HECHOS 7:17-35
HECHOS 7:17-35 Reina Valera 2020 (RV2020)
Según se iba aproximando el tiempo en que Dios cumpliría la promesa que había hecho a Abrahán, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto. Pero ocupó el trono de Egipto otro rey que no conoció a José; un rey que con malas artes hacia nuestro linaje y crueldad hostigó a nuestros padres obligándolos a dejar abandonados a sus niños recién nacidos para que no sobrevivieran. En aquellos días nació Moisés, quien fue agradable a los ojos de Dios. Durante tres meses fue criado en casa de su padre. Luego tuvieron que dejarlo abandonado, pero la hija del faraón lo recogió y lo crió como si fuera su propio hijo. Moisés fue instruido en la sabiduría de los egipcios y se hizo respetar tanto por sus palabras como por sus obras. Cuando cumplió la edad de cuarenta años, sintió el deseo de visitar a sus hermanos de raza, los hijos de Israel. Pero al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, salió en su defensa y, para vengar al oprimido, hirió de muerte al egipcio. Él pensaba que sus hermanos comprenderían que Dios iba a liberarlos valiéndose de él, pero ellos no lo entendieron de ese modo. Al día siguiente, Moisés presenció una reyerta entre israelitas e intervino tratando de poner paz entre ellos, diciendo: «¿Cómo es posible que os estéis haciendo daño uno a otro, si sois hermanos?». El agresor le respondió de mala manera: «¿Quién te ha puesto por encargado y juez nuestro? ¿Quieres matarme como mataste ayer al egipcio?». Al oír estas palabras, Moisés huyó y vivió como extranjero en tierra de Madián; y allí tuvo dos hijos. Cuarenta años después, estando en el desierto del monte Sinaí se le apareció un ángel entre las llamas de una zarza que ardía. Moisés se maravilló de la visión y, al aproximarse para observar más de cerca, oyó al Señor, que decía: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Moisés, tembloroso, no se atrevía a mirar. El Señor le dijo: Quítate el calzado de tus pies. El lugar en que estás es tierra santa. Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído su lamento y he descendido para librarlos. Ahora ven, pues, yo te enviaré a Egipto. A este mismo Moisés a quien habían rechazado diciéndole: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez? , fue a quien Dios envió como gobernante y libertador por medio del ángel que se le apareció en la zarza.
HECHOS 7:17-35 La Palabra (versión española) (BLP)
Entre tanto, según se aproximaba el tiempo en que Dios cumpliría la promesa que había hecho a Abrahán, el pueblo iba creciendo y multiplicándose en Egipto. Pero subió al trono de Egipto un nuevo rey que no había conocido a José; un rey que actuó pérfidamente contra nuestra raza y fue cruel con nuestros antepasados, obligándolos a dejar abandonados a sus niños recién nacidos para que no sobrevivieran. En esa época nació Moisés, que era un niño muy hermoso. Durante tres meses fue criado en su casa paterna; luego tuvieron que dejarlo abandonado, pero la hija del faraón lo adoptó y lo crio como si fuera su propio hijo. Así que Moisés recibió una sólida instrucción en todas las disciplinas de la ciencia egipcia, y se hizo respetar tanto por sus palabras como por sus obras. Al cumplir los cuarenta años, decidió Moisés ponerse en contacto con los israelitas, sus hermanos de raza. Al ver entonces que un egipcio maltrataba a uno de ellos, se apresuró a defenderlo y, para vengar al oprimido, mató al egipcio. Se imaginaba que sus hermanos comprenderían que Dios iba a libertarlos valiéndose de él, pero ellos no lo entendieron así. Al día siguiente, quiso intervenir en una reyerta entre israelitas, para apaciguar a los contendientes. Pero al decirles: «¿Cómo estáis peleándoos, si sois hermanos?», el agresor le replicó diciendo: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que quieres matarme también a mí, como hiciste ayer con el egipcio?». Estas palabras hicieron que Moisés huyera y viviera exiliado en Madián, donde llegó a ser padre de dos hijos. Pasaron cuarenta años y, estando Moisés en el desierto del monte Sinaí, se le apareció un ángel en medio de las llamas de una zarza que estaba ardiendo. Moisés se sorprendió al contemplar tal aparición y, al acercarse para observar más de cerca, oyó al Señor, que decía: Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. Temblando de miedo, Moisés ni siquiera se atrevía a mirar. El Señor entonces le dijo: Descálzate, porque el lugar donde estás es tierra santa. He comprobado cómo mi pueblo sufre en Egipto, he escuchado sus lamentos y me dispongo a librarlos. Así que ahora prepárate, pues voy a enviarte a Egipto. De manera que el mismo Moisés al que los israelitas habían rechazado diciéndole: «¿Quién te ha nombrado jefe y juez?», fue el enviado por Dios como jefe y libertador, por medio del ángel que se le apareció en la zarza.
HECHOS 7:17-35 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
“Cuando ya se acercaba el tiempo en que había de cumplirse la promesa hecha por Dios a Abraham, el pueblo de Israel había crecido en Egipto y se había hecho numeroso. Por entonces comenzó a gobernar en Egipto un rey que no había conocido a José. Este rey engañó a nuestro pueblo, maltrató a nuestros antepasados y los obligó a abandonar y dejar morir a sus hijos recién nacidos. En aquel tiempo nació Moisés. Fue un niño que agradó a Dios, y al que sus padres criaron en su casa durante tres meses. Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija del faraón lo recogió y lo crió como si fuera su propio hijo. De ese modo, Moisés, instruido en la sabiduría de los egipcios, fue un hombre poderoso en palabras y en hechos. “A la edad de cuarenta años, Moisés decidió visitar a los israelitas, que eran su propio pueblo. Al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, Moisés salió en su defensa, y lo vengó matando al egipcio. Pensaba Moisés que sus hermanos los israelitas se darían cuenta de que, por medio de él, Dios iba a liberarlos; pero ellos no lo comprendieron. Al día siguiente encontró Moisés a dos israelitas que se estaban peleando, y tratando de poner paz entre ellos les dijo: ‘Vosotros sois hermanos; ¿por qué os maltratáis el uno al otro?’ Entonces el que maltrataba a su compañero empujó a Moisés y le dijo: ‘¿Quién te ha puesto por jefe y juez entre nosotros? ¿Acaso quieres matarme, como mataste ayer al egipcio?’ Al oir esto, Moisés huyó y se fue a la tierra de Madián. Allí vivió como extranjero y tuvo dos hijos. “Cuarenta años después, en el desierto, cerca del monte Sinaí, un ángel se le apareció entre las llamas de una zarza ardiendo. Moisés, asombrado ante aquella visión, se acercó para ver mejor; entonces oyó la voz del Señor, que decía: ‘Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.’ Moisés, temblando de miedo, no se atrevía a mirar. Entonces el Señor le dijo: ‘Descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado. He visto claramente cómo sufre mi pueblo en Egipto. Les he oído quejarse y he bajado para librarlos. Ahora ven, que te voy a enviar a Egipto.’ “Aunque ellos habían despreciado a Moisés y le habían dicho: ‘¿Quién te ha puesto por jefe y juez?’, Dios, por medio del ángel que se le apareció en la zarza, lo envió como jefe y libertador.
HECHOS 7:17-35 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
»Cuando ya se acercaba el tiempo de que se cumpliera la promesa que Dios le había hecho a Abraham, el pueblo crecía y se multiplicaba en Egipto. Por aquel entonces subió al trono de Egipto un nuevo rey que no sabía nada de José. Este rey usó de artimañas con nuestro pueblo y oprimió a nuestros antepasados, obligándolos a dejar abandonados a sus hijos recién nacidos para que murieran. »En aquel tiempo nació Moisés, y fue agradable a los ojos de Dios. Por tres meses se crio en la casa de su padre y, al quedar abandonado, la hija del faraón lo adoptó y lo crio como a su propio hijo. Así Moisés fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabra y en obra. »Cuando cumplió cuarenta años, Moisés tuvo el deseo de visitar a sus hermanos israelitas. Al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, acudió en su defensa y lo vengó matando al egipcio. Moisés suponía que sus hermanos reconocerían que Dios iba a liberarlos por medio de él, pero ellos no lo comprendieron así. Al día siguiente, Moisés sorprendió a dos israelitas que estaban peleando. Trató de reconciliarlos, diciéndoles: “Vosotros sois hermanos; ¿por qué queréis haceros daño?” »Pero el que estaba maltratando al otro empujó a Moisés y le dijo: “¿Y quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros? ¿Acaso quieres matarme a mí, como mataste ayer al egipcio?” Al oír esto, Moisés huyó a Madián; allí vivió como extranjero y tuvo dos hijos. »Pasados cuarenta años, se le apareció un ángel en el desierto cercano al monte Sinaí, en las llamas de una zarza que ardía. Moisés se asombró de lo que veía. Al acercarse para observar, oyó la voz del Señor: “Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Moisés se puso a temblar de miedo, y no se atrevía a mirar. »Le dijo el Señor: “Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse, así que he descendido para librarlos. Ahora ven y te enviaré de vuelta a Egipto”. »A este mismo Moisés, a quien habían rechazado diciéndole: “¿Y quién te nombró gobernante y juez?”, Dios lo envió para ser gobernante y libertador, mediante el poder del ángel que se le apareció en la zarza.