GÉNESIS 35:2-10
GÉNESIS 35:2-10 Reina Valera 2020 (RV2020)
Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que con él estaban: —Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, limpiaos y cambiad vuestros vestidos. Levantémonos y subamos a Bet-el, pues, y allí haré un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia y que ha estado conmigo en el camino que he andado. Ellos entregaron a Jacob todos los dioses ajenos que tenían en su poder y los pendientes que llevaban en sus orejas, y Jacob los escondió debajo de una encina que había junto a Siquem. Cuando salieron, el terror de Dios cayó sobre las ciudades de sus alrededores, y no persiguieron a los hijos de Jacob. Llegó Jacob a Luz, es decir, a Bet-el, que está en tierra de Canaán, él y todo el pueblo que con él estaba. Edificó allí un altar y llamó al lugar «El-bet-el », porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. Entonces murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue sepultada al pie de Bet-el, debajo de una encina, la cual fue llamada «Alón-bacut». Se le apareció otra vez Dios a Jacob a su regreso de Padan-aram, y lo bendijo: Tu nombre es Jacob; pero ya no te llamarás Jacob, sino que tu nombre será Israel
GÉNESIS 35:2-10 La Palabra (versión española) (BLP)
Jacob dijo a su familia y a todos los que lo acompañaban: —Deshaceos de todos los dioses extraños que tengáis, purificaos y cambiad de ropa. Luego subiremos a Betel donde erigiré un altar al Dios que me escuchó en el peligro y me acompañó en mi viaje. Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que conservaban, así como los pendientes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró al pie de la encina que hay junto a Siquén. Después emprendieron camino, y nadie persiguió a los hijos de Jacob, porque un pánico descomunal cundió entre las ciudades de alrededor. Jacob, con toda la gente que lo acompañaba, llegó a Luz, es decir, a Betel, en la tierra de Canaán. Erigió allí un altar y puso a aquel lugar el nombre de Betel, porque allí se le había aparecido Dios cuando huía de su hermano. Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la enterraron más abajo de Betel, al pie de una encina a la que llamaron Encina del Llanto. Al volver Jacob de Parán Aram, se le apareció de nuevo Dios y lo bendijo diciendo: —Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así. De ahora en adelante te llamarás Israel. Y lo llamó Israel.
GÉNESIS 35:2-10 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Entonces Jacob dijo a su familia y a todos los que le acompañaban: –Sacad todos los dioses extraños que hay entre vosotros, bañaos y mudad vuestras ropas. Vámonos pronto a Betel, pues allí voy a construir un altar en honor del Dios que me ayudó cuando yo estaba afligido, y que me ha acompañado por dondequiera que he andado. Ellos entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, y los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró debajo de una encina cerca de Siquem. Cuando ellos salieron, Dios hizo que todos los pueblos vecinos se llenaran de miedo, y por eso no persiguieron a los hijos de Jacob. Jacob y toda la gente que iba con él llegaron a Luz, ciudad que también se llama Betel y que está en Canaán. Y construyó un altar, y llamó al lugar El-betel, porque cuando huía de su hermano, Dios se le había aparecido allí. También allí murió Débora, la mujer que había cuidado a Rebeca, y la enterraron debajo de una encina, cerca de Betel. Jacob llamó a aquel lugar “La encina del llanto”. Cuando Jacob regresaba de Padán-aram, Dios se le apareció otra vez, y le bendijo de esta manera
GÉNESIS 35:2-10 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: «Deshaceos de todos los dioses extraños que tengáis con vosotros, purificaos y cambiaos de ropa. Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino». Así que le entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró a la sombra de la encina que estaba cerca de Siquén. Cuando partieron, nadie persiguió a la familia de Jacob, porque un terror divino se apoderó de las ciudades vecinas. Fue así como Jacob y quienes lo acompañaban llegaron a Luz, es decir, Betel, en la tierra de Canaán. Erigió un altar y llamó a ese lugar El Betel, porque allí se le había revelado Dios cuando escapaba de su hermano Esaú. Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut. Cuando Jacob regresó de Padán Aram, Dios se le apareció otra vez y lo bendijo con estas palabras: «Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel». Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso.