ISAÍAS 5:8-30
ISAÍAS 5:8-30 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Ay de los que acaparan casa tras casa y añaden hacienda a hacienda hasta ocuparlo todo! ¿Habitaréis vosotros solos en medio de la tierra? El Señor de los ejércitos me ha dicho que las muchas casas han de quedar asoladas, y vacías las grandes y hermosas. Las viñas que producían diez barriles de vino, solo producirán uno, y diez medidas de semilla producirán tan solo una. ¡Ay de los que ya de madrugada andan buscando embriagarse, y siguen así hasta la noche, hasta que el vino los enciende! En sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, pero no miran la obra del Señor, ni consideran el trabajo de sus manos. Por tanto, mi pueblo es llevado cautivo, porque no tiene conocimiento; sus nobles se mueren de hambre y la multitud está seca de sed. Por eso ensanchó su interior el seol y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos y su multitud, con su algarabía y sus diversiones. El hombre será humillado, cada cual será abatido, y humillados serán los ojos de los altivos. Pero el Señor de los ejércitos será exaltado en juicio; el Dios Santo será santificado con justicia. Los corderos serán apacentados como en sus prados, y los extranjeros devorarán los campos desolados de los ricos. ¡Ay de los que atraen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado con sogas de carreta!, los que dicen: «¡Deprisa, que venga ya su obra y la veamos! ¡Qué se acerque, que llegue el consejo del Santo de Israel, para que lo conozcamos!». ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que son sabios ante sus propios ojos, de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino y hombres fuertes para mezclar bebidas; los que por soborno declaran justo al culpable, y al justo le quitan su derecho! Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre y su flor se desvanecerá como polvo, porque desecharon la ley del Señor de los ejércitos y abominaron la palabra del Santo de Israel. Por esta causa se encendió el furor del Señor contra su pueblo, y extendió contra él su mano y lo hirió; y se estremecieron los montes y sus cadáveres fueron arrojados en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida. Alzará pendón a naciones lejanas y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto, a toda prisa. No habrá entre ellos nadie cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá ni dormitará; a ninguno se le desatará el cinturón de su cintura, ni se le romperá la correa de sus sandalias. Sus saetas estarán afiladas y todos sus arcos entesados; los cascos de sus caballos serán como de pedernal, y las ruedas de sus carros, como un torbellino. Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, crujirá los dientes y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad y nadie se la quitará. Y bramará sobre él en aquel día como bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz.
ISAÍAS 5:8-30 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Ay de los que especulan con casas y juntan campo con campo, hasta no dejar ya espacio y ocupar solos el país! Por eso ha jurado el Señor del universo que sus muchas casas quedarán desoladas (las grandes y lujosas), vacías de vecinos. Pues diez yugadas de viña solo darán una cántara, y una carga de semilla solo dará una canasta. ¡Ay de los que ya de madrugada andan en busca de licores, y siguen así hasta el ocaso, hasta que el vino los enchispa! Andan entre arpas y cítaras, entre panderos y flautas, y con vino en sus banquetes, y no advierten la obra del Señor, no ven lo que hacen sus manos. Por eso irá mi pueblo al destierro, por falta de perspicacia, con sus nobles hambrientos, sus notables abrasados por la sed. Por eso abre sus fauces el reino de los muertos y dilata su boca sin medida, para tragar su gloria y su nobleza, todo su bullicio y su alegría. El mortal quedó rebajado, el ser humano quedó humillado, humillados los ojos altaneros. El Señor del universo quedó ensalzado en el juicio, el Dios santo demostró su santidad sentenciando. Corderos pacerán como en sus prados, chivos extranjeros pastarán entre ruinas. ¡Ay de los que van arrastrando la culpa como con cuerdas de buey, el pecado como con sogas de carreta! Los que dicen: «deprisa, que acelere su obra y la veamos; que se acerque, que llegue el plan del Santo de Israel, y así lo conozcamos». ¡Ay de los que llaman bien al mal y mal al bien, que hacen luz de la tiniebla y tiniebla de la luz, toman lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se creen sabios, y se tienen por juiciosos! ¡Ay de los valientes con el vino, de los campeones mezclando licores, que absuelven al culpable por dinero y deniegan la justicia al inocente! Por eso, como lame el fuego la paja y la llama consume la rastrojera, así su raíz acabará podrida, su flor volará como el tamo; pues rechazaron la ley del Señor del universo, despreciaron la palabra del Santo de Israel. Por eso arde en cólera el Señor contra su pueblo, y ha alargado hacia él su mano para herirlo; tiemblan los montes y aparecen sus cadáveres, lo mismo que basura en medio de las calles. Y con todo no se sacia su cólera, su mano sigue amenazante. Alzará una enseña a un pueblo lejano, le silbará desde el confín de la tierra. ¡Mirad qué ágil, qué rápido llega! Ni se cansa ni tropieza, ni dormita ni se duerme; no se quita el cinturón de sus lomos, ni se suelta el cordón de su calzado. Tiene afiladas sus flechas, todos sus arcos bien tensos; son como pedernal los cascos de sus caballos, y sus ruedas, torbellino. Su rugido es de león, ruge como los leoncillos, brama y atrapa la presa, la retiene sin remedio. Bramará aquel día contra él lo mismo que brama el mar. La tierra aparecerá cubierta de densa niebla, la luz se oscurecerá metida entre nubarrones.
ISAÍAS 5:8-30 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
¡Ay de vosotros, que compráis casas y más casas, que conseguís campos y más campos, hasta no dejar lugar a nadie más, y os instaláis como si fuerais los únicos en el país! El Señor todopoderoso me ha jurado: “Muchas casas serán destruidas; y por grandes y hermosas que sean, nadie las habitará. Tres hectáreas plantadas de uvas no rendirán más que un barrilito de vino. Diez costales de semilla solo rendirán uno de trigo.” ¡Ay de vosotros, que madrugáis para emborracharos, y al calor del vino os quedáis hasta la noche! Todo es música de arpas, salterios, tambores y flautas, y el vino corre en vuestros banquetes; pero no os fijáis en lo que hace el Señor, no tomáis en cuenta sus obras. Por eso, por no querer entender, mi pueblo irá al destierro. Todo el pueblo, con sus jefes, morirá de hambre y de sed. Como una fiera, el sepulcro abre su boca sin medida para tragarse al pueblo y a sus jefes, a esa gente que vive en juergas y diversiones. La gente quedará totalmente humillada; los orgullosos tendrán que bajar los ojos. El Señor todopoderoso mostrará su grandeza en el juicio; el Dios Santo mostrará su santidad haciendo justicia. Las ciudades serán destruidas, y en sus ruinas pastarán ovejas y cabras. ¡Ay de vosotros, que con mentiras arrastráis la maldad, que arrastráis el pecado como quien tira de un carro! Vosotros que decís: “Que Dios haga pronto sus obras para que las veamos; que el Dios Santo de Israel cumpla de prisa sus planes para que los conozcamos.” ¡Ay de vosotros, que llamáis bueno a lo malo, y malo a lo bueno; que convertís la luz en oscuridad, y la oscuridad en luz; que convertís lo amargo en dulce, y lo dulce en amargo! ¡Ay de vosotros, que os creéis sabios y os tenéis por inteligentes! ¡Ay de vosotros, que sois campeones bebiendo vino, y nadie os gana a preparar licores! Vosotros, que por dinero declaráis inocente al culpable y desconocéis los derechos del inocente. Por eso, así como el fuego quema la paja y las llamas devoran las hojas secas, así también pereceréis vosotros, como plantas que se pudren de raíz y cuyas flores se deshacen como el polvo. Porque despreciasteis las enseñanzas y las órdenes del Señor todopoderoso, el Dios Santo de Israel. Por eso, el Señor se enojó contra su pueblo y levantó la mano para castigarlo. Los montes se estremecieron, los cadáveres quedaron tirados como basura en las calles. Y sin embargo la ira del Señor no se ha calmado; él sigue amenazando todavía. El Señor levanta una bandera, y a silbidos llama a una nación lejana; de lo más lejano de la tierra la hace venir. Viene en seguida, llega con gran rapidez; no hay entre ellos nadie débil ni cansado, nadie que no esté bien despierto, nadie que no lleve el cinturón bien ajustado, nadie que lleve rotas las correas de sus sandalias. Tienen las flechas bien agudas y todos sus arcos bien tensos. Los cascos de sus caballos son como dura piedra, y como un torbellino las ruedas de sus carros; su rugido es como el rugido de un león, que gruñe, agarra la presa y se apodera de ella, y nadie se la puede arrebatar. Esa nación, al llegar el día señalado, rugirá, como el mar, contra Israel; y si alguien observa la tierra, la verá envuelta en tinieblas, oscurecida la luz por los nubarrones.
ISAÍAS 5:8-30 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa y se apropian de campo tras campo hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminan viviendo solos en el país! El SEÑOR Todopoderoso me ha dicho al oído: «Muchas casas quedarán desoladas, y no habrá quien habite las grandes mansiones. Tres hectáreas de viña solo producirán un tonel, y diez medidas de semilla darán tan solo una». ¡Ay de los que madrugan para ir tras bebidas embriagadoras, que se quedan hasta muy tarde embriagándose con vino! En sus banquetes hay vino y arpas, liras, tambores y flautas; pero no se fijan en los hechos del SEÑOR ni tienen en cuenta las obras de sus manos. Por eso mi pueblo será exiliado, porque no me conoce; sus nobles perecerán de hambre y la multitud se morirá de sed. Por eso el sepulcro ensancha su garganta, y desmesuradamente abre sus fauces. Allí bajan nobles y plebeyos, con sus juergas y diversiones. El hombre será humillado, la humanidad, doblegada, y abatidos los ojos altivos. Pero el SEÑOR Todopoderoso será exaltado en justicia, el Dios santo se mostrará santo en rectitud. Los corderos pastarán como en praderas propias, y las cabras comerán entre las ruinas de los ricos. ¡Ay de los que arrastran iniquidad con cuerdas de mentira, y el pecado con sogas de carreta! Dicen: «¡Que Dios se apure, que apresure su obra para que la veamos; que se acerque y se cumpla el plan del Santo de Israel, para que lo conozcamos!» ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes! ¡Ay de los valientes para beber vino, de los arrogantes que mezclan bebidas embriagadoras, de los que por soborno absuelven al culpable, y le niegan sus derechos al indefenso! Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y como el polvo se disipará su flor. Porque han rechazado la ley del SEÑOR Todopoderoso y han desdeñado la palabra del Santo de Israel. Por eso se enciende la ira del SEÑOR contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. Con todo, no se aplacó su ira, y su brazo aún sigue extendido. Con una bandera le hará señas a una nación lejana, con un silbido la llamará desde el extremo de la tierra, y esta nación llegará presta y veloz. Ninguno de ellos se cansa ni tropieza, ni dormita ni se duerme; a ninguno se le afloja el cinturón ni se le rompe la correa de las sandalias. Sus flechas son puntiagudas, tensos todos sus arcos; parecen pedernal los cascos de sus caballos, y torbellino las ruedas de sus carros. Su rugido es el de una leona, como el de los leoncillos: gruñe y atrapa la presa, y se la lleva sin que nadie se la arrebate. En aquel día bramará contra ella como brama el mar. Si alguien contempla la tierra, la verá sombría y angustiada, y la luz se ocultará tras negros nubarrones.