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ISAÍAS 13:1-22

ISAÍAS 13:1-22 Reina Valera 2020 (RV2020)

Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz. Levantad bandera sobre un alto monte. Alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas señoriales. Yo mandé a mis consagrados y asimismo llamé a los valientes de mi ira, a los que se alegran con mi gloria. Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas: ¡El Señor de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla! Vienen de lejanas tierras, del extremo de los cielos, el Señor y los instrumentos de su ira, para destruir todo el país. ¡Aullad, porque cerca está el día del Señor! ¡Vendrá como devastación del Todopoderoso! Por tanto, toda mano se debilitará y desfallecerá todo corazón humano. Se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como de mujer parturienta; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros son como llamaradas. El día del Señor viene: día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir el país en soledad y raer de él a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer y la luna no dará su resplandor. Castigaré al mundo por su maldad y a los impíos por su iniquidad; haré que cese la arrogancia de los soberbios y humillaré la altivez de los tiranos. Haré más precioso que el oro fino al hombre y más que el oro de Ofir al ser humano. Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar por la indignación del Señor de los ejércitos, en el día del ardor de su ira. Como gacela perseguida, como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, cada uno huirá a su tierra. Cualquiera que sea hallado será atravesado, y cualquiera que por ellos sea tomado caerá a espada. Sus niños serán estrellados ante ellos mismos; sus casas serán saqueadas y violadas sus mujeres. Yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata ni codiciarán oro. Con sus arcos derribarán a los jóvenes; no tendrán compasión del fruto del vientre ni su ojo perdonará a los hijos. Y Babilonia, hermosura de reinos, gloria y orgullo de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; no levantará allí su tienda el árabe ni los pastores tendrán allí su majada, sino que dormirán allí las fieras del desierto y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán los avestruces y allí saltarán las cabras salvajes. En sus palacios aullarán las hienas y los chacales en sus casas de deleite. Su tiempo está a punto de llegar; no se prolongarán sus días.

ISAÍAS 13:1-22 La Palabra (versión española) (BLP)

Oráculo contra Babilonia revelado a Isaías, hijo de Amós: Alzad una enseña en un otero, gritadles a voz en cuello, hacedles señas con la mano y que entren por las puertas de los príncipes. He adiestrado a mis consagrados, he convocado a los soldados de mi ira, que celebran mi honor con entusiasmo. Ecos de un tropel en los montes, parece una gran muchedumbre; ecos de un tumulto de reinos, de una coalición de naciones. El Señor del universo revista sus tropas para el combate. Vienen de tierras lejanas, del confín del horizonte: el Señor y las armas de su ira para arrasar todo el país. Lamentaos, se acerca el día del Señor, ya llega como azote del Todopoderoso. Por eso, las fuerzas flaquean, se sienten incapaces de pensar; agarrotados por angustias y espasmos, se retuercen igual que parturientas; cada cual se asusta del prójimo, sus rostros son rostros llameantes. Llega inexorable el día del Señor, cargado de cólera, ardiente de ira: para dejar la tierra desolada, barrida, sin ningún pecador. Astros del cielo y constelaciones dejan de emitir su brillo; se ofusca el sol en su aurora, no irradia su luz la luna. Castigaré la malicia del mundo, los crímenes de todos los malvados; acabaré con el orgullo y la arrogancia, aplastaré la altanería del tirano. Haré a los humanos más escasos que el oro, a los mortales más que el oro de Ofir; por eso el cielo se estremece, se desplaza la tierra temblando, por la ira del Señor del universo, ante el día en que arderá su cólera. Serán como ciervo acosado, igual que un rebaño sin guía; volverá cada cual a su gente, huirá cada cual a su tierra. Si los encuentran, son acribillados, si los capturan, perecen a espada. Estrellan a sus niños en su presencia, saquean sus casas, violan a sus mujeres. Estoy incitando contra ellos a los medos que no valoran la plata ni aprecian el oro: sus arcos acribillan a los jóvenes, no se apiadan del fruto del vientre, miran sin compasión a los niños. Babilonia, esa perla de reino, adorno y orgullo de los caldeos, quedará arrasada por Dios, lo mismo que Sodoma y Gomorra. No volverán a habitarla, a poblarla de edad en edad. Los árabes no montarán allí su tienda, ni los pastores apacentarán allí. Allí se agruparán las alimañas, ocuparán sus casas los mochuelos; habitarán allí las crías del avestruz, y los sátiros brincarán allí. Las hienas aullarán en sus fortalezas, los chacales en sus palacios de recreo. Llega, está cerca su hora, sus días no tardarán.

ISAÍAS 13:1-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Palabras proféticas contra Babilonia, las cuales recibió por revelación Isaías, hijo de Amós: “¡Alzad en un monte pelado la señal de combate! ¡Dad a los soldados la orden de ataque! ¡Levantad la mano para que avancen por las puertas de los nobles! Ya he llamado a mis valientes, he dado órdenes a mis guerreros consagrados, a los que se alegran por mi triunfo, para que ejecuten mi castigo.” Se oye un griterío en los montes, como de mucha gente. Se oye el rugir de las naciones, de los pueblos que se han reunido. El Señor todopoderoso pasa revista a sus tropas dispuestas para la batalla. Vienen de un país lejano, de más allá del horizonte. Es el Señor con los instrumentos de su ira, que viene a destruir toda la tierra. Dad alaridos, porque el día del Señor está cerca; llega como un golpe del Todopoderoso. Entonces todo el mundo dejará caer los brazos, todos perderán el valor y quedarán aterrados. Les vendrá una angustia y un dolor tan grandes que se retorcerán como mujer de parto. Unos a otros se mirarán asombrados y les arderá la cara de vergüenza. Ya llega el día del Señor, día terrible, de ira y furor ardiente, que convertirá la tierra en desierto y acabará con los pecadores que hay en ella. Las estrellas y constelaciones del cielo dejarán de dar su luz; el sol se oscurecerá apenas salga, y la luna no brillará. El Señor dice: “Voy a castigar al mundo por su maldad, a los malvados por sus crímenes. Voy a terminar con la altanería de los orgullosos, y a humillar a los soberbios e insolentes. Voy a hacer que los hombres sean más escasos que el oro fino de Ofir. Entonces el cielo se estremecerá y la tierra se moverá de su sitio por la ira que tendré en aquel día, por mi ardiente furor. “La gente parecerá una gacela perseguida, o un rebaño cuando se dispersa y no hay nadie que lo junte. Cada uno se volverá a su propio país, huirá a su propia tierra. Todo el que se deje encontrar, será apuñalado; todo el que se deje agarrar, caerá asesinado. Ante sus propios ojos estrellarán contra el suelo a sus hijos pequeños; sus casas serán saqueadas y violadas sus esposas. Voy a incitar contra ellos al pueblo de los medos, gente que no se preocupa por la plata y a la que el oro no le llama la atención. Con sus flechas derribarán a los jóvenes: no se compadecen de los recién nacidos; no sienten lástima por los niños. Y Babilonia, la perla de las naciones, joya y orgullo de los caldeos, quedará como Sodoma y Gomorra cuando yo las destruí. Nunca más volverá a ser habitada, nadie volverá a vivir jamás en ella. Los árabes no volverán a acampar allí, ni los pastores harán que allí descansen sus rebaños. Allí habitarán los gatos monteses, las lechuzas llenarán las casas, los avestruces vivirán en ella y también retozarán los chivos. Los chacales aullarán en los castillos, y en los lujosos palacios habrá lobos. Ya se le acerca su hora a Babilonia; no le quedan muchos días.”

ISAÍAS 13:1-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Profecía contra Babilonia que recibió Isaías hijo de Amoz: Sobre un monte pelado agitad la bandera; llamad a gritos a los soldados, hacedles señas con la mano para que entren por las puertas de los nobles. Ya he dado orden a mis consagrados; he reclutado a mis valientes, a los que se alegran de mi triunfo, para que ejecuten mi castigo. ¡Escuchad! Se oye tumulto en las montañas, como el de una gran multitud. ¡Escuchad! Se oye un estruendo de reinos, de naciones que se han reunido. El SEÑOR Todopoderoso pasa revista a un ejército para la batalla. Vienen de tierras lejanas, de los confines del horizonte. Viene el SEÑOR con las armas de su ira para destruir toda la tierra. ¡Gemid, que el día del SEÑOR está cerca! Llega de parte del Todopoderoso como una devastación. Por eso todas las manos desfallecen, todo el mundo pierde el ánimo. Quedan todos aterrados; dolores y angustias los atrapan: ¡se retuercen de dolor, como si estuvieran de parto! Espantados, se miran unos a otros; ¡tienen el rostro encendido! ¡Mirad! ¡Ya viene el día del SEÑOR —día cruel, de furor y ardiente ira—; convertirá en desolación la tierra y exterminará de ella a los pecadores! Las estrellas y las constelaciones del cielo dejarán de irradiar su luz; se oscurecerá el sol al salir y no brillará más la luna. Castigaré por su maldad al mundo, y por su iniquidad a los malvados. Pondré fin a la soberbia de los arrogantes y humillaré el orgullo de los violentos. Voy a hacer que haya menos gente que oro fino, menos mortales que oro de Ofir. Por eso haré que tiemble el cielo y que la tierra se mueva de su sitio, por el furor del SEÑOR Todopoderoso en el día de su ardiente ira. Como gacela acosada, como rebaño sin pastor, cada uno se volverá a su propio pueblo, cada cual huirá a su propia tierra. Al que atrapen lo traspasarán; el que caiga preso morirá a filo de espada. Ante sus propios ojos estrellarán a sus pequeños, saquearán sus casas y violarán a sus mujeres. ¡Mirad! Yo incito contra ellos a los medos, pueblo al que no le importa la plata ni se deleita en el oro. Con sus arcos traspasarán a los jóvenes; no se apiadarán del fruto del vientre ni tendrán compasión de los niños. Babilonia, la perla de los reinos, la gloria y el orgullo de los caldeos, quedará como Sodoma y Gomorra cuando Dios las destruyó. Nunca más volverá a ser habitada, ni poblada en los tiempos venideros. No volverá a acampar allí el beduino, ni hará el pastor descansar a su rebaño. Allí descansarán las fieras del desierto; sus casas se llenarán de búhos. Allí habitarán los avestruces y brincarán las cabras salvajes. En sus fortalezas aullarán las hienas, y en sus lujosos palacios, los chacales. Su hora está por llegar, y no se prolongarán sus días.