ISAÍAS 43:1-25
ISAÍAS 43:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)
Y ahora, así dice el Señor, el que te ha creado, Jacob, el que te ha formado, Israel: No temas, que te he rescatado, te llamo por tu nombre y eres mío. Si cruzas las aguas estoy contigo, si pasas por ríos no te hundirás; si pisas ascuas no te quemarás, la llama no te abrasará. Pues yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. Entregué a Egipto para rescatarte, a Etiopía y Sabá en tu lugar, pues eres precioso a mis ojos, muy importante, y te quiero. Entregaré tierras en tu lugar, naciones por salvar tu vida. No temas, que estoy contigo. Traeré de oriente a tus hijos, desde occidente te reuniré. Al norte diré: «¡Dámelos!», y al sur: «¡No los retengas!». Trae a mis hijos desde lejos, a mis hijas del confín de la tierra; a los que son llamados con mi nombre, a los que he creado para mi gloria, a los que he formado y he hecho. Saca al pueblo ciego, aunque tiene ojos, a esos sordos, aunque tienen oídos. Que se reúnan todos los pueblos, que se junten todas las naciones. ¿Quién de ellos puede decir esto, hablarnos de cosas pasadas? Que traigan sus testigos y se justifiquen, que sean oídos y se diga: «Es cierto». Vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—, mi siervo, a quien he elegido, para que comprendáis y creáis en mí, para que entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado ningún dios, y ninguno habrá después de mí. Yo, yo soy el Señor; no hay salvador fuera de mí. Yo lo predije, yo salvé y lo hice saber, sin que tuvierais un dios extranjero. Y vosotros sois mis testigos —oráculo del Señor—. Yo soy Dios, desde siempre lo soy, y no hay quien libre de mi mano. ¿Quién puede cambiar lo que hago? Así dice el Señor, vuestro redentor, el Santo de Israel: Por vosotros envío gente contra Babilonia y arranco los cerrojos de vuestra prisión; la alegría de los caldeos cambia en llanto. Yo soy el Señor, vuestro Santo, el creador de Israel, vuestro rey. Así dice el Señor que abre un camino en el mar, una senda en aguas caudalosas; que pone en acción carros y caballos, ejército y valientes a una: caen para no levantarse, se apagan, se extinguen como mecha. No recordéis lo pasado, no penséis en lo de antes. Pues voy a hacer algo nuevo; ya brota, ¿no lo sentís? Abriré un camino en la estepa, pondré arroyos en el desierto; me honrarán las bestias del campo, chacales y crías de avestruz. Llenaré de agua la estepa, pondré arroyos en el desierto para que beba mi pueblo, mi elegido, este pueblo que formé para mí; él proclamará mi alabanza. No me has invocado, Jacob, te cansaste de mí, Israel. No me trajiste ovejas en holocausto ni me honraste con tus sacrificios; no te obligué a servirme ofrendas ni te cansé exigiéndote incienso; no me compraste caña aromática ni me saciaste con la grasa de tus ofrendas. Al contrario, me agobiaste con tus pecados y llegaste a cansarme con tus culpas. Yo, soy yo quien borra tus crímenes y decido no acordarme de tus pecados.
ISAÍAS 43:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Pero ahora, así dice el SEÑOR, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. Yo soy el SEÑOR, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate, a Cus y a Seba en tu lugar. A cambio de ti entregaré hombres; ¡a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. No temas, porque yo estoy contigo; desde el oriente traeré a tu descendencia, desde el occidente te reuniré. Al norte le diré: “¡Entrégalos!” y al sur: “¡No los retengas! Trae a mis hijos desde lejos y a mis hijas desde los confines de la tierra. Trae a todo el que sea llamado por mi nombre, al que yo he creado para mi gloria, al que yo hice y formé”». Sacad al pueblo ciego, aunque tiene ojos, al pueblo sordo, aunque tiene oídos. Que se reúnan todas las naciones y se congreguen los pueblos. ¿Quién de entre ellos profetizó estas cosas y nos anunció lo ocurrido en el pasado? Que presenten a sus testigos y demuestren tener razón, para que otros oigan y digan: «Es verdad». «Vosotros sois mis testigos —afirma el SEÑOR—, sois mis siervos escogidos, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que Yo soy. Antes de mí no hubo ningún otro dios, ni habrá ninguno después de mí. Yo, yo soy el SEÑOR, fuera de mí no hay ningún otro salvador. Yo he anunciado, salvado y proclamado; yo entre vosotros, y no un dios extraño. Vosotros sois mis testigos —afirma el SEÑOR—, y yo soy Dios. Desde los tiempos antiguos, yo soy. No hay quien pueda librar de mi mano. Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo». Así dice el SEÑOR, vuestro Redentor, el Santo de Israel: «Por vosotros enviaré gente a Babilonia; abatiré a todos como fugitivos. En los barcos que eran su orgullo, abatiré también a los caldeos. Yo soy el SEÑOR, vuestro santo; soy vuestro rey, el creador de Israel». Así dice el SEÑOR, el que abrió un camino en el mar, una senda a través de las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de combate y caballos, ejército y guerrero al mismo tiempo, los cuales quedaron tendidos para nunca más levantarse, extinguidos como mecha que se apaga: «Olvidad las cosas de antaño; ya no viváis en el pasado. ¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no os dais cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados. Me honran los animales salvajes, los chacales y los avestruces; yo hago brotar agua en el desierto, ríos en lugares desolados, para dar de beber a mi pueblo escogido, al pueblo que formé para mí mismo, para que proclame mi alabanza. »Pero tú, Jacob, no me has invocado; tú, Israel, te has cansado de mí. No me has traído el cordero de tus holocaustos, ni me has honrado con tus sacrificios. No te he abrumado exigiendo ofrendas de grano, ni te he agobiado reclamando incienso. No me has comprado caña aromática, ni me has saciado con el sebo de tus sacrificios. ¡En cambio, tú me has abrumado con tus pecados y me has agobiado con tus iniquidades! »Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados.
ISAÍAS 43:1-25 Reina Valera 2020 (RV2020)
Ahora, así dice el Señor, Creador tuyo, Jacob, y Formador tuyo, Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti. Porque yo, el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba a cambio de ti. Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado; daré, pues, hombres a cambio de ti y naciones a cambio de tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia y del occidente te recogeré. Diré al norte: «¡Trae aquí!», y al sur: «¡No los retengas; trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra, a todos los que son llamados por mi nombre, que para gloria mía los he creado, los formé y los hice!». Sacad al pueblo ciego que tiene ojos y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a la vez todas las naciones y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos puede hacernos saber esto y hablarnos de cosas pasadas? Que presenten sus testigos y se justifiquen; que sean oídos y se diga: «Es cierto». Vosotros sois mis testigos, dice el Señor, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis y entendáis que yo soy; antes de mí no fue formado dios alguno ni lo será después de mí. Yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié y salvé, hice oír y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice el Señor, de que yo soy Dios. Aun antes que hubiera día, yo era, y no hay quien pueda librar de mi mano. Lo que yo hago, ¿quién puede desbaratarlo? Así dice el Señor, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros enviaré gente contra Babilonia y haré descender como fugitivos a todos ellos, incluyendo a los caldeos, en las naves que eran su orgullo. Yo, el Señor, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice el Señor, el que abre camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; se extinguen, como pábilo son apagados. No os acordéis de las cosas pasadas ni traigáis a la memoria las cosas antiguas. Yo hago algo nuevo; pronto saldrá a luz, ¿no lo conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y las crías de avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la tierra estéril, para que beba mi pueblo, mi escogido. A este pueblo lo he creado para mí; y él proclamará mis alabanzas. Y no me invocaste a mí, Jacob, sino que de mí te cansaste, Israel. No me trajiste los animales de tus holocaustos ni me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda ni te hice fatigar con incienso. No compraste para mí caña aromática por dinero ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades. Yo, yo soy quien borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.
ISAÍAS 43:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Pero ahora, Israel, pueblo de Jacob, el Señor que te creó te dice: “No temas, que yo te he liberado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío. Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo; si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás; las llamas no arderán en ti. Pues yo soy tu Señor, tu salvador, el Dios Santo de Israel. Yo te he adquirido; he dado como precio de rescate a Egipto, a Etiopía y a Sabá, porque te aprecio, eres de gran valor y te amo. Para tenerte a ti y para salvar tu vida entrego hombres y naciones. No tengas miedo, pues yo estoy contigo. De oriente y de occidente haré volver a tu gente para reunirla. Diré al norte: ‘Devuélvelos’, y al sur: ‘No te quedes con ellos. Trae a mis hijos y mis hijas desde lejos, desde el extremo del mundo, a todos los que llevan mi nombre, a los que yo creé y formé, a los que hice para gloria mía.’ “Haced venir a mi pueblo, que tiene ojos pero está ciego, y tiene oídos pero está sordo. Reúnanse todos los pueblos, júntense las naciones. ¿Quién de entre ellas había predicho esto, o había anunciado los sucesos pasados? Que presenten testigos y prueben tener razón, para que se oiga y se diga que es la verdad.” El Señor afirma: “Vosotros sois mis testigos, mis siervos, que yo elegí para que me conozcáis y confiéis en mí y entendáis quién soy. Antes de mí no ha existido ningún dios, ni habrá ninguno después de mí. Solo yo soy el Señor; fuera de mí nadie puede salvar.” El Señor afirma: “Yo lo anuncié y lo proclamé: yo os he salvado; no lo hizo un dios extraño, y vosotros sois mis testigos. Desde siempre, yo soy Dios. Nadie puede librar de mi poder. Nadie puede deshacer lo que yo hago.” El Señor, el Dios Santo de Israel, el que os dio la libertad, dice: “Para salvaros mandaré gente a Babilonia y haré abrir todas las puertas, y la alegría de los caldeos se convertirá en dolor. Yo soy el Señor, el creador de Israel, el Dios Santo y vuestro rey.” El Señor abrió un camino a través del mar, un sendero por entre las aguas impetuosas; hizo salir todo un poderoso ejército, con sus carros y caballos, para destruirlo. Quedaron derribados y no pudieron levantarse; se acabaron como mecha que se apaga. Ahora dice el Señor a su pueblo: “Ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado. Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. Me honrarán los animales salvajes, los chacales y los avestruces, porque hago brotar agua en el desierto, ríos en la tierra estéril, para dar de beber a mi pueblo elegido, el pueblo que he formado para que proclame mi alabanza. “Sin embargo tú, Israel, pueblo de Jacob, no me invocaste, sino que te cansaste de mí. No me ofreciste holocaustos de ovejas ni me honraste con sacrificios. Pero yo no te abrumé pidiéndote ofrendas ni te molesté exigiéndote incienso. No has tenido que comprar caña aromática para traérmela como ofrenda, ni has tenido que complacerme con la grasa de animales sacrificados. Tú, en cambio, me cansaste con tus pecados, me molestaste con tus maldades. “Pero yo, por ser tu Dios, borro tus crímenes y no me acordaré más de tus pecados.