DEUTERONOMIO 15:16-23
DEUTERONOMIO 15:16-23 Reina Valera 2020 (RV2020)
Pero si él te dice: «No te dejaré», porque te ama a ti y a tu casa, y porque le va bien contigo, entonces tomarás una lezna y horadarás su oreja contra la puerta, y será tu esclavo para siempre. Así también harás con tu criada. No te parezca duro cuando lo dejes libre, pues por la mitad del costo de un jornalero te habrá servido seis años. Y el Señor, tu Dios, te bendecirá en todo cuanto hagas. Consagrarás al Señor, tu Dios, todo primogénito macho de tus vacas y de tus ovejas. No te servirás del primogénito de tus vacas ni trasquilarás al primogénito de tus ovejas. Delante del Señor, tu Dios, los comerás cada año, tú y tu familia, en el lugar que el Señor escoja. Pero si tiene algún defecto, si es ciego, o cojo, o tiene cualquier otra falta, no lo sacrificarás al Señor, tu Dios. En tus poblaciones lo comerás; lo mismo el impuro que el limpio lo comerán, como si fuera una gacela o un ciervo. Solo que no comas su sangre; sobre la tierra la derramarás como si fuera agua.
DEUTERONOMIO 15:16-23 La Palabra (versión española) (BLP)
Pero si ese esclavo te dice: «No quiero irme de tu lado», porque se ha encariñado de ti y de tu familia y porque contigo se encuentra a gusto, entonces con un punzón le perforarás el lóbulo de la oreja contra la puerta, y así se convertirá en tu esclavo de por vida. Lo mismo harás si se trata de tu esclava. No te pese dejar en libertad a tu esclavo, porque te sirvió durante seis años por la mitad de lo que habrías pagado a un jornalero; y, además, el Señor tu Dios bendecirá cuanto hagas. Todo primogénito macho que nazca de tus vacas o de tus ovejas lo consagrarás al Señor tu Dios. No utilizarás para trabajar al primogénito de tus vacas, ni esquilarás al primogénito de tus ovejas, sino que cada año, tú y tu familia lo comeréis en presencia del Señor tu Dios, en el lugar que él haya escogido. Pero si el animal tiene algún defecto: es cojo, ciego o tiene cualquier otra falta, no lo presentarás en sacrificio al Señor tu Dios. En tal caso, lo comerás en tu ciudad, igual que si se tratase de gacela o ciervo; y lo podrá comer tanto el puro como el impuro. Pero la sangre no la comerás, la derramarás en tierra, como el agua.
DEUTERONOMIO 15:16-23 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“Pero si tu esclavo dice que no quiere dejarte, porque siente cariño por ti y por tu familia y porque le tratas bien, entonces tomarás un punzón y, arrimándole a la puerta de tu casa, le atravesarás la oreja; de esta manera será esclavo tuyo para siempre. Lo mismo harás si se trata de tu esclava. No te parezca mal dejar en libertad a tus esclavos, pues durante seis años te han servido por la mitad de lo que tú habrías pagado a un jornalero; además, el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas. “Todo primer macho que nazca de tus vacas o de tus ovejas deberás consagrarlo al Señor tu Dios. “No hagas trabajar al primer ternerito de tus vacas ni esquiles al primer corderito de tus ovejas. Cada año los comerás junto con tu familia y delante del Señor tu Dios, en el lugar que él haya escogido. Pero si tiene algún defecto, si es cojo o ciego o tiene cualquier otra falta, no lo presentarás en sacrificio al Señor. Lo comerás en la ciudad donde vivas, y todos podrán comer de él estén o no ritualmente puros, como cuando se come carne de gacela o de ciervo. Pero no comerás su sangre, sino que la derramarás en la tierra como agua.
DEUTERONOMIO 15:16-23 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Pero, si tu esclavo, porque te ama a ti y a tu familia y le va bien contigo, te dice: “No quiero dejarte”, entonces tomarás un punzón y, apoyándole la oreja contra una puerta, le perforarás el lóbulo. Así se convertirá en tu esclavo de por vida. Lo mismo harás con la esclava. No te pese dejar en libertad a tu esclavo, porque sus servicios durante esos seis años te costaron apenas la mitad de lo que le habrías pagado a un jornalero. Así el SEÑOR tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas. »Apartarás para el SEÑOR tu Dios todo primogénito macho de tus manadas y rebaños. No pondrás a trabajar al primogénito de tus bueyes, ni esquilarás al primogénito de tus ovejas. Cada año, tú y tu familia los comeréis en la presencia del SEÑOR tu Dios, en el lugar que él habrá de elegir. Si alguno de esos animales está cojo o ciego, o tiene algún otro defecto grave, no se lo presentarás en sacrificio al SEÑOR tu Dios. En tal caso, podrás comerlo en tu propia ciudad, como si fuera una gacela o un ciervo, estés o no ritualmente puro. Pero no comerás la sangre, sino que la derramarás en la tierra, como si fuera agua.