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ISAÍAS 24:1-23

ISAÍAS 24:1-23 Reina Valera 2020 (RV2020)

El Señor devasta la tierra y la arrasa, trastorna su superficie y esparce a sus habitantes. Y sucederá, como al pueblo, así también al sacerdote; como al esclavo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al acreedor, así también al deudor. La tierra será totalmente devastada y completamente saqueada, porque el Señor ha pronunciado esta palabra. Se ha destruido, ha caído la tierra; ha enfermado, ha caído el mundo; han enfermado los altos pueblos de la tierra. Y la tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto eterno. Por esta causa, la maldición ha consumido la tierra y sus habitantes han sido asolados; por esta causa han sido consumidos los habitantes de la tierra y ha disminuido la población. Se ha perdido el vino, ha enfermado la vid, han gemido todos los que eran alegres de corazón. Ha cesado el regocijo de los panderos, se ha acabado el estruendo de los que se alegran, ha cesado la alegría del arpa. No brindarán ya entre canciones; la sidra les sabe amarga a los que la beben. Desolada está la ciudad a causa del desastre. Toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. Hay griterío en las calles por la falta de vino; todo gozo se ha apagado, la alegría se ha desterrado de la tierra. La ciudad ha quedado desolada y con ruina ha sido destrozada la puerta. Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como un olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia. Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza del Señor; desde el mar darán voces. Glorificad por esto al Señor en los valles; en las costas del mar sea nombrado el Señor, Dios de Israel. De los extremos de la tierra hemos escuchado cánticos: «¡Gloria al justo!». Y yo dije: «¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí!». Los traidores traicionan, los traidores traman traiciones. ¡Terror, foso y red sobre ti, habitante del país! Y acontecerá que el que huya de la voz del terror caerá en el foso; y el que salga de en medio del foso será atrapado en la red; porque de lo alto se abrirán ventanas y temblarán los cimientos de la tierra. Será destruida del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio y será removida como una choza, y tanto pesará sobre ella su pecado, que nunca más se levantará. Acontecerá en aquel día que el Señor castigará al ejército de los cielos en lo alto y a los reyes de la tierra sobre la tierra. Serán amontonados como se amontona a los encarcelados en una mazmorra, y en prisión quedarán encerrados. Y al cabo de muchos días serán castigados. La luna se avergonzará y el sol se confundirá, cuando el Señor de los ejércitos reine en el monte de Sion, en Jerusalén, y brille su gloria delante de sus ancianos.

ISAÍAS 24:1-23 La Palabra (versión española) (BLP)

Mirad, el Señor ha decidido devastar y asolar la tierra; replegará su superficie, aventará a sus habitantes: a pueblo y sacerdotes, siervos y señores, siervas y señoras, comprador y vendedor, prestatario y prestamista, acreedor y deudor. La tierra será devastada, será saqueada sin remedio, que así lo ha dicho el Señor. Languidece y se agosta la tierra, el orbe se agosta y languidece, el cielo y la tierra se marchitan. Sus habitantes profanan la tierra: violan las leyes, cambian las normas, quebrantan la alianza eterna. Por eso, la maldición devora la tierra, son castigados los que habitan en ella. Por eso, se consumen los que habitan la tierra, solo quedan unas pocas personas. Se pierde el mosto, se agosta la vid, se lamenta la gente dicharachera. Enmudece la alegría de los panderos, han cesado bullicio y diversión, enmudece la alegría de la cítara. No brindan ya entre canciones, el licor amarga a los que beben. La ciudad, vacía, se desmorona, no se puede entrar en las casas. Se lamentan, sin vino, por las calles, la alegría declina mortecina, el gozo escapa de la tierra. La ciudad es una escombrera, con sus puertas heridas de ruina. Sucederá en el corazón de la tierra y en el centro de todos los pueblos lo mismo que al varear la aceituna, igual que cuando acaba la vendimia. Algunos gritan alegres, cantan la grandeza del Señor, lo vitorean desde occidente, honran al Señor en oriente, en las costas el nombre del Señor, el nombre del Dios de Israel. Desde el confín de la tierra oímos cantos de alegría: «Gloria al justo». Yo, en cambio, pensaba: «Pobre de mí, pobre de mí, ay de mí, los traidores traicionan, los traidores traman traiciones». Terror, trampa y zanja para ti, morador del país. El que huya del grito aterrador caerá de lleno en la trampa. Aquel que salga de la trampa, será apresado en la zanja. Las compuertas celestes se abren, tiemblan los cimientos del orbe; se raja y resquebraja la tierra, se quiebra y agrieta la tierra, tiembla y retiembla la tierra. La tierra se tambalea como un borracho, insegura, lo mismo que una choza, soportando el peso de sus faltas: caerá sin volver a levantarse. Aquel día juzgará el Señor al ejército del cielo en el cielo y a los reyes de la tierra en la tierra. Serán reunidos, amontonados, encadenados en una mazmorra, encerrados en un calabozo, juzgados con el paso del tiempo. La luna escapará avergonzada, el sol se ocultará abochornado, pues reina el Señor del universo en el monte Sion y en Jerusalén, honrado en medio de sus ancianos.

ISAÍAS 24:1-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Mirad, el Señor va a arrasar la tierra, va a devastarla y trastornarla, y dispersará a sus habitantes. Y será igual para el sacerdote y el pueblo, para el amo y el esclavo, para el ama y la esclava, para el que compra y el que vende, para el que presta y el que recibe prestado, para el deudor y el acreedor. La tierra será totalmente arrasada, totalmente saqueada. Porque esto es lo que ha dicho el Señor. La tierra se seca y se marchita, el mundo entero se reseca, se marchita, y el cielo y la tierra se llenan de tristeza. La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han dejado de cumplir las leyes, han desobedecido los mandatos, han violado el pacto eterno. Por eso, una maldición ha acabado con la tierra y sus habitantes sufren el castigo. Por eso, los habitantes de la tierra han disminuido y queda ya poca gente. El vino escasea, las vides enferman, quienes vivían alegres se llenan de tristeza. Se terminó la alegría de los tambores y del arpa, se calló el bullicio de los amigos de la diversión. No más beber vino al son de las canciones; las bebidas se volverán amargas para los bebedores. La ciudad del desorden está en ruinas, no se puede entrar en ninguna casa. La gente llora en las calles por la escasez de vino; toda la alegría se ha apagado, ha quedado desterrada de la tierra. La ciudad está en ruinas, la puerta quedó hecha pedazos. Así será en todas las naciones de la tierra: como cuando se hacen caer a golpes las aceitunas, o cuando se rebuscan las uvas una vez terminada la cosecha. Los sobrevivientes gritarán llenos de alegría, levantarán la voz desde occidente al ver la majestad del Señor. También en oriente y en los países del mar darán gloria al Señor, el Dios de Israel. Desde el extremo de la tierra los hemos oído cantar: “¡Honor al justo!” Pero yo dije: ¡Ay, qué miseria, qué miseria! ¡Los traidores cometen una vil traición! Los habitantes de la tierra serán como animales perseguidos por los cazadores o en peligro de caer en un hoyo o una trampa. El que escape de los cazadores caerá en el hoyo, y el que salga del hoyo caerá en la trampa. Un diluvio vendrá del cielo y temblarán los cimientos de la tierra. La tierra temblará de un modo terrible; se sacudirá, se hará pedazos. Se tambaleará como un borracho, temblará como una débil choza. Sus pecados pesan tanto sobre ella, que caerá y no volverá a levantarse. Aquel día, el Señor castigará a los poderes celestiales y a los reyes de la tierra; los reunirá, los encerrará en un calabozo, los tendrá encarcelados, y después de mucho tiempo los castigará. Cuando el Señor todopoderoso actúe como rey en el monte Sión, en Jerusalén, el sol y la luna se oscurecerán y los jefes de su pueblo verán la gloria del Señor.

ISAÍAS 24:1-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Mirad, el SEÑOR arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. Lo mismo les pasará al sacerdote y al pueblo, al amo y al esclavo, a la señora y a la esclava, al comprador y al vendedor, al prestamista y al prestatario, al acreedor y al deudor. La tierra queda totalmente arrasada, saqueada por completo, porque el SEÑOR lo ha dicho. La tierra languidece y se marchita; el mundo se marchita y desfallece; desfallecen los notables de la tierra. La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno. Por eso una maldición consume la tierra, y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos. Languidece el vino nuevo, desfallece la vid; gimen todos los corazones alegres. Cesó el ritmo de los tambores, se aplacó el bullicio de los que se divierten, se apagó el júbilo del arpa. Ya no beben vino mientras cantan; a los borrachos, el licor les sabe amargo. La ciudad del caos yace desolada; cerrado está el acceso a toda casa. Clamor hay en las calles porque falta el vino; toda alegría se ha extinguido; el júbilo ha sido desterrado. La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos. Así sucederá en medio de la tierra y entre las naciones, como cuando a golpes se cosechan aceitunas, como cuando se recogen rebuscos después de la vendimia. El remanente eleva su voz y grita de alegría; desde el occidente aclama la majestad del SEÑOR. Por eso, glorificad al SEÑOR en el oriente; el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, en las costas del mar. Desde los confines de la tierra oímos cantar: «¡Gloria al justo!» Pero yo digo: «¡Ay de mí! ¡Qué dolor, me consumo!» Los traidores traicionan, los traidores maquinan traiciones. ¡Terror, fosa y trampa están contra ti, habitante de la tierra! Quien huya del grito de terror caerá en la fosa, y quien suba del fondo de la fosa caerá en la trampa, porque abiertas están las ventanas de lo alto, y tiemblan los cimientos de la tierra. La tierra se quiebra, se desintegra; la tierra se agrieta, se resquebraja; la tierra tiembla y retiembla. La tierra se tambalea como un borracho, se sacude como una choza. Tanto pesa sobre ella su rebelión que caerá para no volver a levantarse. En aquel día el SEÑOR castigará a los poderes celestiales en el cielo y a los reyes terrenales en la tierra. Serán amontonados en un pozo, como prisioneros entre rejas, y después de muchos días se les castigará. La luna se sonrojará y el sol se avergonzará, porque sobre el monte Sión, sobre Jerusalén, reinará el SEÑOR Todopoderoso, glorioso entre sus ancianos.