HECHOS 22:22-29
HECHOS 22:22-29 Reina Valera 2020 (RV2020)
Hasta este momento estuvieron escuchando, pero al oír esto comenzaron a gritar: —¡Quítalo del medio! ¡Gente así no merece vivir! Y como no dejaban de vociferar, de agitar sus mantos y de arrojar polvo al aire, el comandante mandó que le llevaran a la fortaleza y que allí le azotaran a ver si confesaba y de esa forma era posible averiguar la razón del griterío contra él. Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: —¿Tenéis derecho a azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado? Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al comandante diciendo: —¿Y ahora qué vas a hacer? ¡Este hombre es ciudadano romano! Vino el comandante y le dijo: —Dime, ¿eres ciudadano romano? Él respondió: —Sí. Replicó el comandante: —A mí me costó una fortuna adquirir la ciudadanía. Entonces Pablo dijo: —Pues yo la tengo por nacimiento. De inmediato, los que iban a interrogarle, se apartaron de él. Incluso el propio comandante tuvo miedo al saber que había mandado encadenar a un ciudadano romano.
HECHOS 22:22-29 La Palabra (versión española) (BLP)
Hasta aquí todos habían escuchado con atención; pero en ese momento comenzaron a gritar: —¡Fuera con él! ¡No merece vivir! Como no dejaban de vociferar, de agitar sus mantos y de arrojar polvo al aire, el comandante mandó que metieran a Pablo en la fortaleza y lo azotasen, a ver si confesaba y de esa forma era posible averiguar la razón del griterío contra él. Pero cuando lo estaban amarrando con las correas, Pablo dijo al oficial allí presente: —¿Tenéis derecho a azotar a un ciudadano romano sin juzgarlo previamente? Al oír esto, el oficial fue a informar al comandante: —Cuidado con lo que vas a hacer; ese hombre es ciudadano romano. El comandante llegó junto a Pablo y le preguntó: —Dime, ¿eres tú ciudadano romano? —Sí —contestó Pablo. —A mí me ha costado una fortuna adquirir esa ciudadanía —afirmó el comandante. —Pues yo la tengo por nacimiento —contestó Pablo. Al momento se apartaron de él los que iban a someterlo a tortura, y el propio comandante tuvo miedo al saber que había mandado encadenar a un ciudadano romano.
HECHOS 22:22-29 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hasta este momento le escucharon, pero entonces comenzaron a gritar: –¡Ese hombre no debe vivir! ¡Quítalo de en medio! Y como seguían gritando y sacudiendo sus ropas y lanzando polvo al aire, el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel y que le azotaran para averiguar por qué la gente gritaba en contra suya. Pero cuando ya lo tenían atado para azotarle, Pablo preguntó al centurión allí presente: –¿Tenéis autoridad para azotar a un ciudadano romano, sin ni siquiera haberle juzgado? Al oir esto, el centurión fue a dar aviso al comandante, diciéndole: –¿Qué vas a hacer? ¡Ese hombre es ciudadano romano! Entonces el comandante se acercó a Pablo y le preguntó: –¿Es cierto que tú eres ciudadano romano? –Sí –le contestó Pablo. El comandante le dijo: –A mí me costó mucho dinero hacerme ciudadano romano. Pablo respondió: –Pues yo lo soy por nacimiento. Con esto, los que iban a azotar a Pablo se apartaron de él; y aun el propio comandante, al darse cuenta de que era ciudadano romano, tuvo miedo por haberle encadenado.
HECHOS 22:22-29 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La multitud estuvo escuchando a Pablo hasta que pronunció esas palabras. Entonces levantaron la voz y gritaron: «¡Bórralo de la tierra! ¡Ese tipo no merece vivir!» Como seguían gritando, tirando sus mantos y arrojando polvo al aire, el comandante ordenó que metieran a Pablo en el cuartel. Mandó que lo interrogaran a latigazos con el fin de averiguar por qué gritaban así contra él. Cuando lo estaban sujetando con cadenas para azotarlo, Pablo le dijo al centurión que estaba allí: ―¿Os está permitido azotar a un ciudadano romano antes de ser juzgado? Al oír esto, el centurión fue y avisó al comandante. ―¿Qué vas a hacer? Resulta que ese hombre es ciudadano romano. El comandante se acercó a Pablo y le dijo: ―Dime, ¿eres ciudadano romano? ―Sí, lo soy. ―A mí me costó una fortuna adquirir mi ciudadanía —le dijo el comandante. ―Pues yo la tengo de nacimiento —replicó Pablo. Los que iban a interrogarlo se retiraron en seguida. Al darse cuenta de que Pablo era ciudadano romano, el comandante mismo se asustó de haberlo encadenado.