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GÁLATAS 3:19-29

GÁLATAS 3:19-29 La Palabra (versión española) (BLP)

Así las cosas, ¿qué sentido tiene la ley de Moisés? Se añadió con el fin de señalar lo que era pecado hasta el momento en que llegara Cristo, el descendiente prometido. La ley fue promulgada por medio de ángeles y Moisés actuó de intermediario; pero el intermediario está de más cuando solo entra en juego una persona, y Dios es uno solo. La ley de Moisés y las promesas divinas, ¿son, entonces, algo opuesto? ¡De ningún modo! Si se hubiese promulgado una ley capaz de dar vida, en ese caso bastaría con cumplir esa ley para ser justificados. Pero la Escritura presenta al mundo entero dominado por el pecado, precisamente para que se conceda a los creyentes la promesa que Dios les hizo por medio de la fe en Jesucristo. Antes de llegar a la fe éramos prisioneros de la ley, esperando encarcelados que se revelara la fe. Así fue como la ley nos condujo hasta Cristo para que recibiéramos la salvación por medio de la fe. Pero ahora, una vez que la fe ha llegado, ya no estamos bajo el dominio de ningún acompañante. En efecto, todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo habéis sido revestidos. Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. En Cristo Jesús, todos sois uno. Y si sois de Cristo, también sois descendientes de Abrahán y herederos según la promesa.

GÁLATAS 3:19-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Entonces, ¿para qué sirve la ley de Moisés? Fue dada después, para poner de manifiesto la desobediencia de los hombres, hasta que viniera aquella “descendencia” a quien se le había hecho la promesa. La ley fue proclamada por medio de ángeles, y Moisés actuó de intermediario. Pero no hay necesidad de intermediario cuando se trata de una sola persona, y Dios es uno solo. ¿Acaso esto significa que la ley de Moisés está en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera!, porque si la ley pudiera dar vida, entonces uno podría ser hecho justo por medio de la ley. Pero, según dice la Escritura, todos son prisioneros del pecado, para que quienes creen en Jesucristo puedan recibir lo que Dios ha prometido. Antes de venir la fe, la ley nos tenía presos esperando a que la fe fuera dada a conocer. La ley, como el esclavo que vigila a los niños, nos acompañó hasta la venida de Cristo, para que por la fe alcanzásemos la justicia. Pero ahora que ha llegado la fe ya no estamos a cargo de aquel esclavo que era la ley. Porque por la fe en Cristo Jesús sois todos vosotros hijos de Dios, y por el bautismo habéis sido unidos a Cristo y habéis sido revestidos de él. Ya no tiene importancia el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos sois uno solo. Y si sois de Cristo, también sois descendientes de Abraham y herederos de las promesas que Dios le hizo.