HECHOS 21:37-40
HECHOS 21:37-40 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Cuando ya estaban a punto de meterle en el cuartel, Pablo preguntó al comandante del batallón: –¿Puedo hablar contigo un momento? El comandante le contestó: –¿Sabes hablar griego? Entonces, ¿no eres tú aquel egipcio que hace algún tiempo organizó una rebelión y se echó al desierto con cuatro mil guerrilleros? Pablo le dijo: –Yo soy judío, natural de Tarso de Cilicia, ciudadano de una población importante. Pero, por favor, permíteme hablar a la gente. El comandante le dio permiso, y Pablo, de pie en lo alto de la escalinata, con la mano pidió que la gente se callase. Cuando se hizo el silencio, les habló en hebreo diciendo
HECHOS 21:37-40 Reina Valera 2020 (RV2020)
Cuando estaban a punto de meterle en la fortaleza, Pablo dijo al comandante: —¿Se me permite decir algo? Él preguntó: —¿Sabes hablar griego? ¿No eres tú aquel egipcio que en otro tiempo levantó una sedición y condujo al desierto a cuatro mil sicarios? Pablo respondió: —No. Soy judío, y nací en Tarso, una ciudad importante de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo. Concedido el permiso, Pablo se puso de pie sobre las gradas e hizo señal con la mano al pueblo. Se hizo un profundo silencio y comenzó a hablar en lengua hebrea diciendo
HECHOS 21:37-40 La Palabra (versión española) (BLP)
Estaban ya a punto de introducirlo en el interior de la fortaleza, cuando Pablo dijo al comandante: —¿Puedo hablar un momento contigo? —¿Sabes hablar griego? —le dijo extrañado el comandante—. Entonces, ¿no eres tú el egipcio que hace unos días provocó una revuelta y se fue al desierto con cuatro mil guerrilleros? —Yo soy judío —respondió Pablo—, natural de Tarso de Cilicia, una ciudad importante. Te ruego que me permitas hablar al pueblo. Concedido el permiso, Pablo se situó en lo alto de la escalinata e hizo con la mano un ademán para conseguir la atención del pueblo. Se hizo un profundo silencio y Pablo comenzó a hablar en arameo
HECHOS 21:37-40 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Cuando los soldados estaban a punto de meterlo en el cuartel, Pablo le preguntó al comandante: ―¿Me permites decirte algo? ―¿Hablas griego? —replicó el comandante—. ¿No eres el egipcio que hace algún tiempo provocó una rebelión y llevó al desierto a cuatro mil guerrilleros? ―No, yo soy judío, natural de Tarso, una ciudad muy importante de Cilicia —le respondió Pablo—. Por favor, permíteme que hable al pueblo. Con el permiso del comandante, Pablo se puso de pie en las gradas e hizo una señal con la mano a la multitud. Cuando todos guardaron silencio, les dijo en arameo