DEUTERONOMIO 12:1-28
DEUTERONOMIO 12:1-28 Reina Valera 2020 (RV2020)
Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que el Señor, el Dios de tus padres, te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viváis sobre la tierra. Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, sobre los collados y bajo todo árbol frondoso. Derribaréis sus altares, quebraréis sus estatuas, quemaréis sus imágenes de Asera, destruiréis las esculturas de sus dioses y borraréis su nombre de aquel lugar. No haréis así al Señor, vuestro Dios, sino que el lugar que el Señor, vuestro Dios, escoja entre todas vuestras tribus para poner allí su nombre y habitar en él, ese buscaréis, y allá iréis. Allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la ofrenda reservada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; allí comeréis delante del Señor, vuestro Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, de toda obra de vuestras manos en que el Señor, tu Dios, te haya bendecido. No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece, porque hasta el momento no habéis entrado en el lugar de descanso, en la heredad que os da el Señor, vuestro Dios. Pero pasaréis el Jordán y habitaréis en la tierra que el Señor, vuestro Dios, os hace heredar. Él os hará descansar de todos vuestros enemigos de alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que el Señor, vuestro Dios, escoja para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas reservadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hayáis prometido al Señor. Y os alegraréis delante del Señor, vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos, vuestras hijas, vuestros esclavos y vuestras esclavas, así como el levita que habite en vuestras poblaciones, por cuanto no tiene parte ni heredad con vosotros. Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que veas; solo en el lugar que el Señor escoja en una de tus tribus ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando. Con todo, podrás sacrificar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo, según la bendición que el Señor, tu Dios, te haya dado. Tanto el impuro como el limpio la podrán comer, como si fuera una gacela o un ciervo. Solo que no comeréis sangre: sobre la tierra la derramaréis como agua. Tampoco comerás en tus poblaciones el diezmo de tu grano, de tu vino o de tu aceite, ni las primicias de tus vacas ni de tus ovejas, ni los votos que prometas, ni las ofrendas voluntarias, ni ninguna otra ofrenda reservada de tus manos; sino que delante del Señor, tu Dios, las comerás, en el lugar que el Señor, tu Dios, haya escogido, tú, tu hijo, tu hija, tu esclavo, tu esclava y el levita que habita en tus poblaciones. Te alegrarás delante del Señor, tu Dios, de toda la obra de tus manos. Ten cuidado de no desamparar al levita mientras vivas sobre la tierra. Cuando el Señor, tu Dios, ensanche tu territorio, como él te ha dicho, y tú digas: «Comeré carne», porque hayas deseado comerla, siempre que lo desees podrás hacerlo. Si está lejos de ti el lugar que el Señor, tu Dios, escoja para poner allí su nombre, podrás matar de las vacas y de las ovejas que el Señor te haya dado, como te he mandado yo, y comerás en tus ciudades todo lo que desees. Lo mismo que se come la gacela y el ciervo, así las podrás comer; el impuro y el limpio podrán comer también de ellas. Solo que te mantengas firme en no comer sangre, porque la sangre es la vida, y no comerás la vida junto con la carne. No la comerás; en tierra la derramarás como si fuera agua. No comerás de ella, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, cuando hagas lo recto ante los ojos del Señor. Pero las cosas que hayas consagrado y las que ofrezcas como voto, las tomarás y las llevarás al lugar que el Señor haya escogido. Ofrecerás tus holocaustos, la carne y la sangre, sobre el altar del Señor, tu Dios; la sangre de tus sacrificios será derramada sobre el altar del Señor, tu Dios, y podrás comer la carne. Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que al hacer lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor, tu Dios, te vaya bien, a ti y a tus hijos después de ti, para siempre.
DEUTERONOMIO 12:1-28 La Palabra (versión española) (BLP)
Estas son las normas y preceptos que debéis cumplir cuidadosamente todos los días de vuestra vida, en la tierra que el Señor, el Dios de tus antepasados, os da en posesión. Destruid completamente todos los lugares en los que las naciones que vais a conquistar han dado culto a sus dioses, sea en lo alto de los montes, en las colinas y bajo cualquier árbol frondoso. Derribad sus altares, haced pedazos sus piedras votivas, quemad sus árboles sagrados, derribad las imágenes de sus dioses y haced desaparecer su recuerdo de esos lugares. Con el Señor vuestro Dios obraréis de modo diferente. Tan solo iréis a buscar al Señor vuestro Dios al lugar que él escoja de entre todas vuestras tribus para convertirlo en su morada y hacer que allí resida su nombre. Allí llevaréis vuestros holocaustos y sacrificios, vuestros diezmos y contribuciones, vuestras ofrendas votivas y voluntarias, y también las primeras crías de tus vacas y ovejas. Allí, en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros y vuestras familias comeréis y haréis fiesta por los frutos de vuestro trabajo con que el Señor tu Dios te haya bendecido. Allí no haréis lo que ahora hacemos aquí, donde cada uno hace lo que mejor le parece, porque todavía no habéis llegado al lugar de descanso, a la herencia que el Señor tu Dios te da. Pero una vez que hayáis cruzado el Jordán y viváis en la tierra que el Señor vuestro Dios os da en herencia, él os mantendrá a salvo de los enemigos que os rodean, y viviréis tranquilos. Y al llegar al lugar que el Señor vuestro Dios escoja como morada de su nombre, llevaréis allí todo lo que os he ordenado: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y vuestras contribuciones, junto con las ofrendas más selectas de vuestras posesiones que le hayáis prometido al Señor. Y haréis fiesta en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos e hijas, vuestros siervos y siervas, y también el levita que vive en vuestras ciudades, ya que él no recibió parte o herencia con vosotros. Ten cuidado de no ofrecer sacrificios allá donde te apetezca. Tus holocaustos los ofrecerás únicamente en el lugar escogido por el Señor en una de las tribus. Solo allí harás todo lo que yo te ordeno. Sin embargo, eres libre de matar animales y comer carne en cualquiera de tus ciudades, en la medida de los bienes que el Señor tu Dios te haya dado. Podrán comerla el puro y el impuro, como si se tratase de gacela o ciervo. Pero no comeréis la sangre, sino que la derramarás en la tierra, como el agua. No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, ni las primeras crías de tus vacas y de tus ovejas, ni lo que hayas prometido con voto, ni tus ofrendas voluntarias ni tus contribuciones, sino que lo comerás en presencia del Señor tu Dios, en el lugar que él escoja. Así también lo harán tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Te regocijarás ante el Señor tu Dios por el fruto de tu trabajo. Ten cuidado de no desamparar jamás al levita mientras vivas en tu tierra. Cuando el Señor tu Dios ensanche tu territorio, como te ha prometido, si sientes deseos de comer carne, podrás comerla siempre que te apetezca. Si el lugar que el Señor tu Dios escogió como morada de su nombre queda demasiado lejos de donde tú resides, podrás matar tanto vacas como ovejas de las que te dé el Señor, y comer en tu ciudad toda la carne que te apetezca. Pero hazlo tal como él te ha prescrito. Lo mismo que se come la carne de gacela o ciervo, así la comerás. Podrá comerla tanto el puro como el impuro. Pero de ninguna manera comas la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida al comer la carne. No comerás, pues, la sangre sino que debes derramarla en tierra como el agua. Si lo haces así, seréis dichosos tú y tus hijos después de ti, porque habréis actuado del modo que agrada al Señor. Al lugar que el Señor haya escogido, llevarás solo las cosas que hayas consagrado y las que ofrezcas como voto. Allí ofrecerás tus holocaustos: la carne y la sangre, sobre el altar del Señor tu Dios. Comerás la carne, pero la sangre la derramarás sobre el altar del Señor tu Dios. Cumple escrupulosamente todo esto que te mando y haz aquello que agrada y place al Señor tu Dios. Así seréis dichosos para siempre tú y tus hijos después de ti.
DEUTERONOMIO 12:1-28 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“Estas son las leyes y los decretos que durante toda vuestra vida deberéis poner en práctica en la tierra que el Señor y Dios de vuestros antepasados os va a dar en posesión. “Destruid por completo todos los lugares donde los pueblos que vais a conquistar adoran a sus dioses: en los montes, en las colinas y bajo los árboles frondosos. Derribad sus altares, haced pedazos las piedras y quemad los troncos a los que rinden culto; destruid las imágenes de sus dioses y borrad de aquellos lugares su recuerdo. “Al Señor vuestro Dios no lo adoraréis de esa manera. Entre vuestras tribus, el Señor escogerá un lugar como residencia de su nombre, y a ese lugar podréis ir a adorarle. Allí sacrificaréis y quemaréis animales en su honor, y le llevaréis vuestros diezmos, contribuciones, promesas y ofrendas voluntarias, así como las primeras crías de vuestras vacas y ovejas. Comeréis allí, delante del Señor vuestro Dios, y en compañía de vuestras familias os alegraréis del fruto de vuestro trabajo con que el Señor vuestro Dios os haya bendecido. “Allí no haréis lo que ahora hacemos aquí, donde cada uno hace lo que mejor le parece. Realmente todavía no habéis llegado al lugar tranquilo que el Señor vuestro Dios os va a dar en posesión. Pero una vez que hayáis cruzado el Jordán y viváis en el país que él os va a entregar, y ya estéis libres de todos los enemigos que os rodean, y sin ningún temor, entonces, en el lugar que el Señor vuestro Dios escoja como residencia de su nombre, le ofreceréis todo lo que os he ordenado: animales sacrificados y quemados en su honor, diezmos, contribuciones y todo lo más escogido de las promesas que hayáis hecho al Señor. Y haréis fiesta en presencia del Señor vuestro Dios, junto con vuestros hijos, vuestros siervos y los levitas que vivan entre vosotros, ya que ellos no han recibido entre vosotros ninguna tierra en propiedad. “Cuidaos de no quemar animales al Señor en cualquier lugar que encontréis; únicamente podréis hacerlo en el lugar que el Señor vuestro Dios escoja en una de vuestras tribus. Allí cumpliréis todo lo que os he ordenado. “Sin embargo, podréis matar y comer carne en vuestras poblaciones en cualquier momento, según los bienes que el Señor vuestro Dios os haya dado. La podréis comer todos, estéis o no ritualmente puros, como si fuera carne de gacela o de ciervo. Pero la sangre no la comeréis, sino que la derramaréis en la tierra como agua. “No comeréis dentro de vuestra ciudad el diezmo de vuestro trigo, de vuestro vino o de vuestro aceite, ni las primeras crías de vuestras vacas y ovejas, ni nada de lo que hayáis prometido al Señor, ni de vuestras ofrendas voluntarias. Solo podréis hacerlo delante del Señor vuestro Dios, en el lugar que él escoja; allí, en presencia del Señor vuestro Dios, y en compañía de vuestros hijos, vuestros criados y los levitas que vivan entre vosotros, os alegraréis del fruto de vuestro trabajo. Mientras viváis en el país, no abandonéis jamás a los levitas. “Cuando el Señor vuestro Dios haya ensanchado vuestro territorio, tal como os lo ha prometido, si os apetece comer carne, podréis comerla en cualquier momento. Si el lugar que el Señor vuestro Dios escogió para poner su nombre está lejos de donde vosotros vivís, podréis matar de las vacas y ovejas que el Señor os haya dado y comer todo lo que queráis allí donde habitéis, tal como os lo he ordenado. Igual que si se tratara de carne de gacela o de ciervo, todos podréis comerla, estéis o no ritualmente puros. Pero de ninguna manera comeréis la sangre, porque la sangre es la vida y no debéis comer la vida junto con la carne. Lo que debéis hacer es derramarla en la tierra como agua. No la comáis, y os irá bien a vosotros y a vuestros hijos por hacer lo recto a los ojos del Señor. En cuanto a las cosas que hayáis dedicado como ofrenda y las promesas que hayáis hecho, las presentaréis en el lugar que el Señor escoja, y allí, sobre el altar del Señor vuestro Dios, ofreceréis vuestros holocaustos. La sangre de los animales que ofrezcáis la derramaréis sobre el altar del Señor vuestro Dios, pero la carne podréis comerla. “Escuchad y cumplid todo lo que os he ordenado, para que a vosotros y a vuestros hijos os vaya siempre bien por hacer lo que es agradable y recto a los ojos del Señor vuestro Dios.
DEUTERONOMIO 12:1-28 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Estos son los preceptos y las normas que tendréis cuidado de poner en práctica mientras viváis en la tierra que el SEÑOR y Dios de vuestros antepasados os ha dado en posesión: Destruiréis por completo todos los lugares donde adoran a sus dioses las naciones que vosotros vais a desposeer, es decir, en las montañas, en las colinas y debajo de todo árbol frondoso. »Demoleréis sus altares, haréis pedazos sus piedras sagradas, les prenderéis fuego a sus imágenes de la diosa Aserá, derribaréis sus ídolos y borraréis de esos lugares los nombres de sus dioses. »No haréis lo mismo con el SEÑOR vuestro Dios, sino que iréis y lo buscaréis en el lugar donde, de entre todas vuestras tribus, él decida habitar. Allí llevaréis vosotros vuestros holocaustos, sacrificios, diezmos, contribuciones, promesas, ofrendas voluntarias, y los primogénitos de vuestros ganados y rebaños. Allí, en la presencia del SEÑOR vuestro Dios, vosotros y vuestras familias comeréis y os regocijaréis por los logros de vuestro trabajo, porque el SEÑOR vuestro Dios os habrá bendecido. »Vosotros no haréis allí lo que ahora hacemos aquí, donde cada uno hace lo que mejor le parece, pues todavía no habéis entrado en el reposo ni en la herencia que os da el SEÑOR vuestro Dios. Pero vosotros cruzaréis el río Jordán y viviréis en la tierra que el SEÑOR vuestro Dios os da en herencia; él os librará de vuestros enemigos que os rodean, y viviréis seguros. Y al lugar donde el SEÑOR vuestro Dios decida habitar llevaréis todo lo que os he ordenado: holocaustos, sacrificios, diezmos, contribuciones, y las ofrendas más selectas que le hayáis prometido al SEÑOR. Y os regocijaréis en la presencia del SEÑOR vuestro Dios, junto con vuestros hijos e hijas, con vuestros esclavos y esclavas, y con los levitas que vivan en vuestras ciudades, pues ellos no tendrán ninguna posesión ni herencia. »Cuando ofrezcas holocaustos, cuídate de no hacerlo en el lugar que te plazca. Los ofrecerás solo en el lugar que el SEÑOR elija en una de tus tribus, y allí harás todo lo que yo te ordeno. Sin embargo, siempre que lo desees podrás matar animales y comer su carne en cualquiera de tus ciudades, según el SEÑOR tu Dios te haya bendecido. Podrás comerla, estés o no ritualmente puro, como si se tratara de carne de gacela o de ciervo. Pero no deberás comer la sangre, sino que la derramarás en la tierra como si fuera agua. »No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu vino o de tu aceite, ni los primogénitos de tus ganados y de tus rebaños, ni lo que hayas prometido dar, ni tus ofrendas voluntarias ni tus contribuciones. Disfrutarás de ellos en presencia del SEÑOR tu Dios, en el lugar que él elija. Así también lo harán tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava, y los levitas que vivan en tus ciudades, y te alegrarás ante el SEÑOR tu Dios por los logros de tu trabajo. Cuídate de no abandonar al levita mientras vivas en tu tierra. »Cuando el SEÑOR tu Dios haya extendido tu territorio, según te lo ha prometido, y digas: “¡Cómo quisiera comer carne!”, podrás comer toda la carne que quieras. Si queda demasiado lejos el lugar donde el SEÑOR tu Dios decida habitar, podrás sacrificar animales de tus ganados y rebaños, según mis instrucciones, y comer en tus pueblos todo lo que quieras. Come de su carne como si fuera carne de gacela o de ciervo. Estés o no ritualmente puro, podrás comerla. Pero asegúrate de no comer la sangre, porque la sangre es la vida. No debes comer la vida con la carne. En lugar de comerla, derrámala en la tierra como si fuera agua. No comas la sangre, para que te vaya bien a ti y a tu descendencia, pues estarás haciendo lo recto a los ojos del SEÑOR. »Las cosas que hayas consagrado, y las ofrendas que hayas prometido, prepáralas y llévalas al lugar que el SEÑOR habrá de elegir. Tanto la carne como la sangre de tus holocaustos las ofrecerás sobre el altar del SEÑOR tu Dios. Derramarás la sangre sobre el altar, pero podrás comer la carne. »Ten cuidado de obedecer todos estos mandamientos que yo te he dado, para que siempre te vaya bien, lo mismo que a tu descendencia. Así habrás hecho lo bueno y lo recto a los ojos del SEÑOR tu Dios.