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GÉNESIS 8:1-17

GÉNESIS 8:1-17 La Palabra (versión española) (BLP)

Entonces, Dios se acordó de Noé y de todos los animales, tanto de los salvajes como de los domésticos, que estaban con él en el arca; hizo pasar un viento fuerte sobre la tierra, y el nivel de las aguas comenzó a descender. Se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y la lluvia cesó. Poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra y, al cabo de ciento cincuenta días, ya había descendido tanto el nivel que el día diecisiete del mes séptimo el arca encalló sobre las montañas de Ararat. Las aguas continuaron bajando paulatinamente hasta el mes décimo; y el primer día de ese mes asomaron los picos de las montañas. Transcurridos cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca y soltó un cuervo que voló de acá para allá, hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. Después soltó una paloma para comprobar si las aguas ya habían bajado del todo; pero la paloma no encontró dónde posarse y regresó al arca, pues la tierra aún estaba cubierta por las aguas. Así que Noé sacó la mano, tomó la paloma y la metió consigo en el arca. Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma regresó portando en su pico una rama de olivo recién arrancada. Noé comprendió que las aguas iban desapareciendo. Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma, pero esta vez ya no volvió. En el año seiscientos uno de la vida de Noé, el día primero del primer mes, las aguas que cubrían la superficie de la tierra se secaron. Noé levantó la cubierta del arca, miró y descubrió que la tierra ya estaba seca. Para el día veintisiete del mes segundo, la tierra estaba ya completamente seca. Entonces dijo Dios a Noé: —Sal del arca, tú, tu mujer, tus hijos y tus nueras. Saca también a todos los animales que están contigo: aves, ganados y reptiles. ¡Que sean fecundos! ¡Que se reproduzcan y pueblen la tierra!

GÉNESIS 8:1-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

Entonces se acordó Dios de Noé y de todos los animales y todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra y disminuyeron las aguas. Se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. Las aguas decrecían gradualmente sobre la tierra, y se retiraron al cabo de ciento cincuenta días. Reposó el arca en el mes séptimo, a los diecisiete días del mes, sobre los montes de Ararat. Las aguas fueron decreciendo hasta el mes décimo, cuando, el primer día del mes, se descubrieron las cimas de los montes. Al cabo de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había hecho y envió un cuervo, que salió y estuvo yendo y viniendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra. Envió también una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra. Pero no halló la paloma dónde posarse, y volvió a él, al arca, porque las aguas estaban aún sobre la faz de toda la tierra. Entonces Noé extendió la mano, la tomó y la hizo entrar consigo en el arca. Esperó aún otros siete días, y volvió a enviar la paloma fuera del arca. Al atardecer, la paloma regresó con una hoja de olivo en el pico; y supo Noé que las aguas se habían retirado de sobre la tierra. Esperó aún otros siete días, y envió la paloma, pero esta vez ya no volvió. Sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el primer día del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, miró y vio que la superficie de la tierra estaba seca. En el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra. Entonces dijo Dios a Noé: —Sal del arca con tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. También sacarás todos los animales que están contigo de toda especie, de aves, de bestias y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra; pues que vayan por la tierra, fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra.

GÉNESIS 8:1-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales que estaban con él en el arca. Hizo que el viento soplara sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo. Dejó de llover, y el agua comenzó a bajar poco a poco. Al cabo de ciento cincuenta días, el agua ya iba baja; y el día diecisiete del mes séptimo, la barca se detuvo sobre las montañas de Ararat. El agua siguió bajando, y el primer día del mes décimo ya se podían ver las partes más altas de los montes. Después de cuarenta días abrió Noé la ventana del arca que había construido, y soltó un cuervo; pero el cuervo volaba de un lado a otro, esperando que la tierra se secara. Después del cuervo, Noé soltó una paloma, para ver si la tierra ya estaba seca; pero la paloma regresó al arca porque no encontró lugar alguno donde descansar, pues la tierra todavía estaba cubierta de agua. Así que Noé sacó la mano, tomó la paloma y la hizo entrar en el arca. Noé esperó otros siete días, y volvió a soltar la paloma. Y ya empezaba a anochecer, cuando la paloma regresó. Traía una ramita de olivo en el pico, y así Noé comprendió que la tierra se iba secando. Esperó siete días más, y volvió a enviar la paloma; pero la paloma ya no regresó. Cuando Noé tenía seiscientos un años, la tierra quedó seca. El primer día del mes primero, Noé quitó el techo del arca y vio que la tierra estaba seca. Para el día veintisiete del mes segundo, la tierra estaba ya bien seca. Entonces Dios dijo a Noé: “Sal del arca, junto con tu esposa, tus hijos y tus nueras. Saca también a todos los animales que están contigo: las aves, los animales domésticos y los que se arrastran por el suelo, para que vayan por toda la tierra y tengan muchas crías y llenen el mundo.”

GÉNESIS 8:1-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Dios se acordó entonces de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo que soplara un fuerte viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a bajar. Se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo, y dejó de llover. Poco a poco, las aguas se fueron retirando de la tierra. Al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían disminuido. El día diecisiete del mes séptimo, el arca se detuvo sobre las montañas de Ararat, y las aguas siguieron bajando hasta que el primer día del mes décimo pudieron verse las cimas de las montañas. Después de cuarenta días, Noé abrió la ventana del arca que había hecho y soltó un cuervo, el cual estuvo volando de un lado a otro, esperando a que se secara la tierra. Luego soltó una paloma, para ver si las aguas que cubrían la tierra ya se habían retirado. Pero la paloma no encontró un lugar donde posarse, y volvió al arca porque las aguas aún cubrían la tierra. Noé extendió la mano, tomó la paloma y la metió consigo en el arca. Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma fuera del arca. Caía la noche cuando la paloma regresó, trayendo en su pico una ramita de olivo recién cortada. Así Noé se dio cuenta de que las aguas habían bajado hasta dejar la tierra al descubierto. Esperó siete días más y volvió a soltar la paloma, pero esta vez la paloma ya no regresó. Noé tenía seiscientos un años cuando las aguas se secaron. El primer día del primer mes de ese año, Noé quitó la cubierta del arca y vio que la tierra estaba seca. Para el día veintisiete del segundo mes, la tierra estaba ya completamente seca. Entonces Dios le dijo a Noé: «Sal del arca junto con tus hijos, tu esposa y tus nueras. Saca también todos los seres vivientes que están contigo: las aves, el ganado y todos los animales que se arrastran por el suelo. ¡Que sean fecundos! ¡Que se multipliquen y llenen la tierra!»