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GÉNESIS 3:7-19

GÉNESIS 3:7-19 Reina Valera 2020 (RV2020)

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos, por lo que entrelazaron unas hojas de higuera y se taparon con ellas. Y oyeron la voz de Dios el Señor que se paseaba por el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Dios el Señor entre los árboles del huerto. Pero Dios el Señor llamó al hombre, y le preguntó: —¿Dónde estás? Él respondió: —He oído tu voz en el huerto y he tenido miedo, porque estaba desnudo, y por eso me he escondido. Entonces Dios le preguntó: —¿Quién te ha enseñado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del cual yo te había mandado que no comieras? El hombre le respondió: —La mujer que me diste por compañera me ha dado del árbol, y yo he comido. Entonces Dios el Señor dijo a la mujer: —¿Qué es lo que has hecho? Y la mujer respondió: —La serpiente me ha engañado, y por eso he comido. Y Dios el Señor dijo a la serpiente: —Por esto que has hecho, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre te arrastrarás y polvo comerás todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón. A la mujer dijo: —Multiplicaré en gran manera los dolores en tus embarazos; con dolor darás a luz los hijos, y tu deseo será para tu marido y él te dominará. Y al hombre dijo: —Por cuanto le hiciste caso a tu mujer y has comido del árbol del que te prohibí comer, la tierra va a ser maldita por tu culpa; con fatiga sacarás de ella tu alimento todos los días de tu vida; espinos y cardos te producirá y comerás hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.

GÉNESIS 3:7-19 La Palabra (versión española) (BLP)

En aquel momento se les abrieron los ojos y descubrieron que estaban desnudos, por lo que entrelazaron unas hojas de higuera y se taparon con ellas. Cuando el hombre y su mujer sintieron los pasos de Dios, el Señor, que estaba paseando por el jardín al fresco de la tarde, corrieron a esconderse entre los árboles del jardín para que Dios no los viera. Pero Dios, el Señor, llamó al hombre diciendo: —¿Dónde estás? El hombre contestó: —Te oí en el jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí. Entonces Dios, el Señor, le preguntó: —¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te prohibí comer? El hombre respondió: —La mujer que me diste por compañera me ofreció de ese fruto y yo lo probé. Entonces Dios, el Señor, preguntó a la mujer: —¿Por qué hiciste eso? Ella respondió: —La serpiente me engañó y comí. Entonces Dios, el Señor, dijo a la serpiente: —Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes. De ahora en adelante te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo toda tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón. A la mujer le dijo: —Multiplicaré sobremanera las molestias en tus embarazos, y con dolor parirás a tus hijos. Tendrás ansia de tu marido y él te dominará. Al hombre le dijo: —Como hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer, la tierra va a ser maldita por tu culpa; con fatiga sacarás de ella tu alimento durante todo el tiempo de tu vida; te producirá espinos y cardos, y comerás hierba del campo. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de la cual fuiste formado, pues eres polvo, y al polvo volverás.

GÉNESIS 3:7-19 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

En aquel momento se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas. El hombre y su mujer oyeron que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de Dios entre los árboles del jardín. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó: –¿Dónde estás? El hombre contestó: –Oí que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. Entonces Dios le preguntó: –¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras? El hombre contestó: –La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor preguntó a la mujer: –¿Por qué lo hiciste? Ella respondió: –La serpiente me engañó, y por eso comí del fruto. Entonces Dios el Señor dijo a la serpiente: –Por esto que has hecho, maldita serás entre todos los demás animales. De hoy en adelante andarás arrastrándote, y comerás tierra. Haré que tú y la mujer seáis enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón. A la mujer le dijo: –Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti. Al hombre le dijo: –Como hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir tu alimento durante toda tu vida. La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás.

GÉNESIS 3:7-19 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

En ese momento se les abrieron los ojos y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera. Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios el SEÑOR andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el SEÑOR llamó al hombre y le dijo: ―¿Dónde estás? El hombre contestó: ―Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. ―¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? —le preguntó Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: ―La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el SEÑOR le preguntó a la mujer: ―¿Qué es lo que has hecho? ―La serpiente me engañó, y comí —contestó ella. Dios el SEÑOR dijo entonces a la serpiente: «Por causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón». A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará». Al hombre le dijo: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás».