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ISAÍAS 49:13-26

ISAÍAS 49:13-26 La Palabra (versión española) (BLP)

Festéjalo, cielo; alégrate, tierra. Estallad, montes, en aclamaciones, que el Señor consuela a su pueblo, tiene compasión de sus desgraciados. Decía Sion: «Me ha dejado el Señor, mi Dios se ha olvidado de mí». ¿Se olvida una madre de su criatura, deja de amar al hijo de sus entrañas? Pues aunque una madre se olvidara, yo jamás me olvidaré. Aquí estás, tatuada en mis palmas, tengo siempre a la vista tus murallas; quienes te reconstruyen se dan más prisa que aquellos que te destruyeron; los que te asolaban se alejan de ti. Alza en torno tus ojos y mira, todos se reúnen y vienen a ti. Juro por mi vida —oráculo del Señor— que todos serán adorno de tus vestidos, te ceñirás con ellos como una esposa. Cuando se alejen de ti los que te devoraban, tus ruinas, tus escombros y tu tierra devastada resultarán estrechos para sus moradores. Oirás decir de nuevo a los hijos que dabas por perdidos: «Este sitio es estrecho para mí, dame más espacio para vivir». Y dirás para tus adentros: «¿Quién me ha engendrado a estos? Yo era estéril y sin hijos, exiliada y expulsada; ¿quién me ha criado a estos? Si había quedado sola, ¿de dónde han salido estos?». Así dice el Señor Dios: Haré señas con mi mano a las naciones, levantaré mi estandarte a los pueblos, y traerán en brazos a tus hijos, a tus hijas subidas al hombro; sus reyes serán tus tutores, sus princesas serán tus nodrizas; se echarán rostro en tierra ante ti, lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy el Señor, que no defraudo a los que esperan en mí. ¿Se le puede quitar al guerrero su presa? ¿Puede un prisionero huir del poderoso? Pues así dice el Señor: Pueden quitarle el prisionero al guerrero o la presa puede huir del poderoso, pero seré yo quien defienda tu causa, yo seré quien salve a tus hijos. Haré comer su propia carne a tus opresores, se embriagarán de su sangre como de licor, y todo ser vivo deberá reconocer que soy el Señor, tu salvador, tu redentor, el Fuerte de Jacob.

ISAÍAS 49:13-26 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

¡Cielo, grita de alegría! ¡Tierra, llénate de gozo! ¡Montes, lanzad gritos de felicidad!, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha tenido compasión de él en su aflicción. “Sión decía: ‘El Señor me abandonó, mi Dios se olvidó de mí.’ Pero ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré. Yo te llevo grabada en mis manos; siempre tengo presentes tus murallas. Los que te reconstruyen van más de prisa que los que te destruyeron; ya se han ido los que te arrasaron. Levanta los ojos y mira alrededor, mira cómo se reúnen todos y vuelven hacia ti. “Yo, el Señor, juro por mi vida que todos ellos serán como joyas que te pondrás, como los adornos de una novia. Tu país estaba en ruinas, destruido, arrasado; pero ahora tu territorio será pequeño para tus habitantes. Los que te destruyeron están lejos. Los hijos que dabas por perdidos te dirán al oído: ‘Este país es demasiado pequeño para nosotros; haznos lugar para vivir.’ Y tú dirás en tu interior: ‘¿Quién me ha dado estos hijos? Yo no tenía hijos, ni podía tenerlos; estaba desterrada y apartada, ¿quién los crió? Me habían dejado sola, ¿de dónde vinieron?’ ” El Señor dice: “Voy a dar órdenes a las naciones; voy a dar una señal a los pueblos para que traigan en brazos a tus hijos, y a tus hijas las traigan sobre los hombros. Los reyes serán tus padres adoptivos, y las princesas, tus niñeras. Se inclinarán hasta el suelo delante de ti y lamerán el polvo de tus pies. Y reconocerás que yo soy el Señor, y que los que en mí confían no quedan defraudados.” ¿Se le puede arrebatar a un hombre fuerte lo que ha ganado en la batalla? ¿O puede un preso escapar de un tirano? El Señor afirma que sí: “Al hombre fuerte le arrebatarán lo conquistado, y al tirano le quitarán lo ganado. Yo me enfrentaré con los que te buscan pleito; yo mismo salvaré a tus hijos. Obligaré a tus opresores a comer su propia carne y a emborracharse con su sangre, como si fuera vino. Así toda la humanidad sabrá que yo, el Señor, soy tu salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu redentor.”

ISAÍAS 49:13-26 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Vosotros los cielos, ¡gritad de alegría! Tierra, ¡regocíjate! Montañas, ¡prorrumpid en canciones! Porque el SEÑOR consuela a su pueblo y tiene compasión de sus pobres. Pero Sión dijo: «El SEÑOR me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí». «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palmas de mis manos; tus muros siempre los tengo presentes. Tus constructores se apresuran; de ti se apartan tus destructores y los que te asolaron. Alza tus ojos, y mira a tu alrededor; todos se reúnen y vienen hacia ti. Tan cierto como que yo vivo, —afirma el SEÑOR—, a todos ellos los usarás como adorno, los lucirás en tu vestido de novia. »Aunque te arrasaron y te dejaron en ruinas, y tu tierra quedó asolada, ahora serás demasiado pequeña para tus habitantes, y lejos quedarán los que te devoraban. Los hijos que dabas por perdidos todavía te dirán al oído: “Este lugar es demasiado pequeño para mí; hazme lugar para poder vivir”. Y te pondrás a pensar: “¿Quién me engendró estos hijos? Yo no tenía hijos, era estéril, desterrada y rechazada; pero a estos, ¿quién los ha criado? Me había quedado sola, pero estos, ¿de dónde han salido?”» Así dice el SEÑOR omnipotente: «Hacia las naciones alzaré mi mano, hacia los pueblos levantaré mi estandarte. Ellos traerán a tus hijos en sus brazos, y cargarán a tus hijas en sus hombros. Los reyes te adoptarán como hijo, y sus reinas serán tus nodrizas. Se postrarán ante ti rostro en tierra, y lamerán el polvo que tú pises. Sabrás entonces que yo soy el SEÑOR, y que no quedarán avergonzados los que en mí confían». ¿Se le puede quitar el botín a los guerreros? ¿Puede el cautivo ser rescatado del tirano? Pero así dice el SEÑOR: «Sí, al guerrero se le arrebatará el cautivo, y del tirano se rescatará el botín; contenderé con los que contiendan contigo, y yo mismo salvaré a tus hijos. Haré que tus opresores se coman su propia carne y se embriaguen con su propia sangre, como si fuera vino. Toda la humanidad sabrá entonces que yo, el SEÑOR, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor».