías?» «Veo una rama de almendro», respondí. «Has visto bien —dijo el SEÑOR—, porque yo estoy alerta para que se cumpla mi palabra». La palabra del SEÑOR vino a mí por segunda vez, y me dijo: «¿Qué es lo que ves?» «Veo una olla que hierve y se vierte desde el norte», respondí. Entonces el SEÑOR me dijo: «Desde el norte se derramará la calamidad sobre todos los habitantes del país. Porque voy a convocar a todas las tribus de los reinos del norte —afirma el SEÑOR—. »Vendrán, y cada uno pondrá su trono a la entrada misma de Jerusalén; vendrán contra todos los muros que la rodean, y contra todas las ciudades de Judá. Yo dictaré sentencia contra mi pueblo, por toda su maldad, porque me han abandonado; han quemado incienso a otros dioses, y han adorado las obras de sus manos. »Pero tú, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene. No temas ante ellos, pues de lo contrario yo haré que sí los temas. Hoy te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro y muro de bronce, contra todo el país, contra los reyes de Judá, contra sus autoridades y sus sacerdotes, y contra la gente del país. Pelearán contra ti, pero no podrán vencerte, porque yo estoy contigo para librarte», afirma el SEÑOR.