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COLOSENSES 3:1-25

COLOSENSES 3:1-25 La Palabra (versión española) (BLP)

¡Habéis resucitado con Cristo! Orientad, pues, vuestra vida hacia el cielo, donde está Cristo sentado junto a Dios. Poned el corazón en las realidades celestiales y no en las de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vida vuestra, se manifieste, también vosotros apareceréis llenos de gloria junto a él. Destruid lo que hay de mundano en vosotros: la lujuria, la impureza, las pasiones desenfrenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una especie de idolatría. Esto es lo que enciende la ira de Dios sobre quienes se niegan a obedecerlo; es también lo que en otro tiempo constituyó vuestra norma de conducta y de vida. Ahora, en cambio, es preciso que renunciéis a todo eso: a la ira, al rencor, a la malquerencia, la calumnia y la grosería. No andéis engañándoos unos a otros. Despojaos de la vieja y pecadora condición humana y convertíos en nuevas criaturas que van renovándose sin cesar a imagen de su Creador, en busca de un conocimiento cada vez más profundo. Ya no hay fronteras de raza, religión, cultura o condición social, sino que Cristo es todo en todos. Sois elegidos de Dios; él os ha consagrado y os ha otorgado su amor. Sed, pues, profundamente compasivos, benignos, humildes, pacientes y comprensivos. Soportaos mutuamente y, así como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros, cuando alguno tenga quejas contra otro. Y, por encima de todo, practicad el amor, que todo lo vuelve perfecto. Que la paz de Cristo reine en vuestras vidas; a ella os ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Que el mensaje de Cristo os llene con toda su riqueza y sabiduría para que seáis maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido. En fin, cuanto hagáis o digáis, hacedlo todo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Esposas, respetad la autoridad de vuestros maridos; tal es vuestro deber como cristianas. Maridos, amad a vuestras mujeres y nunca las tratéis con aspereza. Vosotros, hijos, obedeced a vuestros padres sin reservas, pues eso es lo que agrada al Señor. Por vuestra parte, padres, educad con tacto a vuestros hijos, para que no se desalienten. Esclavos, acatad en todo momento las órdenes de los amos temporales. No como alguien que se siente vigilado o en plan adulador, sino con la nobleza de los que honran al Señor. Poned el corazón en lo que hagáis, como si lo hicierais para el Señor y no para gente mortal. Sabed que el Señor os dará la herencia eterna como premio y que sois esclavos de Cristo, el Señor. En cuanto al que se comporte mal, Dios le dará su merecido sin favoritismo alguno.

COLOSENSES 3:1-25 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Por lo tanto, ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pensad en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues vosotros habéis muerto, y ahora vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cristo es vuestra vida. Cuando él aparezca, vosotros también apareceréis con él y tendréis parte en su gloria. Haced morir, pues, todo lo que de terrenal hay en vosotros: que nadie cometa inmoralidades sexuales, ni haga cosas impuras, ni siga sus pasiones y malos deseos, ni sea avaro, que es una forma de idolatría. Estas cosas, por las que viene el terrible castigo de Dios sobre quienes no le obedecen, son las que hacíais en vuestra vida pasada. Pero ahora dejad todo eso: el enojo, la pasión, la maldad, los insultos y las palabras indecentes. No os mintáis unos a otros, puesto que ya os habéis librado de vuestra vieja naturaleza y de las cosas que antes hacíais, y os habéis revestido de la nueva naturaleza: la del nuevo hombre, que se va renovando a imagen de Dios, su Creador, para llegar a conocerlo plenamente. Ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre; lo que importa es que Cristo es todo y está en todos. Dios os ama y os ha escogido para que pertenezcáis a su pueblo. Vivid, pues, revestidos de verdadera compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Tened paciencia unos con otros y perdonaos si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Señor os perdonó, perdonad también vosotros. Sobre todo revestíos de amor, que es el perfecto lazo de unión. Y que la paz de Cristo dirija vuestros corazones, porque con este propósito os llamó Dios a formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Que el mensaje de Cristo esté siempre presente en vuestro corazón. Instruíos y animaos unos a otros con toda sabiduría. Con profunda gratitud cantad a Dios salmos, himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hagáis o digáis, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, someteos a vuestros maridos, pues ese es vuestro deber como creyentes en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis con aspereza. Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto agrada al Señor. Padres, no irritéis a vuestros hijos, para que no se desanimen. Esclavos, obedeced en todo a quienes aquí en la tierra son vuestros amos; y no solamente cuando os estén mirando, para quedar bien con ellos, sino con corazón sincero, por temor al Señor. Todo lo que hagáis, hacedlo de buena gana, como si estuvierais sirviendo al Señor y no a los hombres. Ya sabéis que, como recompensa, el Señor os dará parte en la herencia, porque vosotros servís a Cristo, que es vuestro verdadero Señor. Pero quien hace lo malo recibirá el pago del mal que ha hecho, porque Dios juzga con imparcialidad.

COLOSENSES 3:1-25 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentrad vuestra atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues vosotros habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es vuestra vida, se manifieste, entonces también vosotros seréis manifestados con él en gloria. Por tanto, haced morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Vosotros las practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais en ellas. Pero ahora abandonad también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejad de mentiros unos a otros, ahora que os habéis quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y os habéis puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que os toleréis unos a otros y os perdonéis si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor os perdonó, perdonad también vosotros. Por encima de todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Que gobierne en vuestros corazones la paz de Cristo, a la cual fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Que habite en vosotros la palabra de Cristo con toda su riqueza: instruíos y aconsejaos unos a otros con toda sabiduría; cantad salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. Y todo lo que hagáis, de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Esposas, someteos a vuestros esposos, como conviene en el Señor. Esposos, amad a vuestras esposas y no seáis duros con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que se desanimen. Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no solo cuando ellos os estén mirando, como si vosotros quisierais ganaros el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto al Señor. Hagáis lo que hagáis, trabajad de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor os recompensará con la herencia. Vosotros servís a Cristo el Señor. El que hace el mal pagará por su propia maldad, y en esto no hay favoritismos.

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