ISAÍAS 58:1-3
ISAÍAS 58:1-3 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Grita con toda tu fuerza, no te contengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado! Ellos me buscan cada día y quieren saber mis caminos, como gente que practica la justicia y que no hubiera abandonado el mandato de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios. Dicen: «¿Para qué ayunamos, si no nos miras? ¿Para qué nos afligimos, si no te das cuenta?». Porque en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio interés y oprimís a todos vuestros trabajadores.
ISAÍAS 58:1-3 La Palabra (versión española) (BLP)
Grita incansable, bien fuerte, deja oír tu voz como trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus descarríos. Día a día consultan mi oráculo, desean conocer mis intenciones, como gente que practica la justicia, que no abandona el mandato de su Dios. Me piden que haga justicia, desean la cercanía de Dios: «¿Para qué ayunamos si no nos miras, nos mortificamos y no te das cuenta?». Porque el día de ayuno buscáis vuestro interés y sois implacables con vuestros sirvientes.
ISAÍAS 58:1-3 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
El Señor me dijo: “Grita muy fuerte, sin miedo, alza la voz como una trompeta; reprende a mi pueblo por sus culpas, al pueblo de Jacob por sus pecados. Diariamente me buscan y están felices de conocer mis caminos, como si fueran un pueblo que hace el bien y que no descuida mis leyes; me piden leyes justas y se muestran felices de acercarse a mí. Sin embargo dicen: ‘¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? ¿Para qué sacrificarnos, si él no se da cuenta?’ El día de ayuno lo dedicáis a hacer negocios y a explotar a vuestros trabajadores
ISAÍAS 58:1-3 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»¡Grita con toda tu fuerza, no te reprimas! Alza tu voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus rebeldías; sus pecados, a los descendientes de Jacob. Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: “¿Para qué ayunamos, si no lo tienes en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas?”