ISAÍAS 54:5-8
ISAÍAS 54:5-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Porque tu marido es tu Hacedor («El Señor de los ejércitos» es su nombre). Él es tu Redentor, el Santo de Israel, el que será llamado «Dios de toda la tierra». Porque como a una mujer abandonada y triste de espíritu te llamó el Señor, como a la esposa de la juventud que es repudiada, dice tu Dios. «Por un instante te abandoné, pero con gran compasión volveré a recogerte. En un arrebato de ira te oculté por un momento mi rostro, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti», dice el Señor, tu Redentor.
ISAÍAS 54:5-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Pues tu esposo será tu Creador, su nombre es Señor del universo; tu redentor será el Santo de Israel, llamado Dios de toda la tierra. Como a esposa abandonada y afligida te volverá a llamar el Señor, pues no podrá ser repudiada la esposa de la juventud, —dice tu Dios—. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te acogeré; en un arrebato de cólera te oculté por un momento mi rostro, pero te quiero con amor eterno dice tu redentor, el Señor.
ISAÍAS 54:5-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
porque tu creador te tomará por esposa. Su nombre es Señor todopoderoso; tu redentor es el Dios Santo de Israel, el Dios de toda la tierra. Eras como una esposa joven, abandonada y afligida, pero tu Dios te ha vuelto a llamar y te dice: “Por un corto instante te abandoné, pero con bondad inmensa te volveré a unir conmigo. En un arranque de enojo, por un momento, me oculté de ti, pero con amor eterno te tuve compasión.” Lo dice el Señor, tu redentor.
ISAÍAS 54:5-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el SEÑOR Todopoderoso. Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre! El SEÑOR te llamará como a esposa abandonada; como a mujer angustiada de espíritu, como a esposa que se casó joven tan solo para ser rechazada —dice tu Dios—. Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo. Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno tendré compasión de ti —dice el SEÑOR, tu Redentor—.