Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

ÉXODO 34:4-35

ÉXODO 34:4-35 Reina Valera 2020 (RV2020)

Moisés preparó dos tablas de piedra como las primeras, se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, con las dos tablas de piedra en sus manos. Descendió el Señor en la nube y permaneció allí junto a él; y él proclamó el nombre del Señor. El Señor pasó por delante de él y exclamó: —¡Señor! ¡Señor! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Inmediatamente Moisés se postró en el suelo, y oró al Señor diciendo: —Señor, si de verdad me he ganado tu favor, ven con nosotros, aunque seamos un pueblo testarudo. Perdona nuestra maldad y nuestro pecado, y acéptanos como tu heredad. El Señor le dijo: —Mira, voy a hacer un pacto delante de todo tu pueblo. Haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual tú estás la obra del Señor, porque yo haré cosas impresionantes contigo. Cumple lo que yo te mando hoy. Yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los habitantes de la tierra donde has de entrar, para que no sean una trampa en medio de ti. Derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas y destruiréis sus imágenes de Asera. No te inclinarás ante ningún otro dios pues, yo el Señor, que llevo por nombre Celoso, soy un Dios celoso. Por tanto, no harás alianza con los habitantes de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan al seguir a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten y comas de sus sacrificios; o que tomen de sus hijas para tus hijos, y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan también tras los dioses de ellas. No te harás dioses de fundición. La fiesta de los Panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib, porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Todo primogénito me pertenece; lo mismo que toda primera cría de tu ganado, sea de vaca o de oveja, siempre y cuando sea macho. Pero redimirás con un cordero al primogénito del asno; y si no lo redimes, lo desnucarás. Redimirás todo primogénito de tus hijos, y nadie se presentará ante mí con las manos vacías. Seis días trabajarás, pero en el séptimo día descansarás; aun en tiempo de siembra y de cosecha, descansarás. También celebrarás la fiesta de las Semanas, la de las primicias de la cosecha del trigo y la fiesta de la cosecha al iniciarse el año. Tres veces al año se presentarán todos tus hombres delante del Señor, Dios de Israel. Yo arrojaré de tu presencia a las naciones y ensancharé tu territorio. Nadie codiciará tu tierra cuando subas tres veces al año a presentarte delante del Señor, tu Dios. No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la Pascua. Llevarás las primicias de los primeros frutos de tu tierra a la casa del Señor, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. El Señor dijo a Moisés: —Pon estas palabras por escrito, porque el pacto que he hecho contigo y con Israel tiene como base estas palabras. Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan ni bebió agua. Y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Después descendió Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en sus manos. Al descender del monte, la piel de su rostro resplandecía por haber estado hablando con Dios, pero Moisés no lo sabía. Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y al ver que la piel de su rostro resplandecía, tuvieron miedo de acercarse a él. Entonces Moisés los llamó; Aarón y todos los príncipes de la congregación se acercaron a él, y Moisés les habló. Luego se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que el Señor le había dicho en el monte Sinaí. Cuando acabó Moisés de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Cuando Moisés iba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía. Al salir, comunicaba a los hijos de Israel lo que le era mandado. Al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro resplandecía, y entonces Moisés volvía a ponerse el velo sobre el rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.

Compartir
Lee ÉXODO 34

ÉXODO 34:4-35 La Palabra (versión española) (BLP)

Moisés talló dos tablas de piedra iguales a las primeras. Se levantó muy temprano y subió al monte Sinaí portando las dos tablas de piedra, tal como el Señor se lo había ordenado. Entonces el Señor descendió en una nube, y se quedó allí, al lado de Moisés, el cual pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó delante de él proclamando: —¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios compasivo y benévolo, lento en airarse y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la desobediencia, la rebeldía y los pecados, aunque no los deja impunes, sino que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos, en los biznietos y en los tataranietos! Inmediatamente Moisés se postró en el suelo y lo adoró diciendo: —Señor, si de verdad gozo de tu favor, ven con nosotros, aunque seamos un pueblo testarudo. Perdónanos nuestras desobediencias y pecados, y acéptanos como propiedad tuya. El Señor le respondió: —Mira, voy a sellar una alianza. A la vista de todo el pueblo realizaré maravillas como no se han hecho en ningún país ni en ninguna nación. El pueblo que está contigo verá la obra del Señor, porque yo haré cosas impresionantes contigo. Cumple lo que te ordeno hoy y expulsaré de tu presencia a amorreos, cananeos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos. Guárdate mucho de pactar con los habitantes del país donde vas a entrar porque serían una trampa para ti. Al contrario, derribad sus altares, destruid sus piedras votivas y talad sus árboles sagrados. No adores a dioses extranjeros porque yo, el Señor, llevo el nombre de «Celoso» y soy un Dios celoso. No hagas ninguna alianza con los habitantes de aquel país, no sea que cuando ellos rindan culto a sus dioses y les ofrezcan sacrificios, te inviten también a ti y tengas que comer de las víctimas sacrificadas. No tomes a sus hijas como esposas para tus hijos, pues puede que cuando ellas rindan culto a sus dioses, induzcan también a vuestros hijos a rendir culto a esos mismos dioses. No te fabriques dioses de metal fundido. Observa la fiesta de los Panes sin levadura: durante siete días y según te mandé, comerás panes sin levadura en la fecha señalada del mes de Abib, porque en ese mes saliste de Egipto. Todos los primogénitos me pertenecen, incluidas las primeras crías de tu ganado tanto vacuno como ovino, siempre que sean machos. Puedes rescatar a la primera cría del asno sustituyéndola por un cordero, pero si no la rescatas, tendrás que desnucarla. A tus hijos primogénitos los rescatarás. Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. Durante seis días trabajarás y el séptimo descansarás, incluso en tiempo de siembra o siega. Celebra la fiesta de las Semanas, al comienzo de la siega del trigo; y también la fiesta de la Recolección, al final del año agrícola. Tres veces al año se presentarán todos los varones ante el Señor, Dios de Israel. Cuando yo haya alejado de ti a las demás naciones y haya ampliado tus fronteras, nadie intentará invadir tu territorio aprovechando que subes tres veces al año a presentarte ante el Señor tu Dios. No ofrezcas nada fermentado junto con la sangre de la víctima sacrificada en mi honor, ni conserves para el día siguiente lo que sobre del animal sacrificado en la Pascua. Lleva a la casa del Señor tu Dios las primicias de los frutos de tu tierra. No cuezas el cabrito en la leche de su madre. Después el Señor ordenó a Moisés: —Pon por escrito todos estos mandatos, porque ellos son las cláusulas de la alianza que yo sello contigo y con los israelitas. Y allí permaneció Moisés con el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las cláusulas de la alianza, es decir, las Diez Palabras. Al bajar Moisés del monte Sinaí, traía consigo las dos tablas del testimonio y no se dio cuenta de que su rostro irradiaba luminosidad porque había hablado con el Señor. Aarón y los israelitas, al ver el rostro radiante de Moisés, temieron acercarse a él. Pero Moisés los llamó y, cuando Aarón y los jefes de la comunidad se le acercaron, conversó con ellos. Se acercaron después a él todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Cuando terminó de hablar con ellos, se cubrió la cara con un velo. Cada vez que Moisés se presentaba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo y permanecía así hasta que salía y comunicaba a los israelitas las órdenes que había recibido del Señor. Los israelitas contemplaban cómo el rostro de Moisés irradiaba luminosidad; luego Moisés volvía a ponerse el velo en el rostro y se lo dejaba puesto hasta que entraba de nuevo a hablar con el Señor.

Compartir
Lee ÉXODO 34

ÉXODO 34:4-35 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras. Al día siguiente, muy temprano, tomó las dos tablas de piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo había ordenado. Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre. Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: –¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor, y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos. Rápidamente Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y adoró al Señor diciendo: –¡Señor! ¡Señor!, si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo. El Señor dijo: “Prestad atención: yo hago ahora un pacto ante todo tu pueblo. Voy a hacer cosas maravillosas que no han sido hechas en ninguna otra nación de la tierra, y toda la gente entre la que vosotros os encontráis verá lo que el Señor puede hacer, pues será maravilloso lo que yo haré con vosotros. “Cumplid lo que os he ordenado hoy, y yo arrojaré de vuestra presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. “No hagáis pacto alguno con los que viven en el país en el que vais a entrar, para que no os hagan caer en sus redes. Al contrario, derribad sus altares y destrozad por completo sus piedras y troncos sagrados. “No adoréis a ningún otro dios, porque el Señor es celoso. Su nombre es Dios celoso. “No hagáis pacto alguno con los que viven en esa tierra, no sea que cuando ellos se rebajen a adorar a sus dioses y les presenten ofrendas, os inviten a vosotros, y vosotros comáis también de ellas; o que casen a sus hijas con vuestros hijos, y cuando ellas cometan inmoralidades adorando a sus dioses, hagan que vuestros hijos también se rebajen a adorarlos. “Jamás os hagáis ídolos de metal fundido. “Celebrad la fiesta del pan sin levadura y, de acuerdo con lo que os he ordenado, comed pan sin levadura durante siete días. La fecha señalada es el mes de Abib, porque en ese mes salisteis de Egipto. “Todo primer hijo que tengáis será para mí, lo mismo que toda primera cría de vuestros vacas, ovejas y cabras, si la cría es macho. En el caso de la primera cría de una asna, daréis un cordero o un cabrito en lugar del asno; y si no lo dais, le romperéis el cuello al asno. También daréis una ofrenda en lugar de cada primogénito vuestro. Y nadie vendrá a verme si no trae alguna cosa. “Trabajad durante seis días, pero el día séptimo debéis descansar, aun en tiempo de siembra o de cosecha. “Celebrad la fiesta de las Semanas, la de los primeros frutos de la cosecha de trigo y la de la cosecha de fin del año. “Todos los hombres se presentarán tres veces al año ante el Señor, el Dios de Israel. Yo arrojaré de vuestra presencia a las demás naciones y ensancharé vuestro territorio. Así nadie tratará de adueñarse de vuestra tierra mientras vosotros vais a presentaros ante el Señor vuestro Dios tres veces al año. “En los sacrificios de animales no ofrezcáis juntos la sangre y el pan con levadura, ni guardéis para el día siguiente lo que sobre del animal sacrificado en la Pascua. “Debéis llevar los mejores primeros frutos de vuestra tierra al templo del Señor vuestro Dios. “No cocinéis el cabrito en la leche de su madre.” El Señor dijo a Moisés: “Escribe estas palabras, porque ellas son la base del pacto que yo hago contigo y con los israelitas.” Moisés se quedó allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras del pacto, es decir, los diez mandamientos. Después bajó Moisés del monte Sinaí llevando las dos tablas de la ley; pero al bajar del monte no se dio cuenta de que su cara resplandecía por haber hablado con el Señor. Cuando Aarón y todos los israelitas vieron que la cara de Moisés resplandecía, sintieron miedo y no se acercaban a él. Pero Moisés los llamó, y cuando Aarón y todos los jefes de la comunidad volvieron a donde estaba Moisés, él habló con ellos. Poco después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les dio todas las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Cuando acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre la cara. Cuando Moisés se presentaba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo y se quedaba así hasta que salía. Entonces comunicaba a los israelitas las órdenes que había recibido del Señor. Los israelitas veían que la cara de Moisés resplandecía, y él volvía a ponerse el velo sobre la cara y se lo dejaba puesto hasta que entraba a hablar de nuevo con el Señor.

Compartir
Lee ÉXODO 34

ÉXODO 34:4-35 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y muy de mañana subió con ellas al monte Sinaí, como se lo había ordenado el SEÑOR. El SEÑOR descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó: ―El SEÑOR, el SEÑOR, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor de la siguiente manera: ―Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que este es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia. ―Mira el pacto que hago contigo —respondió el SEÑOR—. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el SEÑOR, haré por ti. Por lo que a ti corresponde, cumple con lo que hoy te mando. Echaré de tu presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. No adores a otros dioses, porque el SEÑOR es muy celoso. Su nombre es Dios celoso. »No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses y, cuando les ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo. »No te hagas ídolos de metal fundido. »Celebra la fiesta de los Panes sin levadura, y come de ese pan durante siete días, como te lo he ordenado. Celebra esa fiesta en el mes de aviv , que es la fecha señalada, pues en ese mes saliste de Egipto. »Todo hijo primogénito me pertenece, incluyendo las primeras crías de tus vacas y de tus ovejas. Deberás rescatar a todos tus primogénitos. Al asno primogénito podrás rescatarlo a cambio de un cordero; pero, si no lo rescatas, tendrás que romperle el cuello. »Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. »Trabaja durante seis días, pero descansa el séptimo. Ese día deberás descansar, incluso en el tiempo de arar y cosechar. »Celebra con las primicias la fiesta de las Semanas, y también la fiesta de la cosecha de fin de año. »Todos tus varones deberán presentarse ante mí, su SEÑOR y Dios, el Dios de Israel, tres veces al año. Entonces yo echaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tu territorio y nadie codiciará tu tierra. »Cuando me ofrezcas un animal, no mezcles con levadura su sangre. »Del animal que se ofrece en la fiesta de la Pascua no debe quedar nada para el día siguiente. »Lleva tus mejores primicias a la casa del SEÑOR tu Dios. »No cuezas ningún cabrito en la leche de su madre». El SEÑOR le dijo a Moisés: ―Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel. Y Moisés se quedó en el monte, con el SEÑOR, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos. Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el SEÑOR, de su rostro salía un haz de luz. Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele; pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes, y ellos regresaron para hablar con él. Luego se le acercaron todos los israelitas, y Moisés les ordenó acatar todo lo que el SEÑOR le había dicho en el monte Sinaí. En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del SEÑOR para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el SEÑOR.

Compartir
Lee ÉXODO 34