ISAÍAS 26:1-11
ISAÍAS 26:1-11 Reina Valera 2020 (RV2020)
En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: «Fuerte es nuestra ciudad; salvación ha puesto Dios por muros y antemuro. Abrid las puertas y que entren los justos, los guardianes de la verdad. Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado. Confiad en el Señor perpetuamente, porque el Señor es la fortaleza eterna. Porque derribó a los que moraban en las alturas; humilló a la ciudad enaltecida, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo. Será pisoteada por los pies del afligido, bajo los pasos del necesitado». El camino del justo es rectitud; tú, que eres recto, allanas el camino del justo. También en el camino de tus juicios, Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma. Con mi alma te he deseado en la noche y mientras haya en mí un hálito de vida, madrugaré para buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia. Aunque se tenga compasión del malvado, nunca aprenderá justicia, sino que en tierra de rectitud hará iniquidad y no mirará a la majestad del Señor. Señor, tu mano está alzada, pero ellos no la ven. Cuando por fin vean, se avergonzarán los que envidian al pueblo; y a tus enemigos, fuego los consumirá.
ISAÍAS 26:1-11 La Palabra (versión española) (BLP)
Aquel día entonarán este canto en tierra de Judá: «Nuestra ciudad es una fortaleza, murallas y baluartes la protegen. Abrid los portones, que pase el pueblo fiel, el pueblo que guarda lealtad. Su propósito es firme, va atesorando bienestar, pues confía en ti. Confiad siempre en el Señor, él es nuestra Roca eterna: humilló a los habitantes de la altura, doblegó a la ciudad encumbrada, la aplastó, la aplastó por tierra, la hizo morder el polvo. La pisotean los pies del humilde, los pobres al caminar». El camino del justo es derecho, tú allanas la senda del justo. Echamos de menos, Señor, tu forma de hacer justicia; anhelamos tu nombre y tu recuerdo. Mi ser te ansía de noche, mi espíritu madruga en tu busca, pues de tu forma de juzgar en la tierra aprenden justicia sus habitantes. Aunque el malvado sea perdonado, nunca aprenderá justicia: pervierte el derecho en el país, no se fija en la grandeza del Señor. Señor, tu mano está alzada, pero no se fijan en ella. Que vean avergonzados tu celo por el pueblo, que un fuego devore a tus adversarios.
ISAÍAS 26:1-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Aquel día se cantará este canto en la tierra de Judá: “Tenemos una ciudad fuerte. Para salvarnos levantó el Señor murallas y fortificaciones. Abrid las puertas para que pase una nación justa que se mantiene fiel. Señor, tú conservas en paz a los de carácter firme, porque confían en ti. Confiad siempre en el Señor, porque él es refugio eterno. Él hace caer a los orgullosos y humilla a la ciudad soberbia derribándola hasta el suelo, para que los humildes y los pobres la pisoteen con sus pies.” El camino de los justos es recto; tú, Señor, allanas su camino. Nosotros también nos sentimos seguros en el camino señalado por tus leyes, Señor. Lo que nuestro corazón desea es pensar en ti. De todo corazón suspiro por ti en la noche; desde lo profundo de mi ser te busco. Cuando tú juzgues la tierra, los hombres aprenderán lo que es justicia. Aunque tengas compasión de los malos, ellos no aprenderán a ser rectos; son perversos en tierra de gente honrada y no tienen en cuenta la grandeza del Señor. Señor, tienes el castigo preparado, pero no quieren darse cuenta; cuando vean tu ardiente amor por tu pueblo, quedarán en ridículo. ¡Ojalá que el fuego de tu ira los devore!
ISAÍAS 26:1-11 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
En aquel día se entonará esta canción en la tierra de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte. Como un muro, como un baluarte, Dios ha puesto su salvación. Abrid las puertas, para que entre la nación justa que se mantiene fiel. Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía. Confiad en el SEÑOR para siempre, porque el SEÑOR es una Roca eterna. Él hace caer a los que habitan en lo alto y abate a la ciudad enaltecida: la abate hasta dejarla por el suelo, la derriba hasta hacerla morder el polvo. ¡Los débiles y los desvalidos la pisotean con sus propios pies!» La senda del justo es llana; tú, que eres recto, allanas su camino. Sí, en ti esperamos, SEÑOR, y en la senda de tus juicios; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida. Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca. Pues, cuando tus juicios llegan a la tierra, los habitantes del mundo aprenden lo que es justicia. Aunque al malvado se le tenga compasión, no aprende lo que es justicia; en tierra de rectitud actúa con iniquidad, y no reconoce la majestad del SEÑOR. Levantada está, SEÑOR, tu mano, pero ellos no la ven. ¡Que vean tu celo por el pueblo, y sean avergonzados; que sean consumidos por el fuego destinado a tus enemigos!