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ISAÍAS 52:1-10

ISAÍAS 52:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)

¡Despierta, despierta, vístete de poder, Sion! ¡Ponte tu mejor ropa, Jerusalén, ciudad santa, porque ya no entrarán en ti incircuncisos e impuros! Sacúdete el polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion. Porque así dice el Señor: «De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados». Porque así ha dicho el Señor: «Mi pueblo descendió a Egipto en tiempos pasados, para habitar allá, y el asirio lo cautivó sin razón». Y ahora el Señor dice: «¿Qué hago aquí, ya que mi pueblo es llevado injustamente? ¡Los que de él se enseñorean lo hacen aullar, y sin parar blasfeman contra mi nombre todo el día!», dice el Señor. «Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre en aquel día, porque yo, el mismo que habla, estaré presente». ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!»! «¡Voz de tus centinelas!». Alzarán la voz; al unísono gritarán de júbilo, porque con sus propios ojos verán que el Señor vuelve a traer a Sion. ¡Cantad alabanzas, alegraos juntas, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén! El Señor ha desnudado su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro.

ISAÍAS 52:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, que los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! Porque así dice el SEÑOR: «Fuisteis vendidos por nada, y sin dinero seréis redimidos». Porque así dice el SEÑOR omnipotente: «En tiempos pasados, mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí; en estos últimos tiempos, Asiria los ha oprimido sin razón. »Y ahora —afirma el SEÑOR—, ¿qué estoy haciendo aquí? Sin motivo se han llevado a mi pueblo; sus gobernantes se mofan de él. No hay un solo momento en que mi nombre no lo blasfemen. Por eso mi pueblo conocerá mi nombre, y en aquel día sabrán que yo soy quien dice: “¡Aquí estoy!”» ¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»! ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el SEÑOR vuelve a Sión. Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpid juntas en canciones de alegría! Porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén! El SEÑOR desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.