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GÉNESIS 29:11-35

GÉNESIS 29:11-35 La Palabra (versión española) (BLP)

Luego saludó a Raquel con un beso y rompió a llorar. Cuando Jacob le explicó a Raquel que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, ella salió corriendo a dar la noticia a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a su encuentro y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Y cuando Jacob le contó todo lo que había sucedido, Labán le dijo: —¡No cabe duda de que perteneces a mi familia! Jacob se quedó con Labán durante un mes. Un día, Labán dijo a Jacob: —Tú eres pariente mío, pero no por eso has de trabajar gratis para mí. Dime qué salario quieres que te pague. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lía y la menor Raquel. Lía tenía unos ojos apagados; Raquel, en cambio, era hermosa de los pies a la cabeza. Como Jacob se había enamorado de ella, contestó a Labán: —Trabajaré siete años a tu servicio para casarme con Raquel, tu hija menor. Labán le contestó: —Es mejor que te la entregue a ti, y no a un extraño. Quédate conmigo. Y así Jacob trabajó por Raquel durante siete años, pero estaba tan enamorado de ella que le parecieron unos pocos días. Pasado ese tiempo, Jacob dijo a Labán: —Ya se ha cumplido el tiempo, dame a mi mujer para que me una a ella. Entonces Labán invitó a todos los vecinos del lugar a la fiesta de bodas. Pero al anochecer, tomó a su hija Lía y se la entregó a Jacob que se acostó con ella. Además, Labán regaló a Lía una de sus criadas, llamada Zilpá, para que la atendiera. Al día siguiente por la mañana, Jacob se llevó la sorpresa de que se trataba de Lía y fue a protestar a Labán: —¿Qué me has hecho? ¿No te he servido yo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado? Labán respondió: —Aquí no es costumbre dar a la hija pequeña antes que a la mayor. Por eso, cumple la semana de festejos que corresponde a la boda con Lía y entonces te daremos también a Raquel a cambio de otros siete años de trabajo a mi servicio. Así lo hizo Jacob; terminó la semana de festejos que correspondía a la boda con Lía, y después Labán le dio por mujer a su hija Raquel. Asimismo, Labán regaló a Raquel una de sus criadas, llamada Bilhá, para que la atendiera. Jacob se acostó también con Raquel y la amó más que a Lía. Y durante siete años más continuó trabajando al servicio de Labán. Cuando el Señor vio que Lía no era amada, la hizo fecunda, mientras Raquel seguía estéril. Lía quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, pues dijo: —El Señor ha visto mi aflicción; ahora mi marido me amará. Lía volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón, y comentó: —El Señor se ha dado cuenta de que era menospreciada, y por eso me dio también este hijo. Volvió a quedar embarazada y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví, y comentó: —Ahora sí que mi marido se sentirá ligado a mí, porque le he dado tres hijos. Lía volvió a quedar embarazada y dio a luz un hijo más, al que llamó Judá, y comentó: —Esta vez alabaré al Señor. Y Lía dejó de dar a luz.

GÉNESIS 29:11-35 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Luego saludó a Raquel con un beso, y se echó a llorar. Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a dar la noticia a su padre. Labán, al oir hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirle, le abrazó, le saludó con un beso y le llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado. Y Labán le dijo: “Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre.” Jacob se quedó con Labán durante un mes. Pasado ese tiempo, Labán le dijo: –No vas a trabajar para mí sin ganar nada solo por ser mi pariente. Dime qué salario quieres que te pague. Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel. Lía tenía los ojos muy dulces, pero Raquel era hermosa de los pies a la cabeza. Como Jacob se había enamorado de Raquel, contestó: –Por Raquel, tu hija menor, trabajaré siete años para ti. Entonces Labán contestó: –Es mejor dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo. Y así Jacob trabajó por Raquel durante siete años, aunque a él le pareció muy poco tiempo porque la amaba mucho. Pasados los siete años, Jacob dijo a Labán: –Dame mi mujer, para que me case con ella, porque ya terminó el tiempo que prometí trabajar por ella. Entonces Labán invitó a todos sus vecinos a la fiesta de bodas que celebró. Pero por la noche Labán tomó a Lía y se la llevó a Jacob, y Jacob durmió con ella. Además, Labán regaló a Lía una de sus esclavas, llamada Zilpá, para que la atendiera. A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había dormido con Lía, y fue a reclamarle a Labán: –¿Qué es esto que me has hecho? ¿No trabajé contigo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado? Labán le contestó: –Aquí no es costumbre que la hija menor se case antes que la mayor. Cumple la semana de bodas de Lía y entonces te daremos también a Raquel, si es que te comprometes a trabajar conmigo otros siete años. Jacob aceptó, y cuando hubo cumplido la semana de bodas de Lía, Labán le dio a Raquel por esposa. Labán también dio a Raquel una de sus esclavas, llamada Bilhá, para que la atendiera. Jacob se unió también a Raquel, y la amó mucho más que a Lía, aunque tuvo que trabajar con Labán durante siete años más. Cuando el Señor vio que Jacob despreciaba a Lía, hizo que esta tuviera hijos; pero a Raquel la mantuvo estéril. Lía quedó embarazada y tuvo un hijo, al que llamó Rubén, porque dijo: “El Señor me vio triste. Por eso ahora mi esposo me amará.” Después Lía tuvo otro hijo, al que llamó Simeón, y entonces dijo: “El Señor oyó que me despreciaban, y por eso me dio un hijo más.” Y otra vez tuvo un hijo, al que llamó Leví, porque dijo: “Ahora mi esposo se unirá más a mí, porque ya le he dado tres hijos.” Lía tuvo aún otro hijo, al que llamó Judá, porque dijo: “Esta vez alabaré al Señor.” Después de esto, dejó de tener hijos.

GÉNESIS 29:11-35 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Luego besó a Raquel, rompió en llanto y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob le contó todo lo que había sucedido, y Labán le dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre». Jacob había estado ya un mes con Labán cuando este le dijo: ―Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor, Raquel. Lea tenía ojos apagados, mientras que Raquel era una mujer muy hermosa. Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a su tío: ―Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor. Labán le contestó: ―Es mejor que te la entregue a ti, y no a un extraño. Quédate conmigo. Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo. Entonces Jacob le dijo a Labán: ―Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi mujer para que me case con ella. Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta. Pero, cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, y Jacob se acostó con ella. Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera. A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le preguntó a Labán: ―¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado? Labán le contestó: ―La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor. Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de esta, y por siete años más de trabajo te daré la otra. Así lo hizo Jacob y, cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa. También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera. Jacob entonces se acostó con Raquel, y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más. Cuando el SEÑOR vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril. Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, diciendo: «El SEÑOR ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo». Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón, diciendo: «Llegó a oídos del SEÑOR que no soy amada, y por eso me dio también este hijo». Luego quedó embarazada de nuevo y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví, diciendo: «Ahora sí me amará mi esposo, porque le he dado tres hijos». Lea volvió a quedar embarazada, y dio a luz un cuarto hijo, al que llamó Judá diciendo: «Esta vez alabaré al SEÑOR». Después de esto, dejó de dar a luz.