ISAÍAS 49:1-7
ISAÍAS 49:1-7 Reina Valera 2020 (RV2020)
Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos: El Señor me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre tuvo en cuenta mi nombre. Y puso mi boca como espada afilada, me cubrió con la sombra de su mano. Me puso por flecha bruñida, me guardó en su aljaba. Me dijo: «Mi siervo eres, Israel, porque en ti me gloriaré». Pero yo dije: «Por demás he trabajado; en vano y sin provecho he agotado mis fuerzas. Pero mi causa está delante del Señor, y mi recompensa con mi Dios». Ahora pues, el Señor, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos del Señor y mi Dios será mi fuerza), él dice: «Poco es para mí que solo seas mi siervo para levantar a las tribus de Jacob y restaurar al resto de Israel; también te he dado por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo último de la tierra». Así ha dicho el Señor, Redentor de Israel, el Santo suyo, al despreciado profundamente, al aborrecido de las naciones, al siervo de los tiranos: «Lo verán reyes, se levantarán príncipes y adorarán por causa del Señor, porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió».
ISAÍAS 49:1-7 La Palabra (versión española) (BLP)
Escuchadme, costas remotas, atended, pueblos lejanos. Ya en el vientre me llamó el Señor, en el seno materno pronunció mi nombre. Hizo de mi boca espada afilada, me ocultó al amparo de su mano; hizo de mí una flecha puntiaguda, me puso dentro de su aljaba. Me dijo: Tú eres mi siervo, Israel, en ti va a resplandecer mi gloria. Pero yo pensaba: «En vano he trabajado, en viento y por nada he malgastado mis fuerzas»; sin embargo, mi causa la llevaba el Señor, mi recompensa dependía de mi Dios. Y ahora así dice el Señor, que me hizo su siervo ya en el vientre, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel (fui valioso a los ojos del Señor, mi Dios fue mi fuerza): Es muy poco que seas mi siervo para restaurar a las tribus de Jacob y reconducir al resto de Israel. Voy a hacerte luz de las naciones para que llegue mi salvación hasta el confín de la tierra. Así dice el Señor, redentor y Santo de Israel, al que ha sido despreciado y aborrecido de las naciones, al esclavo de los opresores: Los reyes lo verán y se pondrán de pie, los príncipes se postrarán humillados, a causa del Señor, que es fiel, del Santo de Israel, que te ha elegido.
ISAÍAS 49:1-7 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Oídme, países del mar, prestadme atención, naciones lejanas: El Señor me llamó desde antes que yo naciera; pronunció mi nombre cuando aún estaba yo en el seno de mi madre. Convirtió mi lengua en espada afilada, me escondió al amparo de su mano, me convirtió en una flecha aguda y me guardó en su aljaba. Me dijo: “Israel, tú eres mi siervo; en ti me mostraré glorioso.” Y yo que había pensado: “He pasado trabajos en vano, he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada.” En realidad, mi causa está en manos del Señor, mi recompensa está en poder de mi Dios. He recibido honor delante del Señor mi Dios, pues él ha sido mi fuerza. El Señor, que me formó desde el seno de mi madre para que fuera su siervo, para hacer que Israel, el pueblo de Jacob, se vuelva y se una a él, dice así: “No basta que seas mi siervo solamente para restablecer las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo haré que seas luz de las naciones, para que lleves mi salvación hasta las partes más lejanas de la tierra.” El Señor, el redentor, el Dios Santo de Israel, dice al pueblo que ha sido totalmente despreciado, al que los otros pueblos aborrecen, al que ha sido esclavo de los tiranos: “Cuando los reyes y los príncipes te vean, se levantarán y se inclinarán delante de ti, porque yo, el Señor, el Dios Santo de Israel, te elegí y cumplo mis promesas.”
ISAÍAS 49:1-7 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Escuchad, costas lejanas, oíd esto, naciones distantes: El SEÑOR me llamó antes de que yo naciera, en el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, y me escondió en la sombra de su mano; me convirtió en una flecha pulida, y me escondió en su aljaba. Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo; en ti seré glorificado». Y respondí: «En vano he trabajado; he gastado mis fuerzas sin provecho alguno. Pero mi justicia está en manos del SEÑOR; mi recompensa está con mi Dios». Y ahora dice el SEÑOR, que desde el seno materno me formó para que fuera yo su siervo, para hacer que Jacob se vuelva a él, que Israel se reúna a su alrededor; porque a los ojos del SEÑOR soy digno de honra, y mi Dios ha sido mi fortaleza: «No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra». Así dice el SEÑOR, el Redentor y Santo de Israel, al despreciado y aborrecido por las naciones, al siervo de los gobernantes: «Los reyes te verán y se pondrán de pie, los príncipes te verán y se inclinarán, por causa del SEÑOR, el Santo de Israel, que es fiel y te ha escogido».