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EFESIOS 2:1-11

EFESIOS 2:1-11 La Palabra (versión española) (BLP)

Tiempo hubo en que vuestras culpas y pecados os mantenían en estado de muerte. Era el tiempo en que seguíais los torcidos caminos de este mundo y las directrices del que está al frente de las fuerzas invisibles del mal, de ese espíritu que al presente actúa con eficacia entre quienes se hallan en rebeldía contra Dios. Así vivíamos también todos nosotros en el pasado: sometidos a nuestras desordenadas apetencias humanas, obedientes a esos desordenados impulsos del instinto y de la imaginación, y destinados por nuestra condición a experimentar, como los demás, la ira de Dios. Pero la piedad de Dios es grande, e inmenso su amor hacia nosotros. Por eso, aunque estábamos muertos en razón de nuestras culpas, nos hizo revivir junto con Cristo —¡la salvación es pura generosidad de Dios!—, nos resucitó y nos sentó con Cristo Jesús en el cielo. Desplegó así, ante los siglos venideros, toda la impresionante riqueza de su gracia, hecha bondad para nosotros en Cristo Jesús. En efecto, habéis sido salvados gratuitamente mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de vosotros; es un don de Dios. No es, pues, cuestión de obras humanas, para que nadie pueda presumir. Lo que somos, a Dios se lo debemos. Él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para que hagamos el bien que Dios mismo nos señaló de antemano como norma de conducta. Recordad, pues, que vosotros, paganos en otro tiempo por nacimiento y considerados incircuncisos por los llamados circuncisos —esos que llevan en su cuerpo una marca hecha por manos humanas—

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EFESIOS 2:1-11 Reina Valera 2020 (RV2020)

Vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Era otro tiempo en el que vivíais siguiendo la corriente de este mundo, y conforme al príncipe del poder del aire, que es el espíritu que ahora opera en los incrédulos. Entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, y seguíamos los deseos de nuestra naturaleza humana, y hacíamos lo que nuestra naturaleza y nuestros pensamientos nos llevaban a hacer. Éramos por naturaleza objetos de ira, como también los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo —es por gracia que sois salvos— y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no procede de vosotros, sino que es don de Dios. No es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie. Nosotros somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las que Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas. Por lo tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, que sois gentiles de nacimiento, erais llamados incircuncisos por los que se llaman de la circuncisión, aquellos que desde su nacimiento han sido físicamente circuncidados.

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EFESIOS 2:1-11 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Vosotros, antes, estabais muertos a causa de las maldades y pecados en que vivíais, pues seguíais el ejemplo de este mundo y hacíais la voluntad de aquel espíritu que domina en el aire y que anima a los que desobedecen a Dios. De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, siguiendo nuestros propios deseos y satisfaciendo los caprichos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros pensamientos. A causa de esa naturaleza merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás. Pero Dios es tan misericordioso y nos amó tanto, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios habéis recibido la salvación. Dios nos resucitó juntamente con Cristo Jesús y nos hizo sentar con él en el cielo. Hizo esto para mostrar en los tiempos futuros el gran amor que nos profesa y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues por la bondad de Dios habéis recibido la salvación por medio de la fe. No es esto algo que vosotros mismos hayáis conseguido, sino que os lo ha dado Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede jactarse de nada; pues Dios es quien nos ha hecho, quien nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, según lo que había dispuesto de antemano. Así pues, vosotros, que no sois judíos y que sois llamados “incircuncisos” por los judíos –que circuncidan al hombre en el cuerpo y se llaman a sí mismos “circuncidados”–

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