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GÉNESIS 18:1-12

GÉNESIS 18:1-12 Reina Valera 2020 (RV2020)

El Señor se le apareció a Abrahán en el encinar de Mamre, mientras estaba él sentado a la puerta de su tienda, a la hora de más calor. Alzó los ojos y vio a tres hombres que estaban junto a él. Al verlos, salió corriendo de la puerta de su tienda para recibirlos, se postró en tierra y dijo: —Señor, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo. Haré traer ahora un poco de agua para que lavéis vuestros pies, y luego os recostaréis debajo de un árbol. Traeré también un bocado de pan para que repongáis vuestras fuerzas antes de seguir, pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Ellos dijeron: —Haz como has dicho. Entonces Abrahán fue de prisa a la tienda donde estaba Sara, y le dijo: —Toma enseguida tres medidas de flor de harina, amásala y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Corrió luego Abrahán a donde estaban las vacas, tomó un becerro tierno y bueno, lo dio al criado y este se dio prisa a prepararlo. Después tomó mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos. Él se quedó con ellos debajo del árbol, y comieron. Después le preguntaron: —¿Dónde está Sara, tu mujer? Él respondió: —Aquí, en la tienda. Entonces dijo: —Regresaré el próximo año, y para entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo. Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Abrahán y Sara eran ancianos, de edad avanzada, y a Sara ya le había cesado la menstruación. Y se rio Sara para sus adentros, y pensó: «¿Después de que he envejecido voy a tener placer, cuando además también mi señor es viejo?».

GÉNESIS 18:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)

Apretaba el calor y estaba Abrahán sentado a la entrada de su tienda, cuando se le apareció el Señor en el encinar de Mambré. Al alzar la vista vio a tres hombres de pie frente a él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la tienda y, postrándose en tierra, dijo: —Señor mío, será para mí un honor que aceptes la hospitalidad que este siervo tuyo te ofrece. Que os traigan un poco de agua para lavar vuestros pies, y luego podréis descansar bajo el árbol. Ya que me habéis honrado con vuestra visita, permitidme que vaya a buscar algo de comer para que repongáis fuerzas antes de seguir vuestro camino. Ellos respondieron: —Bien, haz lo que dices. Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara, y le dijo: —¡Rápido!, toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas. Después Abrahán fue corriendo a la vacada, tomó un becerro tierno y cebado y se lo dio a su sirviente, que a toda prisa se puso a prepararlo. Cuando el becerro ya estuvo a punto se lo sirvió acompañado de leche y requesón. Mientras comían, Abrahán se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol. Ellos le preguntaron: —¿Dónde está Sara tu mujer? Abrahán respondió: —Ahí, en la tienda. Uno de ellos le dijo: —El año próximo volveré sin falta a visitarte, y para entonces Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo. Mientras tanto, Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, a espaldas del que hablaba. Abrahán y Sara ya eran ancianos, entrados en años, y Sara ya no tenía sus períodos menstruales. Por eso Sara no pudo contener la risa al pensar en sus adentros: «¿Ahora que ya estoy seca voy a tener placer con un marido tan viejo?».

GÉNESIS 18:1-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

El Señor se apareció a Abraham en el encinar de Mamré, mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña, como a mediodía. Abraham alzó la mirada y vio a tres hombres que estaban de pie frente a él. Al verlos, se levantó rápidamente a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente y dijo: –Mi señor, por favor te suplico que no te vayas en seguida. Si te parece bien, haré traer un poco de agua para que os lavéis los pies, y luego descansad un rato bajo la sombra del árbol. Ya que habéis pasado por donde vive este servidor vuestro, os traeré algo de comer para que repongáis vuestras fuerzas antes de seguir vuestro camino. –Bueno, está bien –contestaron ellos. Abraham entró en su tienda de campaña y dijo a Sara: –¡Date prisa! Toma unos veinte kilos de la mejor harina y haz unos panes. Luego Abraham corrió a donde estaba el ganado, escogió el mejor de los becerros y se lo dio a uno de sus sirvientes, quien lo preparó inmediatamente para la comida. Además del becerro, Abraham les ofreció cuajada y leche, y estuvo atento a servirles mientras ellos comían debajo del árbol. Al terminar de comer, los visitantes preguntaron a Abraham: –¿Dónde está tu esposa Sara? –Allí, en la tienda de campaña –respondió. Entonces uno de ellos dijo: –El año próximo volveré a visitarte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo. Mientras tanto, Sara estaba escuchando toda la conversación a espaldas de Abraham, a la entrada de la tienda. Abraham y Sara ya eran muy ancianos, y Sara había dejado de tener sus periodos de menstruación. Por eso Sara no pudo contener la risa, y pensó: “¿Cómo voy a tener ese gusto, ahora que mi esposo y yo somos tan viejos?”

GÉNESIS 18:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

El SEÑOR se le apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, cuando Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. Abraham alzó la vista, y vio a tres hombres de pie cerca de él. Al verlos, corrió desde la entrada de la tienda a saludarlos. Inclinándose hasta el suelo, dijo: ―Mi señor, si este tu siervo cuenta con tu favor, te ruego que no pases de largo. Haré que os traigan un poco de agua para que os lavéis los pies, y luego podréis descansar bajo el árbol. Ya que habéis pasado por donde está vuestro siervo, dejadme traeros algo de comer para que os sintáis mejor antes de seguir vuestro camino. ―¡Está bien —respondieron ellos—, hazlo así! Abraham fue rápidamente a la tienda donde estaba Sara y le dijo: ―¡Date prisa! Toma unos veinte kilos de harina fina, amásalos y haz unos panes. Después Abraham fue corriendo adonde estaba el ganado, eligió un ternero bueno y tierno, y se lo dio a su sirviente, quien a toda prisa se puso a prepararlo. Luego les sirvió requesón y leche con el ternero que estaba preparado. Mientras comían, Abraham se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol. Entonces ellos le preguntaron: ―¿Dónde está Sara, tu esposa? ―Allí en la tienda —les respondió. ―Dentro de un año volveré a verte —dijo uno de ellos—, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo. Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, a espaldas del que hablaba. Abraham y Sara eran ya bastante ancianos, y Sara ya había dejado de menstruar. Por eso, Sara se rio y pensó: «¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?»