ÉXODO 13:11-22
ÉXODO 13:11-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando el Señor te haya llevado a la tierra del cananeo, como lo ha jurado a ti y a tus padres, y cuando te la haya dado, dedicarás al Señor a todo aquel que abre la matriz. Asimismo, todo primer nacido de tus animales, si es macho, será del Señor. Pero todo primogénito de asno lo redimirás con un cordero; y si no lo redimes, quebrarás su cuello. También redimirás al primogénito de tus hijos. Y cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: «¿Qué es esto?», le dirás: «El Señor nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de esclavitud; y cuando se endureció Faraón para no dejarnos ir, el Señor hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia. Por esta causa yo sacrifico para el Señor todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos. Te será, pues, como una señal en la mano y como un memorial delante de tus ojos, por cuanto el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte». Cuando Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, pues dijo Dios: «Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y regrese a Egipto». Por eso hizo Dios que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto del mar Rojo. Los hijos de Israel salieron de Egipto armados. Moisés tomó también consigo los huesos de José, el cual había hecho jurar a los hijos de Israel y les había dicho: «Dios ciertamente os visitará, y entonces os llevaréis mis huesos de aquí con vosotros». Partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche. Nunca se apartó del pueblo la columna de nube durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.
ÉXODO 13:11-22 La Palabra (versión española) (BLP)
Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos y tomes posesión de ella, como te prometió a ti y a tus antepasados, entonces consagrarás al Señor todos los primogénitos. También las primeras crías de tu ganado, si son machos, pertenecen al Señor. Pero puedes rescatar la primera cría del asno, sustituyéndola por un cordero; si no la rescatas, deberás desnucarla. Estás obligado a presentar ofrenda por cada primogénito humano, para rescatarlo. Y cuando tu hijo te pregunte el día de mañana: «¿Qué significa esto?», le responderás: «El Señor, con su gran poder, nos sacó de Egipto donde vivíamos como esclavos. Y como el faraón se volvió intransigente y no nos dejaba salir, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo personas que animales. Por eso le sacrifico al Señor los primogénitos del ganado, si son machos, y rescato los primogénitos de mis hijos. Este rito te servirá como una marca que pones sobre tu mano o como un signo en la frente para recordar que fue el Señor, con su gran poder, el que nos sacó de Egipto». Una vez que el faraón dejó marchar al pueblo, Dios no los condujo por la ruta de los filisteos, aunque era el camino más corto, pues se dijo: «Si esta gente es atacada y tiene que luchar, se acobardará y regresará a Egipto». Por eso Dios hizo que el pueblo diera un rodeo por el camino del desierto hacia el mar de las Cañas. Los israelitas salieron de Egipto bien aprovisionados. Moisés llevó consigo los restos de José, pues este se lo había hecho prometer a los israelitas. Les había dicho: «Sin duda, Dios vendrá a socorreros, y cuando eso ocurra, os llevaréis de aquí mis restos». Partieron de Sucot y acamparon en Etán, donde comienza el desierto. El Señor caminaba delante de ellos: durante el día en una columna de nube para señalarles el camino; y por la noche, en una columna de fuego para alumbrarlos; así podían caminar de día y de noche. Nunca se apartaban del pueblo las columnas: la de nube durante el día, y la de fuego durante la noche.
ÉXODO 13:11-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“Cuando el Señor os haya llevado al país de los cananeos, es decir, cuando os entregue el país, según la promesa que os hizo a vosotros y a vuestros antepasados, tendréis que dedicarle todos vuestros primeros hijos varones y todos los primeros machos que les nazcan a vuestros animales, porque pertenecen al Señor. En el caso de la primera cría de una asna, daréis un cordero o un cabrito como rescate por el asno, pero si no dais el cordero, entonces le romperéis el cuello al asno. También daréis una ofrenda como rescate por cada primogénito vuestro, y cuando el día de mañana vuestros hijos os pregunten: ‘¿Qué quiere decir esto?’, les responderéis: ‘El Señor nos sacó con gran poder de Egipto, donde vivíamos como esclavos. Cuando el faraón se puso terco en no dejarnos salir, el Señor hirió de muerte al primogénito de cada familia egipcia y a todas las primeras crías de sus animales; por eso ofrecemos al Señor todos los machos que nacen primero, y damos una ofrenda como rescate por nuestro primogénito. Por lo tanto, como si llevarais una marca en el brazo o en la frente, esta ceremonia os hará recordar que el Señor nos sacó de Egipto con gran poder.’ ” Cuando el faraón dejó salir al pueblo israelita, Dios no los llevó por el camino que va al país de los filisteos, que era el más directo, pues pensó que los israelitas no querrían pelear cuando tuvieran que hacerlo, y que preferirían regresar a Egipto. Por eso les hizo dar un rodeo por el camino del desierto que lleva al mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto formados como un ejército. Moisés se llevó consigo los restos de José, pues José había hecho que los hijos de Israel le prometieran hacerlo así. Les había dicho: “En verdad, Dios vendrá a ayudaros; y cuando esto suceda, os llevaréis mis restos de aquí.” Los israelitas salieron de Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto. De día, el Señor los acompañaba en una columna de nube, para señalarles el camino; y de noche, en una columna de fuego, para alumbrarlos. Así pudieron viajar día y noche. La columna de nube siempre iba delante de ellos durante el día, y la columna de fuego durante la noche.
ÉXODO 13:11-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Una vez que el SEÑOR os haga entrar en la tierra de los cananeos y os la haya dado, conforme al juramento que os hizo a vosotros y a vuestros antepasados, le dedicaréis al SEÑOR el primogénito de todo vientre, y todo primer macho de vuestro ganado, pues estos le pertenecen al SEÑOR. El primogénito de una asna podrá ser rescatado a cambio de un cordero; pero, si no se rescata, se le quebrará el cuello. Todos vuestros primogénitos y los de vuestros descendientes deberán ser rescatados. »El día de mañana, cuando vuestros hijos os pregunten: “¿Y esto qué significa?”, les diréis: “El SEÑOR, desplegando su poder, nos sacó de Egipto, país donde fuimos esclavos. Cuando el faraón se empeñó en no dejarnos ir, el SEÑOR les quitó la vida a todos los primogénitos de Egipto, tanto de hombres como de animales. Por eso le ofrecemos al SEÑOR en sacrificio el primer macho que nace, y rescatamos a nuestros primogénitos”. Esto será para vosotros como una marca distintiva en la mano o en la frente, de que el SEÑOR nos sacó de Egipto desplegando su poder». Cuando el faraón dejó salir a los israelitas, Dios no los llevó por el camino que atraviesa la tierra de los filisteos, que era el más corto, pues pensó: «Si se les presentara batalla, podrían cambiar de idea y regresar a Egipto». Por eso les hizo dar un rodeo por el camino del desierto, en dirección al Mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto en formación de combate. Moisés se llevó consigo los restos de José, según este se lo había pedido a los israelitas bajo juramento. Estas habían sido las palabras de José: «Podéis contar con que Dios vendrá en vuestra ayuda. Cuando eso suceda, llevaos de aquí mis restos». Los israelitas partieron de Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto. De día, el SEÑOR iba al frente de ellos en una columna de nube para indicarles el camino; de noche, los alumbraba con una columna de fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche. Jamás la columna de nube dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche.