EFESIOS 4:1-32
EFESIOS 4:1-32 Reina Valera 2020 (RV2020)
Yo, pues, que estoy preso por causa del Señor, os ruego que os comportéis como es digno del llamamiento que habéis recibido. Sed humildes y amables; sed tolerantes y soportaos unos a otros con amor. Procurad mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un cuerpo y un Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la cual fuisteis llamados, según la vocación que habéis recibido. Hay un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, actúa por medio de todos y está en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres . Y eso de que «subió», ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? El que descendió es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los creyentes para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Así ya no seremos niños fluctuantes, arrastrados para todos lados por todo viento de doctrina y por aquellos que para engañar emplean con astucia las artimañas del error. Más bien, al seguir la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien articulado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la función propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. Así que esto os digo y os pido en el Señor: que ya no viváis como los gentiles, que viven de acuerdo a su mente vacía, con el entendimiento entenebrecido, ajenos a la vida de Dios por su ignorancia y por la dureza de su corazón. Estos, después de haber perdido toda sensibilidad, se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de inmoralidad. Pero esto no es lo que habéis aprendido de Cristo, si en verdad lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos de la vieja naturaleza, que está corrompida por los deseos engañosos, renovad espiritualmente vuestra mente, y revestíos de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por eso, desechad la mentira, hablad la verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. Si os enojáis, no pequéis; no permitáis que se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que robaba, no robe más, sino trabaje y haga con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra obscena salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, para beneficio de los oyentes. Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, calumnias y toda malicia. Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, y perdonaos unos a otros, como Dios también os perdonó en Cristo.
EFESIOS 4:1-32 La Palabra (versión española) (BLP)
Así pues, yo, prisionero por amor al Señor, os exhorto a que llevéis una vida en consonancia con el llamamiento que habéis recibido. Sed humildes, amables, comprensivos. Soportaos unos a otros con amor. No ahorréis esfuerzos para consolidar, con ataduras de paz, la unidad, que es fruto del Espíritu. Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. Solo hay un Señor, solo una fe, solo un bautismo. Solo un Dios, que es Padre de todos, que todo lo domina, por medio de todos actúa y en todos vive. Cada uno de nosotros ha recibido el don en la medida en que Cristo ha tenido a bien otorgárnoslo. Por eso dice la Escritura: Al subir a lo alto, llevó consigo prisioneros y repartió dones a los seres humanos . Si «subió», como dice, ¿no supone que previamente había bajado a lo profundo de la tierra? El mismo que bajó es el que ha subido a lo más alto de los cielos a fin de llenar con su presencia el universo. Él es quien a unos ha hecho apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros. Capacita así a los creyentes para que desempeñen su ministerio y construyan el cuerpo de Cristo hasta que todos alcancemos la unidad propia de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios; hasta que seamos personas cabales; hasta que alcancemos, en madurez y plenitud, la talla de Cristo. Dejemos, pues, de ser niños zarandeados por las olas y arrastrados a la deriva por cualquier doctrina seductora, a merced de esa gente maestra en las artimañas del error. Vivamos, en cambio, con autenticidad en el amor y esforcémonos por crecer en todo, puesta la mira en aquel que es la cabeza: Cristo. Él es quien hace que el cuerpo entero, bien ensamblado y unido mediante el conjunto de ligamentos que lo alimentan según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo como tal cuerpo de modo que se construya a sí mismo en el amor. Esto es, pues, lo que os digo y os recomiendo en nombre del Señor: ¡No os comportéis más como los paganos, dejándoos llevar por sus criterios sin consistencia! Ellos tienen la inteligencia embotada y viven lejos de Dios, por cuanto son ignorantes y duros de corazón. Han perdido el sentido del bien y se han entregado al vicio y a toda suerte de impureza y de avaricia. ¡Pero no es eso lo que vosotros habéis aprendido sobre Cristo! Porque sin duda os han hablado de él y, en conformidad con la auténtica doctrina de Jesús, se os ha enseñado como cristianos a renunciar a la antigua conducta, a la vieja condición humana corrompida por la seducción del placer. Así que dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente y revestíos de la nueva criatura, creada a imagen de Dios en orden a una vida verdaderamente recta y santa. Así que desterrad la mentira y que cada uno sea sincero con su prójimo ya que somos miembros los unos de los otros. Si alguna vez os enojáis, que vuestro enojo no llegue hasta el punto de pecar, ni que os dure más allá de la puesta del sol. Y no deis al diablo oportunidad alguna. Si alguno robaba, no robe más, sino que se esfuerce trabajando honradamente con sus propias manos para que pueda ayudar al que está necesitado. No empleéis palabras groseras; usad un lenguaje útil, constructivo y oportuno, capaz de hacer el bien a los que os escuchan. No causéis tristeza al Espíritu Santo de Dios, que es en vosotros como un sello que os distinguirá en el día de la liberación. Nada de acritud, rencor, ira, voces destempladas, injurias o cualquier otra suerte de maldad; desterrad todo eso. Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
EFESIOS 4:1-32 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Por esto, yo, preso por la causa del Señor, os ruego que os portéis como deben hacerlo quienes han sido llamados por Dios, como lo fuisteis vosotros. Sed humildes y amables; tened paciencia y soportaos unos a otros con amor. Procurad manteneros siempre unidos, con la ayuda del Espíritu Santo y por medio de la paz que ya os une. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como una sola es la esperanza a la que Dios os ha llamado. Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo; hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. Pero cada uno de nosotros hemos recibido los dones que Cristo nos ha querido dar. Por eso, la Escritura dice: “Subió al cielo llevando consigo a los cautivos, y dio dones a los hombres.” ¿Y qué quiere decir eso de que “subió”? Pues quiere decir que primero bajó a lo más profundo de la tierra. El que bajó es el mismo que también subió a lo más alto del cielo para llenarlo todo con su presencia. Y él mismo concedió a unos ser apóstoles, y a otros, profetas; a otros anunciar el evangelio, y a otros ser pastores y maestros. Así preparó a los suyos para un acto de servicio, para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios. De ese modo alcanzaremos la edad y el desarrollo que corresponden a la plena madurez de Cristo. Ya no seremos como niños, que cambian fácilmente de parecer y son arrastrados por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados. Antes bien, diciendo la verdad con amor debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo. Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo el cuerpo va creciendo y edificándose en amor. Así pues, en el nombre del Señor os digo y encargo que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos y tienen oscurecido el entendimiento. No gozan de la vida que procede de Dios, porque son ignorantes a causa de lo insensible de su corazón. Se han endurecido y se han entregado al vicio, cometiendo sin freno toda clase de acciones impuras. Pero vosotros no conocisteis a Cristo para vivir de ese modo, si es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad. Por lo tanto no mintáis más, sino que cada uno sea veraz cuando hable con su prójimo, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. Si os enojáis, no pequéis: procurad que el enojo no os dure todo el día. No deis oportunidad al diablo. El que robaba, deje de robar y póngase a trabajar, realizando un buen trabajo con sus manos para que tenga algo que compartir con los necesitados. No digáis palabras groseras, sino solo palabras buenas y oportunas que ayuden a crecer y traigan bendición a quienes las escuchen. No hagáis entristecer al Espíritu Santo de Dios, con el que habéis sido sellados para distinguiros como propiedad de Dios el día de vuestra liberación definitiva. Echad fuera de vosotros la amargura, las pasiones, el enojo, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
EFESIOS 4:1-32 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, os ruego que viváis de una manera digna del llamamiento que habéis recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fuisteis llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha dado gracia en la medida en que Cristo ha repartido los dones. Por esto dice: «Cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres». (¿Qué quiere decir eso de que «ascendió», sino que también descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra? El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo). Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro. Así que os digo esto y os insisto en el Señor: no viváis más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. No fue esta la enseñanza que vosotros recibisteis acerca de Cristo, si de veras se os habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él. Con respecto a la vida que antes llevabais, se os enseñó que debíais quitaros el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de vuestra mente; y poneros el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, dejando la mentira, hablad cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. «Si os enojáis, no pequéis». No permitáis que el enojo os dure hasta la puesta del sol, ni deis cabida al diablo. El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. Evitad toda conversación obscena. Por el contrario, que vuestras palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes las escuchan. No agraviéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Abandonad toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente, así como Dios os perdonó en Cristo.