ISAÍAS 21:1-10
ISAÍAS 21:1-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Profecía sobre el desierto del mar: Como un torbellino del Neguev, así viene del desierto, de la tierra temible. Dura visión me ha sido mostrada: El traidor traiciona y el destructor destruye. Sube, Elam; sitia, Media. Todo su gemido hice cesar. Por tanto, mis espaldas se han llenado de dolor; angustias se han apoderado de mí, como angustias de mujer de parto. Me siento agobiado al oírlo y al verlo me lleno de espanto. Se pasma mi corazón, el horror me ha intimidado; la noche que yo deseaba ahora me llena de espanto. Ponen la mesa, extienden tapices; comen, beben. ¡Levantaos, príncipes, bruñid el escudo! Porque el Señor me ha dicho así: «Ve, pon centinela que haga saber lo que vea». Pues ha visto hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos, montados sobre camellos. Miró entonces más atentamente, y gritó como un león: «¡Señor, sobre la atalaya estoy yo continuamente de día, y las noches enteras sobre mi guardia! ¡Vienen hombres montados, jinetes de dos en dos!». Después habló y dijo: «¡Ha caído, ha caído Babilonia, y todos los ídolos de sus dioses han caído a tierra!». Pueblo mío, trillado y aventado, os he dicho lo que he oído de parte del Señor de los ejércitos, el Dios de Israel.
ISAÍAS 21:1-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Oráculo desde la estepa marítima: Igual que torbellinos que barren el Négueb, vienen de la estepa, de un país temible. Una visión terrible me ha sido revelada: un traidor que traiciona, un devastador que devasta. ¡Atacad, elamitas; medos, al asedio! ¡Pondré fin a su orgullo! Por eso mis entrañas se llenan de espasmos; angustias me atenazan como de parturienta. Me inquieto al oírlo, al verlo me espanto; me siento turbado, me espanta el terror; la tarde anhelada solo trae temblor. ¡Preparad la mesa, poned el mantel, comed y bebed! ¡En pie, oficiales; bruñid los escudos! Así me ha dicho el Señor: Ve e instala un vigía, que anuncie lo que vea. Si ve gente montada, un par de jinetes, a lomos de burros, a lomos de camellos, que escuche atento, con mucha atención. Gritó el centinela: «En la atalaya estoy, Señor, vigilante siempre de día; en mi puesto de guardia estoy sin moverme toda la noche. Mirad, ahí vienen hombres cabalgando, un par de jinetes». Alguien dijo entonces: «Cayó, cayó Babilonia, todas las estatuas de sus dioses yacen por tierra hechas añicos». Pueblo mío machacado, trillado en la era, te comunico lo que he oído al Señor del universo, al Dios de Israel.
ISAÍAS 21:1-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Profecía acerca del desierto: Como huracanes que avanzan por el sur, vienen del desierto, lugar espantoso. Terrible es la visión que Dios me ha mostrado: el traidor traiciona, el destructor destruye. ¡Levántate, Elam! ¡Medos, al asalto! ¡No permito más quejas! Mi cuerpo se estremece, me retuerzo de dolor como mujer de parto, la angustia no me deja oir, el terror me impide ver. Tengo la mente confundida, me estremezco de terror. El fresco del atardecer, que tanto me gustaba, se ha vuelto para mí algo terrible. La mesa ya está puesta, tendidas las alfombras, el banquete ha comenzado. ¡En pie, capitanes: sacad brillo a los escudos! Porque el Señor me ha dicho: “Ve y coloca un centinela que dé aviso de todo cuanto vea. Si ve carros tirados por parejas de caballos, o gente montada en asnos o camellos, que mire con mucha atención.” Y el que vigilaba gritó: “En mi puesto, Señor, permanezco todo el día, y noche tras noche me mantengo vigilante. Y veo venir un carro tirado por un par de caballos.” Alguien dijo entonces: “¡Cayó, cayó Babilonia! Todas las estatuas de sus dioses quedaron por el suelo hechas pedazos.” Pueblo mío, pisoteado como el trigo, yo te anuncio lo que escuché del Señor todopoderoso, el Dios de Israel.
ISAÍAS 21:1-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Profecía contra el desierto junto al mar: Como torbellinos que pasan por el Néguev, se acercan invasores de una temible tierra del desierto. Una visión terrible me ha sido revelada: el traidor traiciona, el destructor destruye. ¡Al ataque, Elam! ¡Al asedio, Media! Pondré fin a todo gemido. Por eso mi cuerpo se estremece de dolor, sufro de agudos dolores, como los de una parturienta; lo que oigo, me aturde; lo que veo, me desconcierta. Se me nubla la mente, me hace temblar el terror; el crepúsculo tan anhelado se me ha vuelto un espanto. ¡Ellos preparan las mesas, extienden los tapices, y comen y beben! ¡Jefes, poneos de pie! ¡Levantaos y engrasad los escudos! Porque así me ha dicho el Señor: «Ve y pon un centinela que informe de todo lo que vea. Cuando vea carros de combate tirados por caballos, o gente montada en asnos o en camellos, que preste atención, mucha atención». Y el centinela gritó: «¡Día tras día, Señor, estoy de pie en la torre; cada noche permanezco en mi puesto de guardia! ¡Ahí viene un hombre en un carro de combate tirado por caballos! Y este es su mensaje: “¡Ha caído, ha caído Babilonia! ¡Todas las imágenes de sus dioses han rodado por el suelo!”» Pueblo mío, trillado como el trigo, yo te he anunciado lo que he oído de parte del SEÑOR Todopoderoso, del Dios de Israel.