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ISAÍAS 24:1-15

ISAÍAS 24:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)

Mirad, el Señor ha decidido devastar y asolar la tierra; replegará su superficie, aventará a sus habitantes: a pueblo y sacerdotes, siervos y señores, siervas y señoras, comprador y vendedor, prestatario y prestamista, acreedor y deudor. La tierra será devastada, será saqueada sin remedio, que así lo ha dicho el Señor. Languidece y se agosta la tierra, el orbe se agosta y languidece, el cielo y la tierra se marchitan. Sus habitantes profanan la tierra: violan las leyes, cambian las normas, quebrantan la alianza eterna. Por eso, la maldición devora la tierra, son castigados los que habitan en ella. Por eso, se consumen los que habitan la tierra, solo quedan unas pocas personas. Se pierde el mosto, se agosta la vid, se lamenta la gente dicharachera. Enmudece la alegría de los panderos, han cesado bullicio y diversión, enmudece la alegría de la cítara. No brindan ya entre canciones, el licor amarga a los que beben. La ciudad, vacía, se desmorona, no se puede entrar en las casas. Se lamentan, sin vino, por las calles, la alegría declina mortecina, el gozo escapa de la tierra. La ciudad es una escombrera, con sus puertas heridas de ruina. Sucederá en el corazón de la tierra y en el centro de todos los pueblos lo mismo que al varear la aceituna, igual que cuando acaba la vendimia. Algunos gritan alegres, cantan la grandeza del Señor, lo vitorean desde occidente, honran al Señor en oriente, en las costas el nombre del Señor, el nombre del Dios de Israel.

ISAÍAS 24:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)

El Señor devasta la tierra y la arrasa, trastorna su superficie y esparce a sus habitantes. Y sucederá, como al pueblo, así también al sacerdote; como al esclavo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al acreedor, así también al deudor. La tierra será totalmente devastada y completamente saqueada, porque el Señor ha pronunciado esta palabra. Se ha destruido, ha caído la tierra; ha enfermado, ha caído el mundo; han enfermado los altos pueblos de la tierra. Y la tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto eterno. Por esta causa, la maldición ha consumido la tierra y sus habitantes han sido asolados; por esta causa han sido consumidos los habitantes de la tierra y ha disminuido la población. Se ha perdido el vino, ha enfermado la vid, han gemido todos los que eran alegres de corazón. Ha cesado el regocijo de los panderos, se ha acabado el estruendo de los que se alegran, ha cesado la alegría del arpa. No brindarán ya entre canciones; la sidra les sabe amarga a los que la beben. Desolada está la ciudad a causa del desastre. Toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. Hay griterío en las calles por la falta de vino; todo gozo se ha apagado, la alegría se ha desterrado de la tierra. La ciudad ha quedado desolada y con ruina ha sido destrozada la puerta. Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como un olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia. Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza del Señor; desde el mar darán voces. Glorificad por esto al Señor en los valles; en las costas del mar sea nombrado el Señor, Dios de Israel.

ISAÍAS 24:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Mirad, el SEÑOR arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. Lo mismo les pasará al sacerdote y al pueblo, al amo y al esclavo, a la señora y a la esclava, al comprador y al vendedor, al prestamista y al prestatario, al acreedor y al deudor. La tierra queda totalmente arrasada, saqueada por completo, porque el SEÑOR lo ha dicho. La tierra languidece y se marchita; el mundo se marchita y desfallece; desfallecen los notables de la tierra. La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno. Por eso una maldición consume la tierra, y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos. Languidece el vino nuevo, desfallece la vid; gimen todos los corazones alegres. Cesó el ritmo de los tambores, se aplacó el bullicio de los que se divierten, se apagó el júbilo del arpa. Ya no beben vino mientras cantan; a los borrachos, el licor les sabe amargo. La ciudad del caos yace desolada; cerrado está el acceso a toda casa. Clamor hay en las calles porque falta el vino; toda alegría se ha extinguido; el júbilo ha sido desterrado. La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos. Así sucederá en medio de la tierra y entre las naciones, como cuando a golpes se cosechan aceitunas, como cuando se recogen rebuscos después de la vendimia. El remanente eleva su voz y grita de alegría; desde el occidente aclama la majestad del SEÑOR. Por eso, glorificad al SEÑOR en el oriente; el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, en las costas del mar.

ISAÍAS 24:1-15 Reina Valera 2020 (RV2020)

El Señor devasta la tierra y la arrasa, trastorna su superficie y esparce a sus habitantes. Y sucederá, como al pueblo, así también al sacerdote; como al esclavo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al acreedor, así también al deudor. La tierra será totalmente devastada y completamente saqueada, porque el Señor ha pronunciado esta palabra. Se ha destruido, ha caído la tierra; ha enfermado, ha caído el mundo; han enfermado los altos pueblos de la tierra. Y la tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto eterno. Por esta causa, la maldición ha consumido la tierra y sus habitantes han sido asolados; por esta causa han sido consumidos los habitantes de la tierra y ha disminuido la población. Se ha perdido el vino, ha enfermado la vid, han gemido todos los que eran alegres de corazón. Ha cesado el regocijo de los panderos, se ha acabado el estruendo de los que se alegran, ha cesado la alegría del arpa. No brindarán ya entre canciones; la sidra les sabe amarga a los que la beben. Desolada está la ciudad a causa del desastre. Toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. Hay griterío en las calles por la falta de vino; todo gozo se ha apagado, la alegría se ha desterrado de la tierra. La ciudad ha quedado desolada y con ruina ha sido destrozada la puerta. Porque así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como un olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia. Estos alzarán su voz, cantarán gozosos por la grandeza del Señor; desde el mar darán voces. Glorificad por esto al Señor en los valles; en las costas del mar sea nombrado el Señor, Dios de Israel.

ISAÍAS 24:1-15 La Palabra (versión española) (BLP)

Mirad, el Señor ha decidido devastar y asolar la tierra; replegará su superficie, aventará a sus habitantes: a pueblo y sacerdotes, siervos y señores, siervas y señoras, comprador y vendedor, prestatario y prestamista, acreedor y deudor. La tierra será devastada, será saqueada sin remedio, que así lo ha dicho el Señor. Languidece y se agosta la tierra, el orbe se agosta y languidece, el cielo y la tierra se marchitan. Sus habitantes profanan la tierra: violan las leyes, cambian las normas, quebrantan la alianza eterna. Por eso, la maldición devora la tierra, son castigados los que habitan en ella. Por eso, se consumen los que habitan la tierra, solo quedan unas pocas personas. Se pierde el mosto, se agosta la vid, se lamenta la gente dicharachera. Enmudece la alegría de los panderos, han cesado bullicio y diversión, enmudece la alegría de la cítara. No brindan ya entre canciones, el licor amarga a los que beben. La ciudad, vacía, se desmorona, no se puede entrar en las casas. Se lamentan, sin vino, por las calles, la alegría declina mortecina, el gozo escapa de la tierra. La ciudad es una escombrera, con sus puertas heridas de ruina. Sucederá en el corazón de la tierra y en el centro de todos los pueblos lo mismo que al varear la aceituna, igual que cuando acaba la vendimia. Algunos gritan alegres, cantan la grandeza del Señor, lo vitorean desde occidente, honran al Señor en oriente, en las costas el nombre del Señor, el nombre del Dios de Israel.

ISAÍAS 24:1-15 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Mirad, el Señor va a arrasar la tierra, va a devastarla y trastornarla, y dispersará a sus habitantes. Y será igual para el sacerdote y el pueblo, para el amo y el esclavo, para el ama y la esclava, para el que compra y el que vende, para el que presta y el que recibe prestado, para el deudor y el acreedor. La tierra será totalmente arrasada, totalmente saqueada. Porque esto es lo que ha dicho el Señor. La tierra se seca y se marchita, el mundo entero se reseca, se marchita, y el cielo y la tierra se llenan de tristeza. La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han dejado de cumplir las leyes, han desobedecido los mandatos, han violado el pacto eterno. Por eso, una maldición ha acabado con la tierra y sus habitantes sufren el castigo. Por eso, los habitantes de la tierra han disminuido y queda ya poca gente. El vino escasea, las vides enferman, quienes vivían alegres se llenan de tristeza. Se terminó la alegría de los tambores y del arpa, se calló el bullicio de los amigos de la diversión. No más beber vino al son de las canciones; las bebidas se volverán amargas para los bebedores. La ciudad del desorden está en ruinas, no se puede entrar en ninguna casa. La gente llora en las calles por la escasez de vino; toda la alegría se ha apagado, ha quedado desterrada de la tierra. La ciudad está en ruinas, la puerta quedó hecha pedazos. Así será en todas las naciones de la tierra: como cuando se hacen caer a golpes las aceitunas, o cuando se rebuscan las uvas una vez terminada la cosecha. Los sobrevivientes gritarán llenos de alegría, levantarán la voz desde occidente al ver la majestad del Señor. También en oriente y en los países del mar darán gloria al Señor, el Dios de Israel.

ISAÍAS 24:1-15 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Mirad, el SEÑOR arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. Lo mismo les pasará al sacerdote y al pueblo, al amo y al esclavo, a la señora y a la esclava, al comprador y al vendedor, al prestamista y al prestatario, al acreedor y al deudor. La tierra queda totalmente arrasada, saqueada por completo, porque el SEÑOR lo ha dicho. La tierra languidece y se marchita; el mundo se marchita y desfallece; desfallecen los notables de la tierra. La tierra yace profanada, pisoteada por sus habitantes, porque han desobedecido las leyes, han violado los estatutos, han quebrantado el pacto eterno. Por eso una maldición consume la tierra, y los culpables son sus habitantes. Por eso el fuego los consume, y solo quedan unos cuantos. Languidece el vino nuevo, desfallece la vid; gimen todos los corazones alegres. Cesó el ritmo de los tambores, se aplacó el bullicio de los que se divierten, se apagó el júbilo del arpa. Ya no beben vino mientras cantan; a los borrachos, el licor les sabe amargo. La ciudad del caos yace desolada; cerrado está el acceso a toda casa. Clamor hay en las calles porque falta el vino; toda alegría se ha extinguido; el júbilo ha sido desterrado. La ciudad está en ruinas; su puerta está hecha pedazos. Así sucederá en medio de la tierra y entre las naciones, como cuando a golpes se cosechan aceitunas, como cuando se recogen rebuscos después de la vendimia. El remanente eleva su voz y grita de alegría; desde el occidente aclama la majestad del SEÑOR. Por eso, glorificad al SEÑOR en el oriente; el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, en las costas del mar.