GÉNESIS 27:15-36
GÉNESIS 27:15-36 Reina Valera 2020 (RV2020)
Después tomó Rebeca los vestidos de Esaú, su hijo mayor, los más preciosos que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor. Luego, con las pieles de los cabritos, cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, y puso en manos de su hijo Jacob el guisado y el pan que había preparado. Entonces este fue a su padre y dijo: —Padre mío. Isaac respondió: —Aquí me tienes. ¿Quién eres tú, hijo mío? —Yo soy Esaú tu primogénito —respondió Jacob—. He hecho como me habías dicho. Levántate ahora, siéntate y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces Isaac dijo a su hijo: —¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Jacob respondió: —Porque el Señor, tu Dios, hizo que la encontrara delante de mí. Isaac dijo a Jacob: —Acércate ahora y te palparé, hijo mío, para ver si eres o no mi hijo Esaú. Se acercó Jacob a su padre Isaac, quien lo palpó, y dijo: «La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las de Esaú». Y no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las manos de Esaú; y lo bendijo. Volvió a preguntar Isaac: —¿Eres tú mi hijo Esaú? Jacob respondió: —Yo soy. Dijo entonces: —Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga. Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac, su padre: —Acércate ahora y bésame, hijo mío. Jacob se acercó y lo besó. Olió Isaac el olor de sus vestidos, y lo bendijo: Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que el Señor ha bendecido. Dios, pues, te dé del rocío del cielo y de los frutos de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Que te sirvan los pueblos y las naciones se inclinen delante de ti. Sé señor de tus hermanos y ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Malditos sean los que te maldigan y benditos los que te bendigan. Aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, que Esaú, su hermano, volvió de cazar. E hizo él también un guisado, lo trajo a su padre y le dijo: —Levántate, padre, come de esto que ha cazado tu hijo y dame tu bendición. Entonces Isaac, su padre, le dijo: —¿Quién eres tú? Y él le respondió: —Yo soy tu hijo, Esaú, tu primogénito. Entonces se estremeció Isaac grandemente, y dijo: —¿Quién es el que ha venido aquí, me ha traído caza, y me la ha dado, de modo que he comido de todo antes de que tú aparecieras? Yo lo he bendecido, y será bendito. Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito atroz, lleno de amargura, y le suplicó: —Bendíceme también a mí, padre mío. Este le replicó: —Ha venido tu hermano con engaño y se ha llevado tu bendición. Esaú respondió: —Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura y ahora se ha llevado mi bendición. Y añadió: —¿No has reservado una bendición para mí?
GÉNESIS 27:15-36 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
sacó la mejor ropa de Esaú, su hijo mayor, que estaba guardada en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor. Luego, con la piel de los cabritos cubrió a Jacob los brazos y la parte del cuello donde no tenía vello, y le dio el guisado y el pan que había preparado. Entonces Jacob entró donde estaba su padre y le dijo: –¡Padre! –Aquí estoy. ¿Cuál de mis hijos eres tú? –preguntó Isaac. –Soy Esaú, tu primogénito –contestó Jacob–. Ya hice lo que me dijiste. Levántate, por favor; siéntate y come del animal que he cazado, y dame tu bendición. Entonces Isaac le preguntó: –¿Cómo pudiste encontrarlo tan pronto, hijo mío? –El Señor tu Dios me ayudó a encontrarlo –respondió Jacob. Pero Isaac le dijo: –Acércate y déjame tocarte, a ver si de veras eres mi hijo Esaú. Jacob se acercó para que su padre le tocara. Entonces Isaac dijo: “La voz es la de Jacob, pero los brazos son los de Esaú.” Así que no le reconoció, porque sus brazos tenían mucho vello, como los de su hermano Esaú. Pero cuando iba a darle su bendición, volvió a preguntarle: –¿De veras eres mi hijo Esaú? –Sí, yo soy Esaú –respondió Jacob. Entonces su padre le dijo: –Sírveme, hijo mío, para que coma de lo que cazaste, y entonces te daré mi bendición. Jacob sirvió de comer a su padre y también le trajo vino. Isaac comió y bebió, y luego le dijo: –Acércate, hijo, y dame un beso. Cuando Jacob se acercó para besarle, Isaac le olió la ropa. Entonces le bendijo con estas palabras: “Sí, este olor es de mi hijo. Es como el olor de un campo bendecido por el Señor. Que Dios te dé la lluvia del cielo, las mejores cosechas de la tierra, mucho trigo y mucho vino. Que mucha gente te sirva; que las naciones se arrodillen delante de ti. Gobierna a tus propios hermanos: ¡que se arrodillen delante de ti! Los que te maldigan serán malditos y los que te bendigan serán benditos.” Había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de donde estaba su padre, cuando Esaú regresó de cazar. También él preparó un guisado sabroso, se lo llevó a su padre y le dijo: –Levántate, padre; come del animal que tu hijo ha cazado, y dame tu bendición. Entonces Isaac le preguntó: –¿Quién eres tú? –Soy Esaú, tu primogénito –contestó. Isaac se sintió muy sorprendido, y con voz temblorosa dijo: –Entonces, ¿quién es el que fue a cazar y me trajo el guisado? Yo me lo comí todo antes de que tú llegaras, y le di mi bendición, y ahora él ha quedado bendecido. Cuando Esaú oyó lo que su padre decía, se echó a llorar amargamente y gritó: –¡Dame también a mí tu bendición, padre mío! Pero Isaac le contestó: –Ya vino tu hermano, y me engañó y se llevó la bendición que era para ti. –¡Con razón le pusieron por nombre Jacob! –dijo Esaú–. ¡Ya son dos veces las que me ha hecho trampa! Primero me quitó mi primogenitura, y ahora me ha quitado la bendición que me correspondía. ¿No has guardado ninguna otra bendición para mí?
GÉNESIS 27:15-36 La Palabra (versión española) (BLP)
Después Rebeca tomó la ropa de su hijo mayor Esaú, el mejor vestido que guardaba en casa, y se lo vistió a Jacob, su hijo menor. Con la piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello, y puso en las manos de su hijo Jacob el guiso y el pan que había preparado. Jacob entró adonde estaba su padre y le dijo: —¡Padre! Isaac respondió: —Aquí estoy. ¿Quién eres tú, hijo mío? Jacob dijo: —Soy Esaú, tu primogénito. Ya hice lo que me pediste. Ven, incorpórate para comer de lo que he cazado, y después me darás tu bendición. Isaac dijo a su hijo: —¡Qué pronto has encontrado caza! Jacob respondió: —El Señor tu Dios me la puso al alcance. Pero Isaac le dijo: —Acércate, hijo mío, deja que te palpe para saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. Y Jacob se acercó a Isaac, su padre, que palpándolo dijo: —La voz es la de Jacob, pero las manos son de Esaú. Así que no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú. Ya se disponía a bendecirlo cuando volvió a preguntarle: —¿Eres tú de verdad mi hijo Esaú? Jacob contestó: —Lo soy. Entonces su padre le dijo: —Sírveme de lo que has cazado, hijo mío, para que coma, y te daré mi bendición. Jacob sirvió de comer a su padre, y comió; también le sirvió vino, y bebió. Después Isaac, su padre, le dijo: —Acércate ahora, hijo mío, y bésame. Cuando Jacob se acercó para besarlo, Isaac le olió la ropa. Entonces lo bendijo con estas palabras: «El aroma de mi hijo es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido. Que Dios te conceda del cielo el rocío, y de la tierra una abundante cosecha de vino y de trigo. Que tengas pueblos por vasallos y naciones se inclinen ante ti. Que seas señor de tus hermanos y ante ti se postren los hijos de tu madre. ¡Maldito sea quien te maldiga, y quien te bendiga, bendito sea!». Apenas había terminado Isaac de bendecir a Jacob y de salir este de donde estaba su padre, cuando volvió de cazar Esaú, su hermano. Preparó también Esaú un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo: —Levántate, padre, come de esto que ha cazado tu hijo y dame tu bendición. Su padre Isaac le preguntó: —¿Quién eres tú? Él respondió: —Soy Esaú, tu hijo primogénito. Isaac se estremeció sobremanera y exclamó: —Entonces ¿quién es el que fue a cazar y me lo trajo y comí de todo antes de que tú llegaras? Le di mi bendición, y bendecido quedará. Al oír Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito atroz, lleno de amargura, y le suplicó: —¡Dame tu bendición a mí también, padre! Pero Isaac le respondió: —Ha venido tu hermano con engaños y te ha robado tu bendición. Esaú exclamó: —¡Con razón le pusieron el nombre de Jacob! Ya van dos veces que me ha hecho trampa; primero me quitó mi primogenitura, y ahora me ha arrebatado mi bendición. ¿No te queda otra bendición para mí?
GÉNESIS 27:15-36 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Luego sacó la mejor ropa de su hijo mayor Esaú, la cual tenía en casa, y con ella vistió a su hijo menor Jacob. Con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lampiña del cuello, y le entregó a Jacob el guiso y el pan que había preparado. Jacob se presentó ante su padre y le dijo: ―¡Padre! ―Dime, hijo mío, ¿quién eres tú? —preguntó Isaac. ―Soy Esaú, tu primogénito —le contestó Jacob—. Ya hice todo lo que me pediste. Ven, por favor, y siéntate a comer de lo que he cazado; así podrás darme tu bendición. Pero Isaac le preguntó a su hijo: ―¿Cómo fue que lo encontraste tan pronto, hijo mío? ―El SEÑOR tu Dios me ayudó —respondió Jacob. Isaac le dijo: ―Acércate, hijo mío, para que pueda tocarte y saber si de veras eres o no mi hijo Esaú. Jacob se acercó a su padre, quien al tocarlo dijo: ―La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú. Así que no lo reconoció, porque sus manos eran velludas como las de Esaú. Ya se disponía a bendecirlo cuando volvió a preguntarle: ―¿En serio eres mi hijo Esaú? ―Claro que sí —respondió Jacob. Entonces su padre le dijo: ―Tráeme lo que has cazado, para que lo coma, y te daré mi bendición. Jacob le sirvió, y su padre comió. También le llevó vino, y su padre lo bebió. Luego le dijo su padre: ―Acércate ahora, hijo mío, y dame un beso. Jacob se acercó y lo besó. Cuando Isaac olió su ropa, lo bendijo con estas palabras: «El olor de mi hijo es como el de un campo bendecido por el SEÑOR. Que Dios te conceda el rocío del cielo; que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga». No bien había terminado Isaac de bendecir a Jacob, y este de salir de la presencia de su padre, cuando Esaú volvió de cazar. También él preparó un guiso, se lo llevó a su padre y le dijo: ―Levántate, padre mío, y come de lo que ha cazado tu hijo. Luego podrás darme tu bendición. Pero Isaac lo interrumpió: ―¿Quién eres tú? ―Soy Esaú, tu hijo primogénito —respondió. Isaac comenzó a temblar y, muy sobresaltado, dijo: ―¿Quién fue el que ya me trajo lo que había cazado? Poco antes de que llegaras, yo me lo comí todo. Le di mi bendición, y bendecido quedará. Al escuchar Esaú las palabras de su padre, lanzó un grito aterrador y, lleno de amargura, le dijo: ―¡Padre mío, te ruego que también a mí me bendigas! Pero Isaac le respondió: ―Tu hermano vino y me engañó, y se llevó la bendición que a ti te correspondía. ―¡Con toda razón le pusieron Jacob! —replicó Esaú—. Ya van dos veces que me engaña: primero me quita mis derechos de primogénito, y ahora se lleva mi bendición. ¿No te queda ninguna bendición para mí?