ISAÍAS 14:12-21
ISAÍAS 14:12-21 Reina Valera 2020 (RV2020)
¡Cómo has caído del cielo, lucero, hijo de la mañana! Derribado has sido por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: «Subiré al cielo. En lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono y en el monte del testimonio me sentaré, en los extremos del norte; sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo». Mas tú has sido derribado hasta el seol, a lo profundo de la fosa. Se inclinarán hacia ti los que te vean; te contemplarán y dirán: «¿Es este el que hacía temblar la tierra, el que trastornaba los reinos, el que puso el mundo como un desierto y asoló sus ciudades, aquel que a sus presos nunca les abría la cárcel?». Todos los reyes de la tierra, todos ellos, yacen con honra cada uno en su última morada. Pero tú has sido echado de tu sepulcro como un vástago abominable, como un vestido de muertos pasados a espada, que descienden al fondo de la fosa, como un cadáver pisoteado. No compartirás su tumba, porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos. Preparad a sus hijos para el matadero por la maldad de sus padres; que no se levanten ni posean la tierra ni llenen de ciudades la faz del mundo.
ISAÍAS 14:12-21 La Palabra (versión española) (BLP)
¡Cómo has caído del cielo, lucero, hijo de la aurora! ¡Cómo yaces ahora por tierra, tú, sometedor de naciones! Tú, que solías decirte: «Voy a escalar el cielo; por encima de los astros divinos pienso establecer mi trono. Me sentaré en el monte de los dioses, allá por los confines del norte; cabalgaré en las crestas de las nubes y seré lo mismo que el Altísimo». Pero acabaste hundido en el reino de los muertos, en lo más profundo de la fosa. Los que te ven te miran atentos, observando hasta el último detalle: «¿No es este el que atemorizaba la tierra, el que hacía temblar a los reinos, convertía la tierra en desierto, dejaba sus ciudades arrasadas y negaba a los cautivos la libertad?». Los reyes de la tierra reposan con honor, cada cual en su morada. Pero tú has sido tirado y privado de tu tumba, igual que un feto asqueroso; estás cubierto de muertos, de traspasados a espada, como un cadáver pisoteado. No compartirás su sepulcro, pues arruinaste tu país y masacraste a tu pueblo. Nunca será mencionada la estirpe del malvado. Preparad la matanza de sus hijos, debido a la culpa de su padre; que no vuelvan a adueñarse del país y no llenen la tierra de ciudades.
ISAÍAS 14:12-21 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“¡Cómo caíste del cielo, lucero del amanecer! Fuiste derribado al suelo, tú que vencías a las naciones. Pensabas para tus adentros: ‘Voy a subir hasta el cielo; voy a poner mi trono sobre las estrellas de Dios; voy a sentarme allá lejos en el norte, en el monte donde los dioses se reúnen. Subiré más allá de las nubes más altas; seré como el Altísimo’. ¡Pero en realidad has bajado al reino de la muerte, a lo más hondo del abismo! Los que te ven se quedan mirándote, y, fijando su atención en ti, dicen: ‘¿Es este el hombre que hacía temblar la tierra, que destruía las naciones, que dejó el mundo hecho un desierto, que arrasaba las ciudades y no dejaba libres a los presos?’ Todos los reyes de las naciones descansan con honor, cada uno en su tumba; a ti, en cambio, te arrojan lejos del sepulcro como basura repugnante, como cadáver pisoteado, entre gente asesinada, degollada, arrojada al abismo lleno de piedras. No te enterrarán como a los otros reyes, porque arruinaste a tu país y asesinaste a la gente de tu pueblo. La descendencia de los malhechores no durará para siempre. Preparaos para matar a los hijos por los crímenes que sus padres cometieron, para que no piensen más en dominar la tierra ni en llenar de ciudades el mundo.”
ISAÍAS 14:12-21 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
¡Cómo has caído del cielo, lucero de la mañana! Tú, que sometías a las naciones, has caído por tierra. Decías en tu corazón: «Subiré hasta los cielos. ¡Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios! Gobernaré desde el extremo norte, en el monte de la reunión. Subiré a lo alto de las nubes, seré semejante al Altísimo». ¡Pero has sido arrojado al sepulcro, a lo más profundo de la fosa! Los que te ven clavan en ti la mirada y reflexionan en cuanto a tu destino: «¿Y este es el que sacudía a la tierra y hacía temblar a los reinos, el que dejaba el mundo hecho un desierto, el que arrasaba sus ciudades y nunca dejaba libres a los presos?» Todos los reyes de las naciones reposan con honor, cada uno en su tumba. Pero a ti, el sepulcro te ha vomitado como a un vástago repugnante. Los que murieron a filo de espada, los que bajaron al fondo de la fosa, te han cubierto por completo. ¡Pareces un cadáver pisoteado! No tendrás sepultura con los reyes, porque destruiste tu tierra y asesinaste a tu pueblo. ¡Jamás volverá a mencionarse la descendencia de los malhechores! A causa de la maldad de los padres, preparad un matadero para los hijos. ¡Que no se levanten para heredar la tierra ni cubran con ciudades la faz del mundo!