ISAÍAS 40:9-18
ISAÍAS 40:9-18 Reina Valera 2020 (RV2020)
Súbete sobre un monte alto, mensajera de Sion; levanta con fuerza tu voz, mensajera de Jerusalén. ¡Levántala sin temor! Di a las ciudades de Judá: «¡Ved aquí a vuestro Dios!». El Señor vendrá con poder, y su brazo dominará; su recompensa viene con él y su recompensa lo precede. Como pastor apacentará su rebaño. En su brazo llevará los corderos, junto a su pecho los llevará; y pastoreará con ternura a las recién paridas. ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados? ¿Quién examinó al espíritu del Señor o le aconsejó y enseño? ¿A quién pidió consejo para poder discernir? ¿Quién le enseñó el camino del juicio o le dio conocimiento, o le mostró la senda de la prudencia? Las naciones son para él como la gota de agua que cae del cubo, y como polvo menudo en las balanzas le son estimadas. Las islas le son como polvo que se desvanece. Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio. Ante él nada son todas las naciones; para él cuentan menos que nada, menos que lo que no es. ¿Con quién compararéis a Dios, a qué imagen lo asemejaréis?
ISAÍAS 40:9-18 La Palabra (versión española) (BLP)
Súbete a un monte encumbrado, tú que traes buenas nuevas a Sion. Alza luego con fuerza tu voz, tú que traes buenas nuevas a Jerusalén. Alza tu voz sin miedo, di a las ciudades de Judá: «Aquí tenéis a vuestro Dios. Aquí llega con fuerza el Señor Dios; su brazo le proporciona poder. Aquí llega acompañado de su salario, su recompensa le abre camino. Conduce a su rebaño como un pastor, lo va reuniendo con su brazo; lleva en su regazo a los corderos, va guiando a las que crían». ¿Quién ha medido con su mano el mar, o ha calculado a palmos el cielo, o ha metido en un celemín el polvo de la tierra? ¿Quién ha pesado los montes en la balanza o calculado en el peso las colinas? ¿Quién podrá medir el espíritu del Señor o le enseñará lo que ha de hacer? ¿De quién se aconsejó para entender, para aprender el camino de la justicia, para que le enseñara a conocer y le mostrara la senda del discernimiento? Ved lo que son las naciones: una gota que se escurre de un cubo, un grano de tierra en la balanza. Ved lo que son las islas: una mota de polvo en un peso. El Líbano no da abasto de leña, los animales no dan abasto de víctimas. Ante él nada son las naciones, las tiene por nada de nada. ¿Con quién compararéis a Dios, a qué imagen lo asemejaréis?
ISAÍAS 40:9-18 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Súbete, Sión, a la cumbre de un monte; levanta con fuerza tu voz para anunciar una buena noticia. Levanta sin miedo la voz, Jerusalén, y anuncia a las ciudades de Judá: “¡Aquí está vuestro Dios!” Llega ya el Señor con poder, sometiéndolo todo con la fuerza de su brazo. Trae a su pueblo después de haberlo rescatado. Viene como un pastor que cuida su rebaño; levanta los corderos en sus brazos, los lleva junto al pecho y atiende con cuidado a las recién paridas. ¿Quién ha medido el océano con la palma de la mano, o calculado con los dedos la extensión del cielo? ¿Quién ha puesto en una medida todo el polvo de la tierra, o ha pesado en balanza las colinas y montañas? ¿Quién ha corregido al Señor o quién le ha dado instrucciones? ¿Quién le dio consejos y entendimiento? ¿Quién le enseñó a juzgar con rectitud? ¿Quién le instruyó en la ciencia? ¿Quién le dio lecciones de sabiduría? Para él las naciones son como una gota de agua, como un grano de polvo en la balanza; los países del mar valen lo que un grano de arena. En todo el Líbano no hay animales suficientes para ofrecerle un holocausto, ni leña suficiente para el fuego. Todas las naciones no son nada en su presencia; para él no tienen absolutamente ningún valor. ¿Con quién vais a comparar a Dios? ¿Con qué imagen lo representaréis?
ISAÍAS 40:9-18 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Sión, portadora de buenas noticias, ¡súbete a una alta montaña! Jerusalén, portadora de buenas noticias, ¡alza con fuerza tu voz! Álzala, no temas; di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está vuestro Dios!» Mirad, el SEÑOR omnipotente llega con poder, y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas. ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano, y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos? ¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra? ¿Quién pesó en una balanza las montañas y los cerros? ¿Quién puede medir el alcance del espíritu del SEÑOR, o quién puede servirle de consejero? ¿A quién consultó el SEÑOR para ilustrarse, y quién le enseñó el camino de la justicia? ¿Quién le impartió conocimiento o le hizo conocer la senda de la inteligencia? A los ojos de Dios, las naciones son como una gota de agua en un balde, como una mota de polvo en una balanza. El SEÑOR pesa las islas como si fueran polvo fino. El Líbano no alcanza para el fuego de su altar, ni todos sus animales para los holocaustos. Todas las naciones no son nada en su presencia; no tienen para él valor alguno. ¿Con quién compararéis a Dios? ¿Con qué imagen lo representaréis?